Es el
autor más desconocido de la Tierra", escribió la biógrafa de
Alfred Nobel, Herta Paul¡, cuando en 1939 se le concedió el Premio Nobel
de Literatura al escritor finlandés Frans E. Sifianpáá, cuyas obras -y mucho más su nombre- ya no le suenan
a nadie. 0 tal vez sí, pero no por sus méritos literarios sino porque ese mismo año todos apostaban a un
candidato seguro y con algo más de talento: la inglesa Virginia Woolf, a quien, demás está decirlo, jamás se lo
concedieron. la frase de la biógrafa de Nobel se repitió decenas de veces desde que en
1901 se entregó por primera vez este galardón, cuyo prestigio es simétricamente proporcional a las
polémicas que genera. ¿Alguien recuerda ya al francés sully Prudhomme, al noruego Bjornstjerne Bjomson o al alemán Rudolf Eucken? ¿Alguien lee todavía algo de lo que
ellos escribieron? Pues para la Academia Sueca estos autores estaban llamados a ser clásicos de la literatura
universal, no así las obras del rusoLeón Tolstoi, el noruego Henrik
Ibsen el norteamericano Henry James o el francés Emile Zola, que en su momento fueron desplazados por
aquellos apellidos ignotos.A lo largo de su centuria de vida -la Fundación Nobel fue creada
oficialmente en junio de 1900 y empezó a entregar sus codiciados premios al año siguiente-, los criterios
del jurado en materia literaria no han variado mucho:especulaciones políticas, extraños favoritismos y una
habilidad para echar mano de torcidosengranajes a la hora de votar, parece
ser la vara que más se ajusta a la elección que hacen cada año los dieciocho miembros vitalicios de
Academia Sueca. Una institución que, vale decirlo, de vez en distrajoy atinó a
premiar la buena literatura.
Sus mecanismos son tan transparentes como oscuros sus designios: de los 200 candidatos que hasta cada 1' de
febrero pueden ser presentados por los miembros del jurado sueco y de las academias de letras de cualquier país,
así como los anteriores ganadores, profesores de literatura o sociedades de escritores de todo el mundo, sólo
queda media docena hacia mayo, después de paliteratura en habla hispana de la
Fundación Nobel. Hasta la semana pasada, ningún nombre se escuchó con más insistencia
que otro como posible y seguro ganador para la edición 2000 del Premio Nobel de Literatura. Sí empezó
a sonar con más fuerza, en cambio, la
sospecha de que una vez más los magos que conceden la fama del Nobel sacarían una nueva sorpresa de su
galera. Si se repasa la lista de los ganadores -pero sobre todo la de los "perdedores"-, este razonamiento no resulta ligero.
El trazo difuso que ha caracterizado la línea de conducta de la Academia
Sueca se dibujó desde el primer aureado, el francés Sully Prudhomme. Entonces los candidatos más fuertes
eran Tolstoi, lbsen y Zola, pero el jurado de aquella época era demasiado
conservador y el nombre de Tolstoi equivalía a consagrar a un anarquista
que manifestaba que los premios en dinero perjudicaban a los artistas. A
Zola, en cambio, lo consideraban "demasiado atrevido" y cuentan que a Alfred Nobel no le gustaban sus
novelas.Razón más que suficiente para considerarlo fuera de concurso. Para
rematarla, lbsen cayó en la volteada.
La primera mujer en ganar el Nobel de Literatura fue la sueca Selma Lagerlóf,
en 1909, cuyos méritos ya nadie recuerda. Lo que no se olvida es que logró desplazar a un candidato seguro
como el sueco August Strindberg, considerado como "pasado de moda" por el jurado, que en realidad
censuraba su afición por la bebida, sus tres divorcios y otras yerbas que nada
tenían que ver con su prosa. Luego,
durante y después de la Primera Guerra Mundial, y con la excusa de mantenerse neutral al conflicto, el
galardón se empalagó de nombres escandinavos como los del sueco Verner von Heidenstam, el
dinamarqués Karl Cjellerup oelnoruegoKnutHarnsun.Nipordistracción se atrevieron a reconocer la
obra del ruso Anton Chejov, del francés Marcel Proust o del irlandés
)ames Joyce, contemporáneos de aquéllos.
