SABATO

Admiro la dignidad de miles de, argentinos, aun cuando se vive en medio de tanta inmoralidad
No pertenezco a los que escriben sistemátícamente. La escritura fue la manera
de resistir la existencia

Quízá por su cuerpo esmirriado ( y fibroso, a la pasión con que acompaña las respuestas o a cierta mordacidad que se hizo estructura, Ernesto Sabato no aparenta los 90 años que hoy cumple. En los últimos tiernpos su iconografía lo muestra con gesto abismado y una inocultable expresión de tristeza: paralizado en la fotografía ese gesto se asocia con el instante previo a un sollozo. Pero ese hombre tierno, profundo y asombrado elude la racionalidad del almanaque y sigue cumpliendo la edad de los adolescentes.
Sabato habla rotundamente, a veces con palabras elaboradas con titanio. Se refiere hoy a sus carencias con la llaneza coloquial de sus personajes y habla de la vida como de una entidad que aún no terminó de descifrar, como si fuera una lata que hay que seguir abriendo. Con la misma paz con la que encaró su travesía por una abundante porción de siglo, aborda ahora ciertos retazos de su obra, de la edad y la pérdida, asociando su interés por lo que ocurre, que es también melancolía.
Científico, escritor, pintor, filósofo, hombre político, son algunas de sus aproximaciones, pero seguramente ninguna lo contiene. Nacido en Rojas Buenos Aires) el 24 de junio de 1911 -la misma fecha de nacimiento de Juan Manuel Fangio- egresó en 1938 como doctor en Ciencias Físico-Matemáticas. Su nivel queda probado en la anécdota: la Asociación para el Progreso de las Ciencias, presidida por Bernardo Houssay, le concede la beca anual al mejor candidato del año para trabajar en el Instituto Curie, en París. Allí se vinculó con el grupo surrealista con quienes se reunía en el Café Dome. Mezcló mañanas de laboratorio con transgresoras noches de fina bohemia, como "una ama de casa que se prostituye todas las noches". En París sufrió la crisis de decidir iniciar su verdadera vocación de escritor y de pintor.
Tenía con qué: publica su primer libro en 1945, Uno y el Universo, con el que obtiene el Primer Premio de Literatura del municipio porteño. Pero su epopeya se iniciaría en Zurich, donde, en los andenes de la espera, elaboró El túnel (1948), novela que se editaría de inmediato en París y en Nueva York. El tríptico que define su obra se completaría con Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón, el exterminador (1974).
La trascendencia del Sabato escritor, emerge esencialmente de esas tres novelas tormentosas. Las dos primeras, levadas al cine. Abaddon, el exterminador conseguiría el máximo premio que otorga Francia al mejor libro extranjero.
Si El túnel fue un agudo ensayo de psicología, Sobre héroes y tumbas, con su delirante relato de la retirada de Lavalle y el "Informe sobre ciegos" -un viaje al fondo de los escalofríos- magnífico tales exploraciones hasta alcanzar formas arquetípicas. Derivarían, fatalmente, en Abaddón, el exterminador, visión compleja y caótica de
un mundo en crisis y confirmaría el sentido trascendente de su obra.
La distancia de trece años entre una obra y otra parecería rémora, pero la presumible holgazanería define lo que fue forma y manera de vida del autor. Cada escritor posee lo que, metafóricamente, podría llamarse un "fondo de oro". La facilidad para escribir es la primera condición del escntor, pero también puede convertirse en su mayor peligro: terminan escribiendo la misma novela con pequeñas va-" riantes, amparados en la condición de su éxito. Así que aun antes de escribirla, saben que será un best-seller, precisamente lo que Sabato considera como "una de las grandes calamidades de nuestro tiempo".
Puede inferirse que no es entonces que Sabato haya escrito poco, sino que ha destruido mucho.
En los años 70 se asoció al gran silencio. Se refugió en las baldosas conocidas de Santos Lugares con su esposa Matilde, en sus pinturas y en la defensa inclaudkable de los derechos humanos, protagonizando gestiones para salvar a varios desaparecidos (entre ellos, Antonio Di Benedetto). Con el retorno de la democracia, presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). La sucesión de los horrores quedó patentizada en el Nunca más, informe pormenorizado y fundamental del que fue coautor. Una versión moderna del infierno, un paisaje tenebroso del alma. Nada novedoso para quien, en la ficción, ya se había ocupado del lado oscuro del hombre.

