EL SUEÑO DEL AMOR
Sí, tenía una esposa. Encontrar datos personales sobre Mazza es complicado. Su vida, dicen las pocas biografías, era su trabajo. Sin embargo, hubo una mujer, Clorinda Razori. Cuando se conocieron, ella tenía 24 años, y él tenía insomnio. Ella había llegado desde Rosarío para acompañar a una tía durante su internación en la clínica donde Mazza trabajaba. Cuentan que el hombre dormía "a salto?, media hora sí, media no, durante todo el día y la noche. El golpeteo de los pasos inquietos y, en plena madrugada, terminó en una queja cara a cara: la sobrina de la enferma contra el insomne. Desde ese encuentro, las cosas cambiaron, y cuando la chica se volvió a Rosario, fue ya para los preparativos del asamiento.
Desde entonces, Clorínda no conoció la tierra firme: Mazza no era un hombre encariñado con las sillas o los escritorios y deambulaba por el mundo y el país con la facilidad con la que alguien se toma un colectivo. A don Salvador, las labores de oficina, el encierro académico y las charlas de café lo ponían nervioso. Su mayor virtud, consistía en saber patear la burocracia además de poner el pecho en el frente de tormenta. Una vez perfeccionado en el exterior, entendió que analizar las enfermedades desde la comodidad de su despacho no era para él. Decidió, entonces, salir a buscar el problema y, se sabe, que el problema -cuando es de base sanitaria- es más fuerte, donde hay pobreza. Mientras trabajaba como jefe de¡ Laboratorio y Museo de¡ Instituto de Clínica Quirúrgica, llegó de visita Charles Nicolle, director de¡ Instituto Pasteur de París, premio Robel de Medicina y "padre espiritual" de todos los trabajos de Mazza El viaje no fue protocolar, es decir, que no hubo recepción--- ni almuerzos de trabajo; Nicolle venía a Buenos Aires a estudiar enfermedades autóctonas, una especialidad sobre la que Mazza sabía bastante.
UN PROYECTO AMBICIOSO
Era 1925, entonces, la dupla Nicolle-Mazza recorría el norte argentino y chocaba contra una realidad desolada y miserable, a la vez que asistía al desastre polvoriento de un país olvidado. Las fotos los muestran con el ojo atento detrás de¡ microscopio, ajo un ombú, solitos en un páramo de Quitilipi Chaco. Así se los ve: a la sombra de un árbol, rodeados por médicos de pueblo llenos de desamparo, bondad y pobreza; viendo, por la lente microscópica, que las enfermedades, allá al norte, llovían sin red. Ese viaje fue fundacional para Mazza Impresionado por la situación, Nicolle decidió apoyarlo en un proyecto ambicioso: crear un instituto que se ocupara dell diagnóstico y estudio de las enfermedades de la zona, muchas de ellas desconocidas. Así nació, en 1926, la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), con Mazza como director. MEPRA era un arca de Noé, capaz de salvar pueblos enteros. rea za o en a c u a e osar o en Para poder trasladarse por todo el país, Mazza logró que le contruyeran un vagón de ferrocarril, llamado Laboratorio E. 60Q y que le otorgaran un pase libre para transitar con él de norte a sur. Y así, encerrado en su vagón, cruzó íntegra la Argentina oculta y carencial asesoró a médicos regionales desesperados, recorrió el país desde el lago Argentino hasta el cerro Zapaleri, desde Caleta Olivia hasta Puerto Irigoyen. Exploré, enseñó, estudió hasta que las pupilas le ardieron, pasó media vida extrayendo sangre, haciendo cultivos, exámenes serológicos, inoculaciones y biopsias.