Hay una famosa anécdota que resume estas omisiones: cuando en 1946 se le
preguntó a Sven Hedin, jurado literario sueco, si se habíaconsiderado alguna vez la posibilidad
de premiar a Joyce, Hedin contestó sorprendido: "¿ Joyce? ¿Quién es
Joyce?". Esto explica de alguna forma por qué los aplausos, medallas y cheques recayeron en su lugar
sobr muchos apellidos que se pierden en la Memoria, al igual que las páginas que
escribieron: el noruego Sigrid Undset, el japonés Yasunari Kawabata, el
islandés Halldor Laxness, el israelí Shmuel YosefAgnon o el australiano
Patrick White, son algunos de esos
ejemplos.
Por cuestiones políticas, geográficas o de simpatía, la lista de los escritores
sistemátícamente ignorados por la ceguera intelectual de la Academia Sueca incluye a
otras plumas soberbias como las del británico Joseph Conrad, el alemán Bertolt
Brecht, el checo Frank Kafka, el español Federico García Lorca, el inglés Graham Greene, la francesa
Marguerite Duras, el norteamericano Norman Mailer, el brasileño Jorge
Amado o, como todos saben, Jorge Luis Borges. El caso del argentino tiene una explicación clara,aunque nefasta: Artur Lundkvist, el
miembro de la Academia
muerte era el impulsor de los candidatos de habla hispana, lo detestaba. Algunos hablaban del
resentimiento expreso que él, un autodidacta de origen campesino,sentía por la erudición de Borges.
Para atajar la polémica que generan sus elecciones, los miembros de la Academia Sueca sostienen que el
Nobel no tiene una intención política, aunque produzca un efecto político.
Lástima que la historia no los justifique de ese modo. ¿Qué intención
tuvieron, si no, cuando en 1953 le concedieron el Nobel de Literatura al
ex primer ministro británico Winston Churchill por "¡su brillante oratoria!
o en 1980 cuando echaron mano del disidente polaco Czeslaw Milosz,
sólo porque el clima agitado de aquel país estaba de moda? Algo similar a lo
que ocurrió en 1958 cuando el Nobel fue para el disidente ruso BorisPastemak, y después, para equilibrar la balanza, en
1965 se le concedió a Mijail Sholojov, un escritor afin al régimen comunista.
Mientras muchos se preocupaban por entenderlas intenciones y el criterio de
los académicos suecos, ellos apostaban a variantes cada vez más sofisticadas.
Por ejemplo, buscar un idioma olvidado y a partir de ahí a un escritor con cierto vuelo que lo represente,
como ocurrió cuando apuntó sus dardos triunfadores hacia el nigeriano Wole Soyinka en 1986, el egipcio
Naguib Mahfouz en 1988, la antillano DerekWalcott en 1992, el japonés Kenzaburo Oe en 1994 o la
polaca Wislawa Szymbroska en 1996. En este cóctel de apellidos no asomaba
ninguno que apasionara a los
especialistas, y mucho menos al gran público.
Paradójicamente, esta vez tampoco sepuede hablar de sorpresas. El criteriode la Academia Sueca provoca cada
año, y de manera sistemática, losmismos ecos que cubren de gloria a un
talento impreciso. Los eternos olvidados ya empezaron a sonar en el firmamento de los escribas, para dejar
su espacio a los desconocidos de siempre
origen de datos:
revista viva 8 de octubre del 2000
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El premio más explosivo del
mundo cumple un siglo
José Saramago, quien recibió el premio Nobel de literatura en 1998, refiriéndose a Borges, dijo: "no corrió hacia los lectores, sino que se quedó esperando, y esto puede explicar el Nobel que no tuvo". ¿Qué significa "correr hacia los lectores No se puede pensar seriamente que Proust o Kafka o Henry James o Graham Greene hayan corrido hacia nada más que sus propias vivencias u obsesiones expresándolas de la manera que creyeron más conveniente. Por otra parte
se sabe bien que los premios Nobel, sobre todo, en materia literaria no dejan de "correr" hacia ciertos intereses políticos, que se fueron acentuando a medida que avanzó el siglo XX.
