Una larga vida de más de ochenta años y una obra en la que pinturas, grabados y dibujos se cuentan por centenares configuran ante todo la personalidad extraordinaria del aragonés F. de Goya (1746-1828), artista que no se circunscribe a los movimientos artísticos contemporáneos -rococó, neoclasicismo, romanticismo-, aunque se reconozcan en su actividad elementos de esas y otras cornentes, sino que se expresa en lenguajes originales y diversos, plenos de imaginación, sabiduría y audaz libertad. Su vida y su obra son testimonio ejemplar de la historia madrileña y española, pero trascendiendo el casticismo alcanzan una dimensión universal cuyo reconocimiento continúa en aumento. La primera etapa de su actividad, tras un viaje a Italia y algunos frescos en Zaragoza, se centra en la realización de cartones para la Real Fábrica de Tapices, inspirados en la vida cotidiana de los madrileños, resueltos con soltura compositiva, color luminoso de incontables matices y espíritu por lo general alegre y festivo. La enfermedad que en 1792 le dejó sordo transformó su triunfal situación cortesana. La crisis no suele transparentarse en los retratos, y las calidades cromáticas, la factura menos apretada y la capacidad de caracterizar verazmente a sus personajes originan una sucesión ininterrumpida de obras maestras. Pero en otras facetas de su producción, escenas populares o la serie grabada de los Caprichos, se pone de manifiesto su espíritu crítico y su visión del pueblo como masa inculta yslojuzgada. . Los horrores bélicos tras la invasión napoleónica produjeron una nueva y profunda convulsión en el artista, que estalló en los Desastres de la guerra, reflejo violento y espantoso de la realidad. La impresión continúa indeleble cuando en 1814 recuerda los sucesos de la Puerta del Sol y de la Moncloa en dos obras magistrales, homenaje y defensa de la libertad y profunda crítica antimilitarista. Siguen retratos, más íntimos cada vez, en medio de la decepción provocada por el absolutismo fernandino. Nacen entonces sus obras religiosas de mayor sentimiento, y luego las llamadas pinturas negras (1821-23) que decoraron la «Quinta del Sordo», su lugar de retiro. De interpretación siempre controvertida, parecen indudables las referencias a la situación del país y del pueblo; con técnica libérrima de pincelada impetuosa, transforma expresivamente la realidad, constituyendo una primicia de la pintura contemporánea. Exiliado a Francia, su Tauromaquia y sus últimos retratos de amigos son muestra de su siempre juvenil creatividad.

la lechera

. 5/La lechera de Burdeos. 1827 (Museo del Prado, Madrid). Cumplidos ochenta años Goya pintó esta figura fresca y juvenil, dominada por tonos verdeazulados y trazada con pincelada rápida y deshecha que una y otra vez se ha calificado de impresíonista por su absoluta desenvoltura.

aquelarre aquelarre

 4-6/Aquelarre. 1821-23 (Museo del Prado, Madrid). En una sala de la planta baja de su quinta el pintor representó esta reunión infernal -Sabbat- presidida por el gran macho cabrío -Capricornio, signo zodiacal del planeta Saturno- Ejemplo de la superstición e incultura del pueblo que aparece caracterizado con feroz expresionismo -miradas enloquecidas y rostros deformes, composición apretada e informal, cromatismo tenebroso en negros y ocres- que transforma al hombre en animal y al individuo en masa

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Goya

las floreras

1 /Las floreras. 1786 (Museo del Prado, Madrid). Cartón para uno de los tapices del comedor del Rey en el Pardo, formando parte de una serie de las cuatro estaciones, con La era, La vendimia y La nevada. Después de seis años de interrupción en los encargos para la fábrica de tapices -debido a las urgencias bélicas- Goya vuelve a los cartones con una paleta más clara y matizada y composiciones más elaboradas y enlazadas a base del juego de brazos y de miradas, de la edad y el sexo de las figuras y de su diferente actitud y posición.
jovellanos
2/Jovellanos. 1797-98. (Museo del Prado, Madrid). Pintado durante los pocos meses que el ilustre pensadory jurista ocupó el ministerio de Gracia y Justicia, Goya ha sabido expresar con la penetración íntima que origina la profunda amistad, la melancolía de quien intenta afanosamente un reformismo ilustrado 48 y choca con las incomprensiones y obstrucciones del absolutismo conservador y corrupto.
grabado de desastre

 3/Grabado de los Desastres. 1810. (Calcografía Nacional, Academia de San Fernando, Madrid). La lucha contra los militares de Napoleón provocó en Goya una profunda reflexión sobre las miserias y horrores que la guerra produce hasta parecer que el hombre pierde su esencia y se convierte en fiera para los otros hombres.