SABATO

El pIntor de Santos Lugares

Durante los intervalos de su larga travesía literaria, Sabato pintó con el mismo fervor y el mismo lenguaje. Sus cuadros, que por fin decidió mostrar, desconcertantes y alucinantes, eran el producto plástico de las mismas obsesiones de sus libros. Como en la obra escrita, la pasión predomina sobre el intelecto. Esa visión trágica de Sabato sobre la condición humana se antepuso para evitar que el saber científico impermeabilizara los mensajes oscuros del mundo de los sueños.
Más allá de cualquier valoración sobre su obra, Sabato goza de salud plena en el reconocimiento internacional, tanto por sus novelas como por su enconada defensa de los derechos humanos. Ha sido traducido al italiano, alemán, inglés, griego, ruso, francés, portugués, esloveno, árabe, hebreo, rumano, japonés, polaco, sueco, finlandés, coreano, turco y holandés, entre otras lenguas. Ese reconocimiento tuvo acaso su mayor pico en la obtención del Premio Cervantes.
Su universo personal muestra más fidelidades que contradicciones. Las tuvo en el devenir de adhesiones a las que a su tiempo abjuró. Finalmente, sólo la máquina no se redime, condenada por el hombre a respetar un código binario. Sabato cultivó la metafísica de la esperanza, vive, a los 90, como un piquetero de la línea recta. En Sobre héroes y tumbas el relato se cierra con la palabra "mañana" y no es casual: despertar con el amanecer, como la módica resurreción de cada noche. Ese es el acto más concreto de la esperanza. 

La politica

Ernesto Sabato nunca fue hombre de callar sus opiniones o de quedarse sin tomar partido. En 1966 explicaba: "Deje el Partido Comunista por tres razones.porque me encontraba en una crisis espiritual y filosófica; porque limitaba mi libertad individual y porque en la URSS había comenzado la época de las purgas stalinistas. El comunismo es una especie de religión laica".
En diciembre de 1955, después del derrocamiento de Peron declaraba: "En toda revolución hay vencidos. En ésta los vencidos son la tiranía, la corrupción, la degradación del hombre, el servilismo. Son vencidos los delincuentes, los demagogos, los torturadores. Pero no son ni deben considerarse como vencidos los obreros peronistas que han dado un ejemplo de fidelidad y de lealtad a lo que para ellos es un ideal.".
Ese mismo día reivindicaba un hecho del peronismo: "Ha habido una profunda transformación social en el país: la clase obrera ha tomado conciencia de su poder".
1966. Un mes después del golpe que derrocó a Arturo Illia, Sabato escribió: "Creo que en el país se ha cerrado un período histórico y que las fuerzas armadas no han hecho más que certificarlo y darle estado gubernamental. Debería iniciarse una profunda revolución que transforme nuestras vetustas estructuras y nos permita acceder a la categoría de gran nación". En 1971 el general Lanusse, entonces presidente de la Nación, fue a ver su Romance y muerte de Juan Lavalle. "No queremos ni justicia social sin libertad, ni libertad sin justicia social le dijo Sabato. En 1977, decía: "El bien común y los derechos humanos son permanentes e inalienables y valen en todo tiempo y lugar, sin que ninguna emergencia, por aguda que sea, autorice a ignorarlos".En diciembre de 1983 Sabato habló del final de "una noche muy larga y tenebrosa; una noche en la que hubo miles de secuestros, miles de torturados, de muertos, de desaparecidos". Le tocó presidir la Conadep. Escuchó testimonios de las víctimas de la represión, abrió archivos. El 20 de setiembre de 1984, cuando entregó el informe de la Conadep al presidente Raúl Alfonsín, habló de una "represión demencialmente generalizada".
A tono con la época, en 1997 criticó: "Debemos oponernos al autoritarismo de los economicistas, cuyos valores son totalmente ajenos a los que debe promover una auténtica democracia".

