BEATRIZ SARLO

 

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  El instante  y sus visiones

por:BEATRIZ SARLO

Nunca sabemos del todo en qué mundo estamos viviendo. A veces las cosas aceptan algún principio de explicación y, ordenamente, las ideas o los personajes quedan ensamblados en un dibujo para el que se puede encontrar un título. Pero no siempre la suerte juega de ese modo ni se encuentra un epígrafe que capture el significado de-la foto. Es posible suspender la necesidad de llegar a un sentido ¿por cuánto tiempo? Al día siguiente de la explosión de las torres neoyorquinas, una chica me preguntó qué pensaba. No pienso nada y,-como ella, me digo ¿qué pienso? -
Hay que dar vueltas alrededor de lo que no se entiende. Brancusi escribió una frase genial: “Miren las esculturas hasta que las vean”. Así de simple, todo dependería del tiempo que se le dé a las cosas para que ellas hablen. Por supuesto, esta no podría ser la perspectiva del político, pero quizás sea el privilegio que tienen los que escriben. Dar tiempo al tiempo, esa frase filosófica del-sentido común.
Sin embargo, en otros momentos, quizás equivocadamente, pensamos que hay algo para escribir, a pesar de que nada es sencillo o precisamente porque nada es sencillo. En esos casos, algo nos invita a responder de inmediato, sin tiempo. Algo desafía ‘nuestros reflejos.  Se vive en la con la contradicción entre- la necesidad del tiempo y la rapidez magnética de lo que está sucediendo ya mismo. La velocidad de la coyuntura arrastrá a- quien escribe en esta situación: escritura de sobrepique.
Se han hecho muchas •definiciones del ensayo como género. Me gustaria - proponer ésta: un ensayo es la escritura del acto de pensar sobre alga Escribo porque quiero saber cómo es eso que estoy pensando y que no lograré saber si no lo-escribo. Se piensa porque se escribe. La fórmula tiene su ironía.
Un editor de un diario o de una revista llama por teléfono y propone un tema; a) al guien, del otro lado, lo acepta como si se le hubiera ocurrido. Yen ese momento empieza a pensar. Poco después se da cuenta si puede o no escribir algo. No se trata de que tres o cuatro páginas aparezcan completas en la  cabeza, sino de una especie de imagen (de holograma) de un texto, una miniatura  desnuda a la que le faltan todos los detalles. Si ese mínimo volumen en flotación persiste, de todos modos, todavía nada asegura que haya un escrita Quiero decir: la miniatura puede disolverse en cualquier momento, sin llegar a poner un solo dedo sobre el teclado de la computadora- Simplemente se desvanece como esas ideas que aparecen antes del sueño y, contradiciendo la felicidad nocturna, muestran su patética inadecuación a la mañana siguiente. - -
El mínimo holograma de eso que todavía no es nada (ni una idea, ni un texto) gira. Una historia real o imaginada se acopla, a veces precisando la miniatura, a veces contradiciéndola. Si es una historia en primera persona, el texto ya tiene-un co mienzo clásico: me pasó a mí lo que voy a contarles aunque después terminemos ha blando de algo más lejano, y la primera persona retroceda como un animador que ya ha cumplido su función y nadie quiere que siga sobre el escenario. También la historia personal puede ser un comienzo del que luego se prescinde, tachado cuan do se descubre que carece de todo interés salvo como impulso inicial del que hay que saber prescindir. Como sea, después  viene la escritura de un texto.

 . En este punto, la longitud del escrito futuro es la clave de todo. No se escribe del mismo modo en cien  lineas que en ochenta páginas. Incluso las mismas ideas son completamente diferentes, Se puede pensar para cien  lineas y se puede pensar para ochenta páginas, pero la longittid es una dimensión decisiva. Esto lo aprendí en el más sutil de los formalistas rusos, Tiniánov.
Tengo ideas de cien lineas y, a veces, creo tener ideas de ochenta páginas sobre exactamente el mismo tema.
Quizá la prueba difícil para alguien que escribe sea saber cuál de sus ideas tiene cien  lineas y cuál ochenta páginas. Y también podría pensarse que la verdadera audacia de alguien que escribe es  decir el principio de la longitud y aplastar en cien  lineas lo que podría ser un libro, Escribir sólo “argumentos” de libros: Borges Fue  el maestro de este arte de la compresión-.
La otra prueba es el reconocimiento del campo dentro del que es posible escribir. Esta no es una cuestión de temas sino de miradas. Todo lo que puede lograrse, si se tiene suerte, es una mirada diferente, por que los temas son parte de un listado común: crisis, consumo, comunidad, nación, identidades  culturales, violencia, ciudad, política, travestís, shoppings, memoría, escuela, militares, militantes, cuerpo, intelectuales, izquierda. Esta es la lista del  Tiempo presente- Y en verdad dice muy poco- Sólo la definición de un punto de vista, que convierte el repertorio de  palabras en un mapa y le da una perspectiva al paisaje, garantiza que sobre esas etiquetas usadas se pueda escribir algo.
Pero la mirada implica un tiempo reducido al instante, tiempo presente: leer lo que está pasando, a primera vista, como si fuera una partitura nueva. Aunque nunca la partitura es del todo nueva: se conocen las notas, se cree saber cómo podrían tocarse para que sean bien escuchadas. Me gusta la lectura a primera vista. Responde a una provocación (el pedido de un artículo es muchas veces un desafió y puede producir, como respuesta, otra provocación- Nadie está pensando para siempre, por dos motivos: porque es muy difícil pensar para siempre y porque es muy jactancioso
La mirada también supone la construcción  de un campo. La dudad y los medios lo definen material e imaginariamente. ¿Qué pasa en la ciudad? Qué se dice de lo que pasa? Hace años que me muevo en ese campo, haciendo historia cultura! o crítica de literatura, escribiendo higo, apo yada en centenares de fichas, yen libros completamente grabados en los márgenes; otras veces, en tiempo presente, salto sobre lo que está pasando, escribo sobre algo que podría ser transitorio. Pero el campo es el mismo, o casi. 1o que varía es el tiempo de la mirada y, naturalmente, los detalles de lo que se mira. Hay focos cercanos al objeto, que producen encuadres arbitrarios: ¿por qué detenerse en un centro de entretenimientos, en la muerte de Rodrigo, en comentarios laterales sobre un mundial de fútbol, en dos o tres noticias policiales, en un conflicto barrial  entre vecinos y travestis? Esos focos cercanos implican el tiempo presente y la escritura instantánea de una lectura a primera vista. Tomar  una posición. Desde luego, escribir es tomar una posición, en dos sentidos: se escribe en lugar de no escribir; se escribe de un cierto modo. Lo que viene después de esa doble elección, procede de ella. Escribir en tiempo presente es un acto nervioso, impulsado por algo urgente, inacabado. Esas cualidades me interesan probablemente tanto como las de los escritos que quieren ser definitivos y lo logran muy pocas veces.