SILVINA OCAMPO

 

EL BAUL DE LOS POEMAS OLVIDADOS
Cuando murió, en 1993, Silvina Ocampo dejó un caos de manuscritos y varias carpetas con poesías. Luego de un arduo trabajo de selección aparece un libro revelador, que reúne decenas de poemas inéditos.

VIVIO RODEADA DE GRANDES FIGURAS DE LA LITERATURA, PERO ELLA SIEMPRE SE MANTUVO DEL LADO DE LAS SOMBRAS, EN UNA INTIMIDAD CUIDADOSAMENTE SECRETA. SIN EMBARGO SU ENORME TALENTO EMERGE EN CADA CUENTO, EN CADA POEMA, DE UNA OBRA COMPLETAMENTE UNICA.

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MARCELO PICHON RIVIERE 

Una tarde de fines de los años 30 o de comienzos de los 40, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares paseaban en auto por la zona de la Recoleta. De repente, con su voz única (medio gangosa un poco trémula, algo borrosa, muy aniñada Silvína comenzó a recitar unos versos. Bioy quedó sorprendido, deslumbrado por el fragmento de ese poema. Le preguntó de quién era. La sorpresa fue mayor cuando Silvina le dijo que lo había escrito ella. Es fácil imaginar un nacimiento: un amanecer, una primera noche de amor, la llegada a una ciudad desconocida. Hay una iluminación, una fuerza desatada que da un aura singular a la escena y desdibuja los laberintos del olvido. Es fácil, repito, imaginar el ruido del motor del auto, el reflejo del sol en una de las ventanillas, el pueblerino remanso de esa tarde en la Recoleta la mirada divertida de Silvina, luego de contrabandear sus versos con una estrategia en la que se unían el pudor y la inseguridad, la curiosidad de Adolfo y el nacimiento de Silvina como poeta. Esos versos eran parte de Enumeración de la patria, que ella estaba escribiendo en secreto y que se publicaría en 1942.
Silvina y Adolfo se conocen 1934, cuando ella todavía era conocida sólo como pintora. En 1937 sale Viaje olvidado, primer libro de relatos de Silvina pero su proyecto con la poesía era el más secreto dentro del mundo de incesantes enigmas que era su vida.
En la revista Sur, Jorge Luis Borges celebra este nacimiento: "Poetas y novelistas ignoran el mundo visible o lo reducen a unos pocos símbolos heredados. Todas las flores son la rosa, el ruiseñor es todos los pájaros, el silencio y la lámpara son la noche. No así, por cierto, en Enumeración de la patria. Nítidos y puntuales recuerdos convergen inagotablemente en sus hojas. Voluntariamente prescinde de nombres propios y de locuciones vernáculas, pero de ningún otro texto de nuestra literatura ya secular trasciende con igual plenitud la inmediata, infinita presencia de la República".
Entre esos versos susurrados en un auto y la publicación del libro, se consolida la voz de la poeta, pero no cambia su modalidad: Silvina Ocampo reserva para el poema su,voz más íntima.
La publicación en estos días de Poesía inédita y dispersa permite recuperar esa voz, esa cadencia que va del verso libre al rimado, de la brevedad al sentimiento expandido en una sucesión de versos sabiamente encadenados, como el rumor del agua.
Este libro es el resultado de la paciente tarea de la crítica y narradora Noemí Ulla, quien se internó en un caos de papeles para emerger con un volumen de poemas en el que cada pieza tiene su lugar ganado. No se trata del habitual libro de poemas inéditos y no publicados en este formato, que poco agregan a lo editado en vida de un autor. Poesía inédita y dispersa un libro que impone su presencia. -
Compuesto por dos partes, "Poemas breves" y Divagaciones (más la inclusión de dos poemas traducidos por Silvina, uno de Graham Greene y otro de Paul Verlaine), el libro despliega la despiadada ironía de Silvina Ocampo, sus evocaciones sentimentales, sus delirios inclasificables, de un humor tan mordaz como inocente.
En el poema que abre el libro, Silvina describe en dos líneas buena parte de la condición humana: «El ser más inesperado es uno mismo: hasta las esfinges nos miran con ojos asombrados". En otro poema, llamado "Unica sabiduría", escribe: "Lo único que sabemos/ es lo que nos sorprende: que todo pasa, como/ si no hubiera pasado". Este grado supremo de despojamiento es esa voz íntima de Ocampo, que deja de lado todo exceso, todo desborde.
Del mismo modo, en poemas en los que el sentimiento predomina, también se desprende de toda palabra o entonación prescindible. En su homenaje a Borges, escribe: "Yo que tanto soñé con tus espejos con tus dioses tus rosas y tus tigres/ que me interné en los versos argentinos/ por el acento justo de los tuyos/ o el engañoso amor de la metáfora/ te voy a dedicar este poema/ quise evitar el terco endecasilabo,/ como esas indias que al bordar imprimen/ los colores que gustan a los otros/ y no a ellas mismas, tengo que aceptarlo:/ Hay demasiadas cosas en mi vidaJ no puedo asirlas; ellas me poseen/ como posee el hambre a los hambrientos/ o a los enamorados el amor,/ y así transito entre los versos tuyos,/ intervienen de Quincey o bien Rosetti/ el delirio sin fín de Piranesi,/ Lope, Darío y subrepticiamente/ versos en alemán que me explicaste/ y Baudelaire y Shakespeare que atacaste/ Emerson y Almafuerte que ataque/ y menores poetas Wilde y Poe que conservamos como los colores/ de algún calídoscopio en la memoria, y aquello que te gusta y no te gusta/ por sencillo que sea o por abstruso/ Nunca te ha empalagado la poesía/ y ella como una lumbre te acompaña/ a mí suele dejarme en las tinieblas".
Por el otro lado, los cuentos de Ocampo tienden al desborde. Sylvia Molloy observa: La exageración de Silvina Ocampo corroe sistemáticamente estructuras y lenguajes tradicionales: es obvio señalar que a la vez denuncia las convenciones que rigen la visión del mundo que los origina. No hay para estos relatos una salida -una asimilación a la realidad- decorosa. Una vez sometidos a las acrobacias éticas y lingüísticas que les impone la autora pierden la posibilidad de volver, como en las tragedias, al orden tranquilizador del que se han alejado. La exageración logra aquí una distancia definitiva".
El mundo de los cuentos de Viaje olvidádo, la furia, Las invitadas, Los días de la noche y sus otros libros de ficción son la contracara de Enumeración de la patria, Poemas de amor desesperado, Espacios métricos, Los nombres, Lo amargo por dulce y Amarillo celeste. En los poemas la exageración se desvanece o se atenúa. Vuelve aquel susurro de una tarde en la Recoleta. El auto da la vuelta en la esquina. El susurro continúa, mientras las esfinges miran con ojos asombrados.


