XUL SOLAR

Fue Horacio, a finales del siglo I a.C., quien declaró a la  pintura el equivalente de la poesía (ut pictura poesis),  noción tan rebatida como aceptada, hasta hoy. Sin embargo, en Xul Solar hay un poeta que pinta y un pintor que poetiza, frente a los arcanos del tiempo y el espacio, el hombre y el universo, el alma y el cuerpo, con el afán de develarlos.Ocho momentos se distinguen en su obra. El primero de ellos, que dura hasta 1917, es todavía figurativo, con reminiscencias del art nouveau, según se aprecia en Angeles, Anunciación y San Francisco, ejecutados entre 1915 y 1917.León 1924A partir de Sol herido (1918), abandona esa espacial manera figurativa e inicia sus investigaciones con formas geométricas y humanoides: Troncos (1919), Los cuatro (1921);  Barco de Isis y Añoro Patria (ambas de 1922). Los seres y objetos, tratados esquemáticamente se acompañan de escaleras, flechas, números, letras, palabras, con algunos toques poscubistas (Angel del Karma, Homme das serpent, Jefe de sierpes y Pareja, 1923; Cintas, Séxtuple y Una pareja, 1924).En este momento, que se extiende hasta 1924, hay incursiones por el regionalismo latinoamericano, pre y poscolombino, como en Nana Watzin (1923); en León y en Casa Colonial (ambas de 1924). El espacio, en las acuarelas de Xul Solar, es mental o imaginario, y lo seguirá siendo a través de sus varias etapas. Pero en ciertas oportunidades, como en 
Escenas (1924), las imágenes, que conservan una orientación figurativa, nos hablan de un mundo de apariencia real (columnas, techumbres, faroles, selvas, un diminuto personaje femenino con vestido largo y capa), pero construido y diseñado por el artista. La búsqueda de gamas sutiles, el asombroso juego de los colores, las refinadas transparencias, la soltura de la composición, se unen para otorgar al conjunto de cada  cuadro una riqueza plástica excepcional.El tercer período, 1925-1930, se caracteriza por el movimiento 
de los seres y las cosas y la profusión de símbolos: estrellas de David, cruces gamadas budistas, cruces cristianas, banderas, semicirculos, triángulos, cintas, peces, lunas. Se mantiene el esquematismo para las figuras humanas (las cabezas son círculos vacíos, los cuerpos son rectángulos, las extremidades son rectas) y para ciertos episodios naturales. 
De esta época datan: Ronda y Pupo en el aire (1925); San Danza  (1926); Otro dragón (1927) y Manifiesto (1929).
La cuarta etapa, 1931 - 1940, ofrece anticipos de las  siguientes (País 1931; País duro en la noche clara, 1933), y 
estribaciones de la anterior (Bosque y Yogui, 1931; la  estupenda serie Mestizos de avión y Gente, 1935, con sus 
hombres-máquinas voladores; y Grafía antigua, 1939).
Visión en el fin del camino 1934
Contrapuntos de puntas 1948
En el quinto período, 1941-1946, Xul Solar renuncia al color y trabaja en blanco y negro. Las formas, liberadas de todo efecto visual, se definen más y más por su arquitectura: son paisajes, urbanos y campestres, en los cuales el ser humano aparece como tal y también encarnado en ciertos accidentes geográficos: Cavernas de troncos (1944), Casi plantas, Rocas ya vivas, y Ciudá y abismos (todas de 1946). En la sexta etapa, 1947-1950, que en verdad se prolonga y afianza la quinta, reincorpora el color. Las obras de entonces, tal vez  las más difundidas, son estampas de una geografía inédita: raras montañas ondulantes, terminadas en picos puntiagudos, y en las que se reiteran edificios y caminos; los edificios suponen fortificaciones o templos, y por los caminos ascienden hombres comunes, quizá guerreros o sacerdotes (País lejano y Montes diáfanos con villa, 1948; Kince kioscos, Sierras, Ruinas limpias, Torres en guardia y Montes de nueve torres, 
1949; son las más representativas de este ciclo).
La septima fase, 1951-1958, está dedicada a los retratos y los proyectos arquitectónicos para el Tigre; y la octava, y última, 1959-1962, la de sus escrituras pictóricas. En estas acuarelas, los signos y las formas constituyen un alfabeto; en cada obra, compone palabras o frases, para que sean laídas en conocimiento de la clave semántica. Sin embargo, esta clave resulta accesoria frente a las cualidades artísticas: 
fantasía, originalidad de las imágenes y dominio asombroso del color.Ion Cintas 1923

Fuente: Prof. Jorge Glusberg
Director Museo Nacional de Bellas Artes

OTRA BIOGRAFIA

lon cintas

 

vision del fin del camino

 

 

leon 1924