ORIGEN DE SAN MARTIN

MEZTIZO Y PLEBEYO

LOS HIJOS DE DON DIEGO DE ALVEAR

UN PLEBEYO ILUMINISTA

EL LIBRO DE JOAQUINA

EL NIÑO DE MISIONES


diego de alvear                                  JOSE DE SAN MARTIN


Por HUGO CHUMBITA

Muchos aspectos del origen de José de San Martín han sido un ,enigma. Su fe de bautismo nunca fue encontrada; la fecha de nacimiento, los estudios en España también estuvieron rodeados de ambigüedad. Un libró de memorias escrito en el siglo XIX por María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla confirma rumores que recorren dos siglos de historia Argentina: San Martín fue hijo del español Diego de Alvear y de una india.guaraní, de quien la tradición afirma que se llamaba Rosa Guarú.
Doña María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla (1823-1889), hija de Carlos de Alvear, escribi6 sus memorias en Rosario de Santa Fe. Es una colección de anotaciones, cartas y recortes periodísticos pegados cuidadosamente en las páginas encuadernadas de un libro de comercio. El propósito de la mujer era transmitir a sus descendientes las semblanzas de los integrantes d e la familia. Así, en una "cronología de mis antepasados", consigna la filiación de José de San Martín como hijo de don Diego de Alvear, «habido de una indígena correntina". Más adelante Joaquina reitera el parentesco, al evocar la única oportunidad en que visitó a su tío, en Europa: "Y examinándolo bien encontré todo todo grande en 'él'grande su cabeza grande su nariz grande su figura y todo me par" tan grande en él cual hera grande el nombre que dejaba escrito en una página de oro en el libro de nuestra historia y ya no vi más en el. que una gloria que se desvanecía para no morir más. Este fue el general José de San Martín natural de Corrientes, su cuna fue el pueblo de Misiones e hijo  natural del capitán de Fragata y General español Señor Don Diego de Alvear Ponce de León (mi abuelo) ". Los recuerdos son del 23 de enero de 1877.

  Mestizo y plebeyo

  En 1812, San Martín fue recibido con desconfianza por la sociedad porteña. A diferencia del galante y mundano Carlos de Alvear, no tenía fortuna ni alcurnia. Era moreno, el pelo lacio y renegrido. Corrían rumores sobre su condición de mestizo y la madre de Remedios de Escalada se opuso a que casaran a su hija con ese oscuro plebeyo. Recién llegado, San Martín pidió que le mandaran a Buenos Aires 300 mozos guaraníes de las Misiones para formar su plantel de Granaderos. La Logia Lautaro, que fundó junto a Carlos de Alvear, se movió en las sombras, enfrentando al grupo rivadaviano. Pero luego Alvear se entendió con Rivadavia y, en pugna con el artiguismo, llegó a solicitar la protección británica. La Logia entró en crisis: San Martín insistía en liberar el continente, más allá de los intereses del círculo de hacendados y comerciantes. En 1816, en un famoso parlamento con los caciques pehuenches, San Martín expuso el plan de cruzar la cordillera para terminar con los godos "que les han robado a ustedes la tierra de sus antepasados", les solicitó ayuda y permiso para pasar por sus dominios y declaró: «Yo también soy indio". Luego rehusó defender‑al. gobierno porteño de la insurrección federal y marchó al frente de e su Ejército rebelde hacia el Perú, con el resn paldo chileno. En las vísperas, envió a los o indígenas peruanos un manifiesto en quiachua. Fue recibido en Lima como si fuera el  hijo del Sol, anunciado por las antiguas profecías de redención. Soñó con coronarse como un nuevo inca, pero se quedó sin fuerzas y dejó su lugar a Bolívar, No quiso intervenir en la guerra de unitarios y federales y se radicó en Europa. En 1828 intentó volver al Río de la Plata, pero lo disuadiero4 las renovadas furias partidistas.
Juan Bautista Alberdi, que lo entrevistó en París en 1843, trazó de él un retrato notable: "Yo lo creía un indio, como tantas veces me lo habían pintado; y no es más que un hombre de color moreno... ». Además, "no obstante su larga residencia en España, su acento es el mismo de nuestros hombres de América". Después, San Martín legó su sable a Rosas como gesto de apoyo a la resistencia al bloqueo anglofrancés, algo que no le perdonaría el partido de los liberales ernigrados.
Durante el siglo XX una caudalosa bibliografía enfocó las vinculaciones de San Martín con la política británica y francesa y con la masonería, planteando la cuestión de sus motivaciones. Si fue tan corta su vivencia de América, si tenía de ella una borrosa imagen, si habla servido dos décadas al rey, es difícil creer en su patriotismo como pasión determinante. Resulta verosímil la hipótesis de que inicialmente fuera un mer
cenario, o un agente masón de los proye4 británicos o franceses. Hoy es posible explicación: que era un mestizo y sufría al, carne propia la injusticia del sistema colonial. Partiendo de esa versión y de los indicios expuestos en mi libro jinetes rebeldes obtuve la confirmación a través de testimonios concordantes de tres ramas de descendientes de Carlos de Alvear: los Christophersen, los Santarmarina y los Verger Los ‑mismos datos son corroborados por , memorias manuscritas de Joaquina, a), obran en poder de Diego Herrera Vegas.'1
«Esto no se puede decir», le advirtió Pedro ` Christophersen III a su hija, Magdalel cuando le contó el secreto preservado durante generaciones. La abuela de Pedro 1 era doña Carmen de Alvear, nieta de Carlos y prima hermana del presidente de república Marcelo de Alvear. Magdalena conserva un añoso ejemplar de un libro de
Sabina de Alvear y.Ward, que le sirvió par completar aquel relato.