SU OBRA

Lo primero que publicó Ernesto Sabato fue un ensayo: Uno y el Universo, en 1945, sobre temas filosóficos.
En 1948 vino El túnel, uno de sus libros más leídos. Es la historia de Juan Pablo Castel, un pintor que mató a una mujer. "El relato -dice Susana Cella en su Diccionario de literatura latinoamericana- sobresale por la construcción psicológica de los personajes".
En 1951 se publicó otro ensayo: Hombres y engranajes, "sugestivamente subtitulado -dice César Aira en Diccionario de autores latinoamericanos'reflexiones sobre el dinero, la razón y el derrumbe de nuestro tiempo---.
En 1953, Heterodoxias. Según Cella: "sobre el arte, la inmortalidad, el sexo".
En 1956 salió El otro rostro del peronismo, un libro político. Y en 1961, Sobre héroes y tumbas, su obra más ambiciosa. Parte de esa novela es el famoso Informe sobre ciegos.
En 1963, El escritor y sus fantasmas y también Tango, discusión y clave. En 19.68, un estudio sobre Sartre, Alain Robbe-Grillet y Borges: Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempoEn 1969, Sartre contra Sartre.
En 1974, su tercera novela: Abaddón el Exterminador. "Obra descarnada, abrevada en torturantes pesadillas, con acopio de reflexiones, de cosas que se sienten en el centro de uno mismo, Abaddón compone un friso infernal escribía María Granata entonces.
La cultura en la encrucijada nacional salió en 1976. En 1979, Apologías y re chazos. En 1998 un tomo de sus memorias: Antes del fin. Y en 2000, primero en Internet, La resistencia.

Opiniones

"Sabato es, en mi opinión -escribió Justo Laguna-, el escritor más apasionadamente humano que tenernos los argentinos. Yo lo prefiero a otros por su hondura metafisica, por la profundidad con que nos deslumbra, especialmente en Sobre héroes y tumbas."
Hombre controversial, Ernesto Sabato. Lo decía Tomás Eloy Martínez en una nota de 1974: "Como todos los creadores verdaderos que nacieron en esta Argentina contradictoria, Sabato conoció el vituperio y la alabanza: uno y otra le fueron dispensados con idéntico fervor y por razones a menudo más víscerales que inteligentes. Desde su primer libro -los ensayos recogidos en Uno y el Universo, 1945- mostró una rara coherencia, tanto en su escritura como en sus obsesiones. Le inquietaron las oscuridades del subconsciente, el pensamiento esotérico, la metafisica, los desgarramíentos a que conducen la pasión y el sexo, el Reino de los Ciegos, la suerte de los desposeídos y de los humillados".
En 1997, durante la ceremonia de entrega del Premio Menéndez y Pelayo, en España, el rector de la Universidad Menéndez y Pelayo, José Luis García, definió la obra de Ernesto Sabato de esta manera categórica: "Quizás componga una de las metáforas más definitivas de este siglo, feliz y atormentado, fecundo en avances pero cautivo más de una vez del fulgor demoníaco de la destrucción".

La familia

Matilde tenía 17 años y estudiaba en el Liceo de La Plata, cuando se enamoró de Sabato, un joven estudiante de Física. Se casaron en los años 30. Ella lo acompañó durante la tortuosa ruptura que Sabato experimentó cuando abandonó el mundo de la ciencia, su mil¡tancia política (era comunista) y se retiró a la sierras de Córdoba.
Matilde era también poeta y cuentista. Luego se transformó en la compañera ínclaudicable de Sabato y en su "bombera particular". El escritor reconoció que Matilde rescató muchos manuscritos que su esposo había pretendido quemar. "Tengo alma de pirómano", reconoció alguna vez Sabato.
Matilde y Sabato tuvieron dos hijos. Jorge (ex vicecanciller del gobierno de Alfonsín) y Mario (cineasta).
En estos últimos años, el alma del escritor recibió dístintos golpes: en 1996, en un accidente automovilístico, murió Jorge, su hijo mayor. Su gran amiga y compañera, Elvira González Fraga, fue quien le dio la noticia. Elvira recordó luego que Sabato se quedó mudo, como muerto. "Resucité, pero nunca más fui el de antes", reconoció.
Por ese entonces, Ernesto Sabato ya venía algo acobardado con la idea de la muerte: Matilde Kusminsky Richter, su mujer de siempre, llevaba ya unos años postrada y enferma. El final llegó a fines de setiembre de 1998, cuando Matilde tenía 82 años. Sabato y su tristeza se encerraron en la vieja casona de San tos Lugares. El escritor no estuvo ni en el velatorio ni en el entierro.
Al morir Bioy Casares, en marzo del 99, dijo: "Todo esto me pone muy mal. A medida que se me van muriendo los que han estado en aquella época, en mi época, la vida parece ser finalmente un cosa muy triste, muy melancólica, muy funeraria".
Pero la vida sigue. Hijo, nietos y bisnieto son esperados hoy en la casona de Santos Lugares. Gladys, la mujer que se encarga de todos los cuidados de la casa, ya prometió cocinar los pastelitos de siempre. 