Tímida y misteriosa

Nació en Buenos Aires en 1903. Era la menor de seis hermanas -una de ellas, Victoria, una de las grandes figuras de la cultura Argentina y fundadora de la revista Sur-. A diferencia de la extrovertida Victoria, Silvina era tímida, irónica, misteriosa.
Dotada para el dibujo, la pintura y la escultura, se hizo conocida como artista plástica antes que como escritora. En 1934 conoció a Adolfo Bioy Casares, a quien ella le llevaba once años y con quien se casó en 1940, a pesar de la oposición de ambas familias. Del matrimonio nació una única hija Marta. Recordando su primer encuentro, Bioy Casares comentó una vez: 'fui a verla a su atelier de la calle Posadas por sugerencia de mi madre, quien me dijo que Silvina era la más inteligente de las Ocampo. Los amores empezaron de inmediato. Ella me deslumbró: era la mujer menos convencional que había conocido".
Ambos fueron amigos de Jorge L. Borges: una fuerte amistad enlazada a la pasión literaria. En 1937 publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado, y en 1942 el volumen que inició su obra poética: Enumeración de la patria, al que siguió Espacios métricos (1945). En 1948 se editaron los cuentos de Autobiografía de frene. Luego se publicaron, entre otros, los ]libros Poemas de amor desesperado (1949), Los nombres (1953), La furia (1959), Las invitadas (1961), Los días de la noche (1970) y Cornelia frente al espejo (1988). Murió en diciembre de 1993.


origen de datos: clarín cultura 05/2001

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