Los hijos de don Diego de alvear
 iEl futuro brigadier de la armada española  don Diego de Alvear y Ponce de León (1749‑1830), nacido en Montilla (Córdoba), con ascendientes nobles en Burgos, arribó al Río de la Plata en 1774. Tomó parte en acciones contra los portugueses y luego contra los ingleses. En 1778 dirigió una división encargada de ejecutar el tratado de1mites sobre los ríos Paraná y Uruguay. Entonces, en algún lugar de las misiones jesuíticas, el marino se relacionó con una joven guarani, que engendró un niño. Alvear lo encomendó al teniente gobernador de la reducción de Yapeyú, el capitán luan de San Martín, y a su esposa Gregoria Matorras, de 40 años, que ya tenía cuatro hijos. Ellos se avinieron a criarlo como propio y el niño fue José Francisco de San Martín.
En 1780, Juan de San Martín tuvo que irse de Yapeyú tras un conflicto con los guaraníes. Tres años después todos viajaron a España y la familia Alvear cuenta que Diego de Alvear se mantuvo en contacto con ellos y costeó los gastos para que Francisco José siguiera la carrera militar.
En 1781, Diego de Alvear se casé con María Josefa Balbastro. Se radícaron en las Misiones y tuvieron nueve hijos, uno de ellos Carlos, nacido en 1789. En 1804, la familia embarcó hacia España. Pero antes de llegar, en un combate con navíos ingleses murieron la esposa, siete hijos, un sobrino y cinco esclavos. Don Diego perdió la mayoría de sus bienes. Prisioneros, Alvear y su, hijo Carlos fueron llevados a Londres. Allí, Carlos pudo estudiar y a Diego lo indemnizaron. Además, se casó con una joven inglesa, Luisa Ward, con quien tuvo más hijos.
En 1806 regresaron a España, don Diego ocupó nuevos destinos militares y, según los Alvear, ayudó y mantuvo un trato afectuoso con su hijo José Francisco. Carlos supo que aquél era su medio hermano y fueron grandes camaradas, Al producirse la Revolución de Mayo, concibieron juntos el regreso, aprovechando las Londres y en Buenos Aires,
San Martín y quienes conocían su filiación guardaron siempre reserva. Para ingres‑ar a la milicia en España fue necesario acreditar que era hijo legítimo y todos quedaron obligados a mantener esa ficción. En cierto sentido, él vino a América a buscar a, su madre. Habló muy poco de sí mismo, y cuando lo hizo omitió referirse a su origen. Hoy tenemos derecho a saber quién era José de San Martín. La privacidad de los hombres públicos no puede ser una valla cuando se trata de esclarecer hechos históri­cos. Reconstruir la verdad y reinterpretar el pasado no es curiosidad: la condición de mestizo, la impostura en la que se vio obli­gado a vivir, la relación con su pa dre biológico fueron componentes decisivos de la personalidad y el rol que desempeñó. Esta historia tiene un profundo significa­do. Don Diego de Alvear tomó a una mujer guaraní, tal vez por amor, en una relación típica de la conquista: los cruces interétnicos estaban prohibido ' s por la legalidad colo­nial. En el marco de esa dualidad, don Die­go violó la ley y ocultó su falta. Se hizo cargo del niño y le buscó un hogar, lo cual, en, aquel injusto dilema, era una salida. Impli­caba una falsedad que privó al hijo de su madre y su identidad: acaso uno de los mles más extendidos de la historia americana.
José de San Martín padeció su "destino americano»: no saber quién era, el extrañamiento, la ausencia materna, la conciencia de ser hijo de la violencia de los dominadores sobre los pueblos nativos. Se alzó desafiando al mundo de su padre. Transformó su humillación en rebeldía política. La persona, la memoria y la significación de San Martín no son patrimonio de una familia, ni siquiera de un país. Es una figura americana y universal. Es hora de saber quién fue.                