SABATO Y SUS NIETAS



Entrevista

Siempre digo que es una lástima que la vida se haga en borrador''. La imagen es una suerte de balance, un gesto clásico de los aniversarios. Y es una de las respuestas que Ernesto Sabato dio a un cuestionario que, como excepción y a pedido del escritor, Clarín envió a su domicilio.

-Qué espera de la vida y qué espera de la muerte?

-¡He recibido tanto de la vida! Ahora cada día es un milagro y espero que se extienda todavía unos años más. Sé que puedo morirme pasado mañana, pero no tengo miedo. Sí me da tristeza morir. Lo que espero es poder recibir la muerte con total conciencia y lucidez. La recibiré con las convicciones y los interrogantes que me he planteado a lo largo de mi vida, que desde luego se han ido modificando pero no se han alterado en lo esencial. A mentido me pregunto, y a esta altura es inevitable volverse un poco escatológico, cómo será ese más allá en el que sin duda creo. Además la vida es una gran incógnita, no veo por qué habría de cambiar con la muerte. El afecto verdadero de quienes me acompañan en estos años finales es lo que me ayuda a morir.

-¿Está conforme con lo hecho?

-Tuve una vida compleja y tumultuosa. Como se sabe, pasé de la ciencia a la literatura para volver en estos años finales a la pintura, mi primera pasión. imagínese lo que fue ese recorrido, lleno de marchas y contramarchas, con mis obsesiones, mis dudas. Desde luego he cometido errores, pero hice lo que me pareció correcto para acercarme a lo que consideraba mi verdad.

-¿A qué personas admira?

-A los que no hayan contribuido a ensanchar la miseria y la injusticia entre los seres humanos. Admiro la entereza y la dignidad que mantienen miles de argentinos, aun cuando se vive en medio de tanta inmoralidad y bajeza.

-Si pudiera vivir otros 90 años ¿qué haría?

-Seguiría intentando aprender el oficio de vivir. Con otros tres o cuatro ciclos supongo que algo se consigue.

-¿De qué se arrepiente?

-Mi carácter ha sido siempre muy intempestivo y violento, lamento a veces haber llegado a hacer daño a los otros de esa manera. Por eso es una pena que la vida se haga en borrador.

-¿Hay alguien que fue su guía?

-Mi vida fue muy contradictoria, con mi espíritu oscilando entre las tinieblas y la luz. Mi guía fue la pasión con que busqué la verdad. Hay que sobrepasar los momentos de angustia, cuando se siente que lo que buscamos nos excede. A veces pienso que eso es lo que valoran muchas personas que me escriben, sobre todo en estos tiempos en que desesperadamente se busca la razón para seguir resistiendo.

-Mucha gente extraña al Sabato escritor. ¿Usted también lo extraña?

-Yo debí abandonar la escritura por el problema en la vista. Si seguía corría el riesgo de acabar ciego. La noticia no me llenó de espanto. Me permitió volver a la pintura, que fue mi pasión desde que era así de chiquito. ¿Qué curioso, no? Ahora he vuelto a la infancia. Algo de las ficciones se extraña. La relación con los personajes, sobre todo cuando los hemos sentido salir de las entrañas. Hace unas sema nas tuve que ir hasta Avellaneda a dar una conferencia. Volver a aquel barrio, pasar por Barracas, la Boca, me llenó de tristeza, al punto que preferí no pasar por la calle donde se encontraba el, mirador en el que vivía Alejandra. A veces me pregunto cómo pude crear sujetos tan terribles como Vidal Olmos, pero cuando ciertos personajes vuelven siento una enorme nostalgia. Tipos como Carlucho, Hortensia Paz, de una bondad absoluta. Lo que bastaría para meditar sobre esa enigmática víscera que es el corazón humano.

-¿Gozaba cuando escribía?

-¿Qué es eso? Más bien diría que fui pasando por toda variedad de sufrimientos. Del páncreas al oído. No pertenezco a los que escriben sistemáticamente. La escritura fue la manera de resistir la existencia. En el medio, claro, había instantes en que me relajaba, por ejemplo, cuando me metía con el personaje de Quique. Pero eran cosas de un humor ácido, negro.

