Vivien Leigh 


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Si Vivien Leigh se hubiera retirado del cine en 1939, tan solo cuatro años después de su debut, ya se habría ganado un lugar permanente en las enciclopedias de cine por su interpretación del personaje Escarlata O'Hara en "Lo que el viento se llevó" (1939). La legendaria búsqueda en pos de una actriz para encarnar a Escarlata llevada a cabo por el productor, David O. Selznick, es casi tan célebre como la película. De hecho, se hizo una producción sobre el tema para la televisión, titulada "The Scarlett O'Hara war" (1980). La británica Leigh nació en Darjeeling, India, y se trasladó a Inglaterra a los siete años. Se matriculó en la Royal Academy of Dramatic Art (RADA) en 1932, debutó en el teatro en 1934 y triunfó al año siguiente con la obra "The green sash" en el Q Theatre de Londres. Su primer trabajo cinematográfico no andaba lejos: un papel secundario en "Things are looking up" (1935), comedia con guión de Cicerley Courtneidge y Max Miller. La buena racha continuó con el papel principal junto a su futuro marido, Laurence Olivier, en "Fire over England" (1937). drama con la armada española como tema, para seguir con otro drama de la época, "La mujer enigma" (1937), con Conrad Veidt. 1938 superó al año anterior, con la aparición junto a Rex Harrison en "Callejón sin salida" (1938), película en la que la Leigh quedaba un tanto eclipsada por la interpretación de Charles Laughton. "Un yanqui en Oxford" (1938) cosechó un éxito mayor, con un Robert Taylor algo ajado en el papel de yanqui que al final se decanta por Laureen O'Sullivan. La actuación de la Leigh en el papel de coqueta local para esta popular producción de la MGM influyó de manera decisiva en la elección de Escarlata O'Hara. Y por fin llegamos a "Lo que el viento se llevó". Se han escrito montones de libros sobre la película y se sigue exhibiendo en salas comerciales. La leyenda sobre la película es de tal magnitud que parece imposible ser objetivo a la hora de hacer una crítica. No cabe duda de que se trata de un magnífico melodrama épico con un reparto excepcional, interpretaciones excelentes, banda sonora inolvidable y producción insuperable. Sin embargo, no es perfecta: por un lado está el irritante Leslie Howard, cuya interpretación recuerda constantemente cuánto detestó hacer aquél papel, por otro, el hecho de que en algunas ocasiones los personajes no consiguen conmover al espectador. Aunque verla en la gran pantalla de un cine abarrotado sigue siendo una experiencia memorable. La Leigh esta perfecta en el papel de la intrigante y coqueta Escarlata O'Hara, que pronuncia uno de los finales mas famosos de la historia del cine: "Mañana será otro día". Ese año recibió el Oscar a la mejor actriz. 
Se divorció de su primer marido en 1940 para casarse con Laurence Olivier, con quien mantenía una relación sentimental desde 1936. Su matrimonio, bastante turbulento, dio tanto que hablar como sus películas y duró hasta 1961. Al casarse protagonizaron juntos "Lady Hamilton" (1941) para Alexander Korda. Se cuenta que esta pretenciosa historia fue la película favorita de Churchill, aunque sorprende por la poca pasión que despiertan sus personajes. Habría resultado más interesante su colaboración en la "Rebeca" (1940) de Hitchcock, pero al parecer el proyecto no pudo llevarse a cabo porque el éxito de la Leigh como Escarlata impidió que encarnara a personajes tímidos, como era el caso. El dúo artístico formado con Robert Taylor fue, en cambio, mucho mas acertado. Intervinieron juntos en "El puente de Waterloo" (1940), donde Vivien tuvo la oportunidad de lucirse en el papel de Myra, una bailarina que se enamora de un soldado durante la Primera Guerra Mundial y que debido a una serie de malentendidos acaba prostituyéndose. El director Mervyn LeRoy recreó en los estudios la atmósfera de una Londres sumida en la contienda. 
El final de los años cuarenta supuso una especie de anti-clímax en la carrera de la Leigh. Protagonizó en cine "Cesar y Cleopatra" (1945), de George Bernard Shaw, la película británica más costosa de la época que resultó un fracaso; también intervino en otra versión bastante aceptable de "Ana Karenina" (1947), aunque el magnifico Ralph Richardson ensombreció su interpretación. Debutó en el teatro americano en 1941 con "Romeo y Julieta" e hizo una gira por el Oriente Medio en 1943 para entretener a las tropas. 
Vivien Leigh contrajo la tuberculosis en 1945, lo que provocó su retirada de la obra "Skin of our teeth". Pasó nueve meses convaleciente en la abadía de Notley. Antes de esta enfermedad la Leigh había tenido un aborto como consecuencia de un accidente en el set donde se rodaba "Cesar y Cleopatra". No es de extrañar que una depresión la obligara a interrumpir su labor artística. Los paréntesis que sufrió su carrera a causa de las enfermedades justifican la relativa escasez de películas en su filmografía. Vivien Leigh comenzó los cincuenta con mejor pie. Recreó el papel, que ya había interpretado con anterioridad en el teatro, de Blanche Dubois en "Un tranvía llamado Deseo" (1951), aplaudidísima versión de Elia Kazan sobre la obra de Tennessee Williams, con un joven y excitante Marlon Brando como coprotagonista. El mismo Williams la escogió para interpretar a su personaje, que le valió su segundo Oscar. A partir de aquí comenzaron a escasear las buenas películas, pues la Leigh padecía frecuentes depresiones nerviosas que le impedían trabajar con normalidad. Elizabeth Taylor tuvo que sustituirla en "La senda de los elefantes" (1954), que Vivien no pudo acabar debido a una crisis nerviosa. La película conserva algunos planos largos de la Leigh rodados en Sri Lanka, antes Ceilán. Volvió a probar suerte, pero sin éxito, en "La primavera romana de la sra. Stone" (1961), otra obra de Tennessee Williams. Antes había rechazado un papel en "De repente, el último verano" (1959) pues no tenía ganas de encarnar a una madre de mediana edad. Su último trabajo fue "El barco de los locos" (1965), melodrama con estrellas invitadas. Por desgracia, los guionistas recortaron su aparición y además tuvo que soportar la presencia de Lee Marvin, con quien se llevaba muy mal. La lista también incluía a Clark Gable y Marlon Brando, estrellas junto a las que había protagonizado algunos éxitos. Murió en 1967, a los cincuenta y cuatro años, como consecuencia de su tuberculosis.



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