UN PLEBEYO ILUMINISTA

La divulgación de la versión de que José de San Martín podría ser hijo natural de Diego de Alvear y una india guaraní, y que habría sido entregado en Yapeyá para su crianza a Juan de San Martín y Gregoria Matorras, transmitida de generación en generación en la intimidad de la familia de Alvear pero desconocida para el gran público, ha conmovido. Ante la aparición de un artículo periodístico que anticipaba que éste era uno de los aspectos tratados en mi libro Don José, biografia novelada de San Martín, instituciones varias se apresuraron a rechazar esta posible circunstancia. Debido a la campaña de educación patriótica del siglo XX, la figura de San Martín adquirió caracteres mitológicos y Regó a ser el padre idealizado de todos los argentinos. Generalmente, los mitos se constituyen sobre la base de un ser que experimentó dificultades con su nacimiento (Hércules y Moisés), y que luego pudo sobrellevar otros obstáculos y realizar grandes hazafías. San Martín cruzó los Andes, reconquistó la libertad de Chile y fundó la independencia del Perú, pero pareciera que parte de nuestra sociedad prefiere tener como progenitor simbólico a un hijo legítimo con sangre puramente europea. Hasta la posibilidad de que fuera adoptado ha sido tomada como un insulto en ciertos sectores recalcitrantes. Aspiramos a un 1 héroe mitológico, pero si es argentino de I be estar libre de los vicios de origen que nos presentan las literaturas clásicas. Acaso con estas reacciones se intenta 1 desconocer que San Martín tuvo algunas de las ambivalencias que solemos ostentar los argentinos: era de tez morena, pelo renegrido y le decían «El Cholo" o el "Tape", , por su apariencia de mestizo. Su suegra lo menospreciaba y le llamaba "el plebeyo" o .el soldadote". Pero su educación y modales eran claramente europeos: era un ser moderno, participaba de los principios de libertad, igualdad y fraternidad y como  miembro de la masonería compartía los preceptos de ciencia, progreso y filantropía. Le gustaba la ópera, pintaba sobre caballete, tomó clases de guitarra con el eximio músico Fernando Sors, alternó en París con Honorato de Balzac y Joaquín Rossini y creó la biblioteca de Lima, una expresión de su ideario iluminista. En un país donde hace menos de veinticinco años el terrorismo de Estado sustituía la identidad de seres vivos (los hijos de secuestradas embarazadas que luego hacían desaparecer), resulta curioso que no se admita ni siquiera reconsiderar algunos rasgos filiatorios de un hombre que murió hace ciento cincuenta años, y cuyos méritos no sufrirían ninguna mengua de confirmarse estos nuevos aportes.                           