-¿Cuáles son los libros que ama?

-Acá hay miles de libros y muchos fueron fundamentales en mi formación. Siempre me apasionaron los rusos, por ejemplo, también el expresionismo alemán. A veces es suficiente un fragmento, unos pocos versos para valorar a un escritor. Los libros que perduran son los que me han ido ayudando en mis búsquedas. Esos sí, porque los viví y amé profundamente. Algo similar a cuando Kafka dice que no se debería leer sino aquello que nos atraviesa el cuerpo como un hacha.

-¿Cuál fue el momento más feliz de su vida?

-Con los años, con la visión que trae la cercanía de la muerte, se modifica. Pero sin duda, cada uno de los encuentros, la comunión en los momentos de lucha, en medio del peligro.

-¿Los jóvenes necesitan consejo?

-Lo mejor para los jóvenes sería poder ver el rostro de los mayores y no descubrir en ellos la deslealtad y la vergüenza.


Si tuviera todo e¡ poder en sus manos, ¿qué haría?

-Querría que jamás ocurriera. Pienso que he hecho lo que pude con los medios con que conté, defendiendo ideales como la libertad, la justicia social. Lo fundamental es no renunciar. Para eso no hace falta ser omnipotente. En nuestra historia se puede hacer una gruesa lista de quienes han tenido esa clase de ambiciones. Viendo el desamparo de la gente se comprende bien en qué se termina. La ambición de poder produce las más terribles tragedias.

-¿Qué futuro nos espera?

-No lo sé. Me alarma la crisis que atravesamos, en la que pareciera que estuviéramos suspendidas. La miseria que ocurre en el norte del país no es un hecho aislado. Hace años que vengo advirtiendo las consecuencias espantosas de esta política siniestra de explotación y deshumanización. Como en toda gran tragedia, éste es un tiempo decisivo y superarlo dependerá de la gravedad con que asumamos esta crisis, que nos está mostrando la necesidad que tenemos de los otros. Me refiero a la necesidad de un compromiso real, a la solidaridad, que sin duda debe acompañar un verdadero fortalecimiento de las instituciones y de la justicia social. 

La Pintura

En 1979, un oculista le anunció un diagnóstico desgraciado: «Mi oculista me advirtió que debía elegir entre seguir escribiendo o la ceguera. Le pregunté entonces si podía pintar. Me dijo que sí. Me puse contento porque desde chico quería dedicarme a la pintura.", contó Sabato a Clarín en 1998.
Y Sabato sigue pintando. En 1999, sus exposiciones en París y Barcelona fueron un éxito. "Es un alarido, una mirada sobre un mundo tenebroso", dijo el crítico Javier Millán, del diario El Mundo, de Madrid. "El arte salva. Me acuerdo que mi hermano Pancho me traía pinturas, unos lápices de colores de las tiendas Blanco y Negro. Y yo, de panza contra el piso, dibujaba y pintaba. Muchísimos años después, la pintura me salvó la vida. Yo he conocido pintores analfabetos, pero geniales. Porque para pintar hay que sentir", le dijo el escritor a la revista Viva.

sabato,su pintura



Frases

Las palabras han perdido su vigencia. La humanidad tiende a idealizar palabras como libertad, que empiezan escribiéndose en mayúsculas, luego pasan a minúsculas y, finalmente, y sobre todo los escépticos, las terminan escribiendo entre comillas."
25 de mayo de 1983
"Los escritores que verdaderamente escriben con sa gre no pueden estar sino ^prometidos con su pu- ,eblo. "
1' de julio de 1971
"A veces me acusan de pequeño burgués asustado por el progreso. Es cierto, vivo hace cincuenta y tres años en Santos Lugares. "
8 de diciembre de 1999
La cultura no es un adorno secundario, como muchos gobernantes piensan en estos tiempos economicistas, sino la base de una gran nación".
1' de octubre de 19%
"A los jóvenes les digo que luchen por la vida, no por la muerte. Ellos son la reserva espiritual que recuperará lo que la humanidad perdió."
11 de diciembre M7
«La experiencia histórica ha probado que los totalitarismos siempre conducen a la catástrofe espiritual y fisica
24 de febrero de 1977
"La razón no sirve para sobrevivir. Volvamos a encontrar las verdades esenciales en el arte y en el corazón".
14 de marzo de 1997