LA ENFERMEDAD DE LA POBREZA
Sí, fueron años precarios. Epocas donde no había tiempo para pensar en salas de cirugía inmaculadas: Mazza tuvo que hacer punciones lumbares en un campamento de obreros ferroviarios y autopsias en una toldería indigena, sobre el suelo recalentado y al aire libre. Y fue en medio de ese marasmo, mientras curaba o daba clases preventivas en algún pueblo herrumbroso y chico, que notó algo e)ctraño: muchas de las personas M Norte sufrían de fatiga crónica y afecciones cardíacas que les ocasionaban la muerte. Y todas tenían algo en común, habían pasado la infancia expuestas a la picadura de unos insectos parecidos a las cucarachas.Este dato lo impulsó a retomar Este dato lo impulsó a retomar los estudios inconclusos que el científico brasileño, Carlos Cha gas, había realizado, a principios de siglo, sobre la afección producida por el Trypanosoma cruz Mazza tomó esa base y avanzó aún más. Descubrió que el portador M Trypanosoma era el Triatoma infestans, conocido, normalmente, como vinchuca: un animal parecido a las cucarachas, que inoculaba el parásito cuando picaba. Mazza entendió que el remedio era la prevención, la toma de conciencia de la población y de las autoridades. Y entendió, también, que la cura ideal consistía en la mejora de los sistemas de vivienda. La enfermedad de Chagas es socioeconómica, porque la vinchuca anida en las paredes de adobe. La relación entre pobreza y enfermedad, por lo tanto, era directa. Así lo supo Mazza Pronto, tuvo que saber, también, que la calidad de vida de los pobres se oponía, diametralmente, a los intereses creados de los ricos. Asi rmientras la comunidad científica internacional lo respaldaba y admiraba, Mazza pedía agua potable y sanitarios para las clases bajas, y las autoridades se lo negaban. ¿La principal excusa? Decían que era imposible que un insecto tan insignificante y común causara daño semejante.
ANDAR A PESAR DE TODO
E1 Estado se caracterizó por darle, casi siempre, la espalda. En 1942, por ejemplo, Mazza se contacto con Alexander Fleming descubridor de la penicilina, para obtener un cultivo de penicilio original (moho del que se extrae esta sustancia antibiótico e intentar reproducirlo a costos más bajos en la Argentina. El contexto es importante: eran tiempos de la Segunda Guerra, y toda la producción europea se destinaba a los soldados. Por eso, después de varios fracasos y dificultades, en 1943, fue posible producir penicilina de idéntica calidad que la extranjera. El gobierno mostró total indiferencia ante este logro, y sin embargo, hay que verlo a Salvador en las fotos, mientras toda su estructura tiene el tamaño de un vagón de tren, aparece Mazza como un hombre entero, de anteojos redondos y pequeños y de mirada seria. Se dice de él que fue un hombre tan apaionado como áspero. Que los problemas no lo quebraban, a lo sumo, lo ponían de pésimo humor. Al respecto, hay una anécdota: durante su casamiento con Clorinda (él tenía 28 años), uno de los maestros de Mazza le dijo a la novia durante J brindis: "Yo, a tu marido, le voy a enseñar ciencia; vos tenés que enseñarle educación". Fue ese^carácter, entonces, el que lo mantuvo fuerte y le permitió seguir andando a pesar de todo. Incluso, el día previo a su fallecimiento, el 9 de noviembre de 1946, trabajó siete horas sobre el microscopio. Y si es cierto que el nombre determina a la persona, Salvador -hasta último momento- se dedicó a honrar al suyo.
que es el mal de chagas
Esta enfermedad, que actualmente afecto
a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes,
cada año, es causada por un parásito denominado Tripanosoma
cruz¡ del El parásito llega al ser humano a través de
la "vinchuca" (Tríatoma infestans), un insecto que se desarrolla
con total facilidad en las viviendas precarias. El
proceso de contagio es el siguiente: el TC realiza parte de su ciclo biológico
en el tubo digestivo de la vinchuca y su evolución final se da en la
parte termina¡ M intestino M insecto. Cuando la vinchuca pica (da un
pinchazo que casi no duele) realiza un trabajo doble: por un lado succiona
sangre, y por el otro, expulsa el parásito sobre la piel. La picazón
y la rascadura posterior facilitan su penetración e ingreso al torrente
sanguíneo. Luego de la picadura, existen dos cuadros posibles: uno
consiste en una afección inmediata (que puede ser curada totalmente
con medicamentos) y el otro es más peligroso, porque queda latente
y pasa inadvertido durante mucho tiempo, hasta transformarse en crónico.
Se prod entonces, lesiones coronarías en el aparato digestivo y en
el sistema nervioso central. Esto es conocido como mal de Chagas-Mazza. Para
mayor información acerca de esta enfermedad consultar a la Fundación
Argentina de Lucha contra el mal de Chagas en Pedro Echagüe 1265/79 (Capital
Federal) o comunicarse al 4305-1110.