El señor Alfred Bernhard Nobel, que vivió 63 años, inventó muchas cosas; las más importantes fueron: en 1866, la dinamita, que industrializó en 15 fábricas de su propiedad cubriendo así las necesidades bélicas de Europa y de América; en 1884, un método para la destilación continua del petróleo; en 1888, la pólvora sin humo. En 1895 redactó su testamento -muy oportuno porque murió al año siguiente- y dispuso que con la renta de su inmensa fortuna se creara una Fundación que otorgara cinco premios anuales para distribuir entre otras tantas personas que hiciesen algún descubrimiento trascendental en las ciencias físicas, químicas y médicas y biológicas, que elaborasen una obra literaria valiosa y original y que trabajasen con verdadera eficacia para conservar la paz entre las naciones. (No deja de ser paradójico para alguien que había inventado el explosivo mortal por excelencia.) La familia de A. B. Nobel cuestionó el testamento y al fin retiró la demanda, condicionando que parte del dinero de la Fundación fuera destinada a promover la creación de institutos de investigación científica. El premio consiste en una fuerte suma de dinero y en una medalla de oro en cuyo anverso se ve a A. B. Nobel mostrando su
mejor perfil. El favorecido con el premio debe decir en el acto de recepción un pequeño discurso. Para ser merecedor del galardón no se tienen en cuenta nacionalidad ni raza ni color; se supone que lo recibe el más digno.
Entre el más de medio millar de galardonados, en cien años -hubo cinco argentinos- se cuenta un 10 % de mujeres. La primera fue la pacifista y novelista austríaca Bertha Félicie Sophie von Suttner (1843-1914) quien en 1889 publicó una novela antibélica, ardiente alegato a favor de la paz, muy famosa, el best seller de la época: ¡Abajo las armas! (Die waffen Nieder No recibió el Nobel de literatura sino el de la Paz en 1905. De soltera, Bertha fue ama de llaves y secretaria de A. B. Nobel. Dejó su empleo en 1876 al casarse con el barón von Suttner -matrimonio considerado poco conveniente por la familia del esposo, aunque ella era hija del conde
von peninsular mariscal de campo au tríaco- Pese a no verse más con Ni bel, ambos mantuvieron una larg, correspondencia y se cree que ell le inspiró la idea de dedicar algo d sus ingresos a la institución de un premio a favor de la paz. De ser así se explicaría en parte que la baro nesa lo recibiera, ya que dedicó s vida a dar conferencias y a fundar asociaciones y revistas que promovieron el movimiento ínternacional por la paz. Por suerte para ella murió en 1914, antes de ver lo inútil de su prédica frente a los desastres de la Primera Guerra Mundial.
El primer premio literario, dado en 1901, lo recibió el poeta francés René Francois Armand Sully Prudhomme (1839-1907), alabad por el crítico más temido de la épc ea, Sainte-Beuve. Creo que de todi su poesía, sólo se recuerdan la versos iniciales de "El vaso roto" "El vaso en que se muere esta flor pura/ un golpe de abanico lo que bro/ Y tan ligera fue la rozadura/ que ni el más leve ruido se advirtió Por supuesto, hay otras
traducciones, como la de Leopoldo Díaz, quizá más líteral: "El vaso
en que agoniza esta verbena/ un golpe de abanico estremeció;/ de-
bió el golpe sutil rozarlo apena (sic) / pues que ruido ninguno se escuchó..."
En 1945 le dieron el Nobel a Gabriela Mistral; allí estuvo Manuel Mujica Lainez: "Era una mujer imponente, majestuosa como una diosa araucana, y llevaba un vestido largo, sobrio, elegante. Leyó muy bien su discurso y bajó la escalera espléndidamente para recibir el premio de manos del rey". Gabriel t García Márquez evitó los rigores de la etiqueta y lo recibió en 1982 vistiendo una guayabera, especie e de camisa corta de tela liviana.
En fin, que en cuestión de traducciones y de vestidos hay total libertad de elección.
Por:María Esther Vázquez revista la nacion
Alfred Nobel (Estocolmo 1833-1896).
Inventor de la dinamita y creador del
premio que lleva su nombre. Cada día me resulta más difícil
ocultar el desprecio que siento hacia mis semejantes", le decía a
una de sus pocas amigas, en una carta. 1 una infancia pobre y mala
relación con su padre, también inventor, que lo acusaba de robarle
ideas. Su fábrica de nitroglicerina explotó accidentalmente
provocando la muerte de su hermano menor. La tragedia no impidió
que siguiera hasta hallar la fórmula de la dinamita. Se hizo muy
rico y vivió convencido de que sólo lo buscaban por su dinero
horrorizado ante las consecuencias del uso de la dinamita en la
guerra, creó el premio a los benefactores de la humanidad.
el nobel que no consiguio
origen de datos: revista viva del 22/07/2001 |

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