sabato



BUENOS AIRES

"Un sábado de mayo de 1953, dos años antes de los acontecimientos de Barracas, un muchacho alto y encorvado caminaba por uno de los senderos del parque Lezama El texto es conocido: así comienza Sobre héroes y tumbas.
Escenario de caminatas, conversaciones y reflexiones, Buenos Aires siempre está en la obra de Ernesto Sábato "Entonces -dice en Abaddon, el exterminador- tomó el tren para Santos Lugares. Al llegar a la estación, bajó, caminó hacia la calle Bonifacini, sin que nadie lo mirase ni lo saludase".
Los recorridos de Sobre héroes y tumbas llegaron a la Boca. "Bajaron por Almirante Brown doblaron por Arzobispo Espinosa hacia abajo y por Pedro de Mendoza llegaron hasta un barco sueco que estaba cargando".
La Boca vuelve a ser escenario en Abaddon:

--Muchachos, anoche se me apareció el Cristo.

Estaban hablando del partido con Racing. Se produjo un silencio de muerte.Los chicos dejaron de jugar al billar y todos lo miraron con gravedad. Barragán los observó con rigidez, mientras su cuerpo temblaba. Después agregó:
-Pero antes, en la madrugada, desde la esquina de Brandsen y Pedro de Mendoza tuve otra visión."
En Abaddon aparece el barrio de Belgrano, que ya había sido escenario del Informe sobre ciegos". "Se sintió muy mal, se disculpó y se fue. Caminó por Echeverría y de pronto se encontró frente a la Iglesia de la Inmaculada Concepción. Sombríamente comenzaba a destacarse su cúpula sobre el cielo gris", escribió.
En el mismo libro -de 1974- Sabato narra un secuestro en el Bajo: "Caminó por Independencia hacia el Bajo, pero al cruzar la calle Balcarce, en el momento en que iba a entrar en el inquilinato, varios hombres se precipitaron sobre él. Le pareció tan irreal que no atinó siquiera a correr. Habría sido inútil: estaba rodeado por todas partes".

por:EDUARDO LONGONI

sabato



El barrio

Buenos Aires, París, vida de ermitaño en las sierras cordobesas, Santos Lugares. Este último punto fue el lugar elegido, hace más de medio siglo, por Ernesto Sabato para vivir.
Las calles eran de tierra, y esta casa eran los restos de una gran quinta, que llegaba hasta San Martín y Villa Devoto. Y la gente de este barrio era obrera, gente modesta, trabajadores, ferroviarios en general. Era buena gente, siempre me llevé bien con ellos. Dicho sea de paso, aquí nomás, muy cerca, fue donde fusilaron a Camila 0' Gorman'', describe el propio sabato
Su casa, acorde quizás a los tiempos actuales, tiene su frente enrejado. Los tiempos actuales también han marcado la cuadra "de la casa de Sabato como todos allí dicen. Al lado hay una remisería, y unos metros más allá, un maxiquiosco. Dos negocios impensados cincuenta años atrás. Más allá está la parada del 161, otro signo del Santos Lugares barrio del conurbano. Enfrente está la sede del club Santos Lugares. Allí funciona la biblioteca "Ernesto Sabato
Ya no son tan habituales las caminatas del escritor por las calles de este suburbio bonaerense ubicado a no más de veinte cuadras de la General Paz. Pero, aunque esporádicas, ocurren. Hay un detalle que anuncia a los vecinos que Ernesto Sabato ha salido a caminar: Roque, el ovejero alemán, asoma primero, como tanteando) el camino que recorrerá su dueño. Después aparecerá Sabato, caminando despacio.
Virginia es la dueña de una papelería ubicada en una esquina, a unos 50 metros de la casa de Sabato: "Aquí compra resma de papel y también papel 'entelado' para pintar", dice. "Cuando entra, saluda a todo el mundo y con amabilidad siempre accede a autografiar sus libros que muchos me dejan sabiendo que él siempre pasa por aquí", cuenta.
Las caminatas de Sabato son lentas pero no sólo a causa lógica de su edad Í Se detiene a conversar con José Luis, el cerrajero de siempre del barrio, con el sastre que ya abandonó su viejo oficio, y con cada uno que lo reconoce. Alrededor de ellos siempre girará Roque.



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