EL LIBRO DE JOAQUINA

por Jose Garcia Hamilton

Genealogista, agrónomo, porteño y hombre de campo, el ingeniero Diego Herrera Vegas desciende de españoles acriollados en Venezuela y la Argentina y sus ancestros se vincularon con los descendientes de Bolívar y de San Martín. Entre los papeles de su abuelo Marcelino Herrera Vegas, fallecido en 1958, estaba el libro de Joaquina de Alvear. «Mi abuelo debe haberlo recibido de manos de alguno de los nietos de doña Joaquína ‑conjetura Herrera Vegas y así es como se salvó, porque se dice que los otros documentos que tenía lafamilia AlvearMron quemados. » De inmediato, llevó el libro a su maestro don Raúl Molina, genealogísta e historiador, quien le aconsejó guardarlo muy bienpero no darlo a conocer, por ser lesivo a la figura del Libertador. El libro se extravió. en una mudanza y fue recuperado hace unos tres años. Herrera Vegas entregó al profesor Enrique Mayochi, del Instituto Nacional Sanmartiniano, copias de las páginas referidas a la filiación de San Martín. Nadie puso en duda la autenticidad del libro, pero nunca se adoptó una resolución al respecto. Herrera Vegas considera que "se ha roto el voto de silencio.» y piensa que el debate será oportuno para comprender el carácter mestizo de nuestra sociedad. "Así se terminará con las dudas acerca de por qué regres6 a América. Nofue un agente inglés sino un hombre que vuelve en busca de sus raices.

  FUENTE: NOTA DE CLARIN DEL16/07/2000 DE DIARIO LA NACION

 

EL NIÑO DE MISIONES

Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú constituye para la corona española una de las regiones más conflictuadas de las misiones jesuíticas; en esa zona debe darse  cabal cumplimiento a lo ordenado por el ignorante y estúpido transigente rey español Carlos 111, al res­ponder a los intereses portugueses que desde el Vaticano representa­ han el poderoso marqués de Bom­bal y el cardenal Saldaña: concluir con la expúlsi6n de los jesuitas y de­fender la región esto lo agregó el gobernador de Buenos Aires luan José Vértiz de los bandeirantes paulistas cazadores de esclavos gua­raníes y de algunos funcionarios es­pañoles destacados en Asunción. Los asesores de Vértíz decidieron que para lograr el cumplimiento de tan difícil misión el candidato debía reunir ciertas condiciones que no fi­guraban en las exigencias del Regla­mento Militar: probadas condicio­nes de fortaleza física y espiritual, solidez cultural y social de una familia formada para ofrecer un ejemplo de la nueva comunidad que dependería de su autoridad. Una vez anali­zadas las historias de los candidatos, i la responsabilidad fue adjudicada a don luan de San Martín y Gómez. Reunía todas las condiciones: salud, honor militar, familia ejemplar y' una virtud adicional: doña Gregorta matonRAs estaba embarazada.
A doña Gregaria no le sentaba el clima del lugar, pero su avanzado embarazo y la atención de las indias que corrían todo el día detrás de las comadronas españolas, la colmaron de tranquilidad y cariño hasta que nació justo Rufino, el tercer varón. Antes de cumplirse el cuarto año en Yapeyú, las nativas que ayudában al cuidado de los hijos del gobernador, y muy especialmente la india Juana Crisataldo, advirtieron que «la panza de la señora anuncia felicidad". Durante el embarazo, mamá Gregaria se vio  obligada a defenderse de las orales y materiales que los agradcidos vecinos le prodigaban a cada paseo que realizaba muy oronda y de la mano  de su prole, de la casa a la iglesia y de la Iglesia a la casa.
El 25 de febrero de 1778 mamá Gre­goria dio a luz a su quinto hijo. El dorninico Francisco de la Pera fue resnsable de la inscripción de ri­gor,; día del bautismo de José Francisco, los 8.000 habitantes de Yapeyú: indios, mestizos y españo­les, testigos del embarazo y el parto, festejaron el acontecimiento como si se tratara de una fiesta religiosa. En 1803, mamá Gregoria Matorras nombró en su testamento: "Mis úni­cos y universales herederos», a "mis cinco hijos legítimos».'      

 AGUSTIN PEREZ PARDELLA
MIEMBRO DEL INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANO
AUTOR DE "SAN MARTIN EL LIBERTADOR CABALGA"
CLIRIN DOMINGO 16 DE JULI O DEL 2000

 

  FUENTE: NOTA DE CLARIN DEL16/07/2000 DE DIARIO LA NACION

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