SILVIA PLATH
por:CARLOS GAMERRO

Sylvia plath nació en Boston en 1932, y se quitó la vida en Londres en 1963. Las Cartas a mi madre
(traducción algo inexacta del original Letters Home, ya que la madre es la principal, pero no la única destinataria de ellas)dan cuenta de su vida entre 1950, cuando entra en la universidad, y el año de su
muerte. Los exámenes, los concursos literarios, las fiestas, la ropa y las salidas con jóvenes estudiantes de las universidades más prestigiosas, el detalle de todos los cuentos y poemas escritos, enviados, acep-
tados (y cuanto le pagaron por cada uno) o rechazados; y más adelante el matrimonio con el poeta Ted Hughes, el nacimiento de los hijos, los avatares de su mudanza al campo; todos los detalles de la vida cotidiana de la estudiante perfecta, esposa y madre ejemplar, y exigente y atormentada escritora son minuciosamente registrados yelevados a la consideración de su madre, cuya opinión, aprobación y ayuda, en todos los órdenes de su vida, estas cartaspermanentemente solicitan.

libro de plath

Estos trece años de correspondencia también trazan un ciclo más oscuro, el que va de 1953, cuando Sylvia hizo su primer intento de suicidio, a su segundo, y definitivo, intento diez años después. Sylvia Plath, cuyo padre murió cuando ella tenía diez años, llegó a creer que su vida se ordenaba cíclicamente en décadas: "tenía diez cuando te enterraron / a los veinte traté de rnorir / y volver, volver, volver a ti" escribe a su padre en el poema "Daddy" por lo cual no resulta sorprendente que a los 30 sintiera que era momento de realizar algún otro gesto grandioso. Las cartas correspondientes al invierno de 1962-1963 detallan las dificultades y sentimientos de los meses previos: recién separada de su marido, y a cargo de dos niños pequeños, sola, sin dinero suficiente, sin recurso a su familia, aislada por la falta de teléfono y por uno de los inviernos más crudos del siglo, escribió los mejores poemas de su carrera; y resulta en un principio sorprendente que haya tomado esa decisión justo en el momento más precioso para un escritor: aquél en el que ha encontrado su voz, que sabe quién es, el momento en que nada de lo que escriba puede salir mal:---Escriboun poema por día, antes del desayuno. Soy escritora... soy una escritora genial; sé que lo llevo dentro de mí. Estoy escribiendo los mejores poemas de mi vida; llevarán mi nombre a la fama", escribía a su madre en esos meses. El suicidio es por definición inexplicable, el más incomprensible de los actos humanos. Para Albert Camus, la pregunta por el suicidio era la pregunta filosófica esencial. El de Sylvia Plath tiene la característica de haberse convertido en emblemático, algo así como el último de sus poemas: la imagen de la poeta-madre-ama de casa metiendo la cabeza en el horno mientras sus hijos duermen en el cuarto contiguo lleva el sello inconfundible de sus mejores y más inolvidables imágenes poéticas. Las diferentes vidas de Sylvia Plath que un lector puede construirse dependen de qué textos lea; todas, sin embargo parecen converger sobre este momento fatal, pero en cada una el camino Si uno lee los poemas, los villanci parecen ser los hombres: el padre Otto, protagonista de 'Daddy', acaso su mejor (y ciertamente más famoso) poema, y su ex marido Ted, el coprotagonista, "el hombre de negro con aspecto de Mein Kampf" Aurelia Plath, su madre, en los
poemas, casi no aparece. En estas Cartas, en cambio, editadas por ella, quien las va comentando a lo largo del libro, es siem pre admirada, siempre amada, la persona a la cual Sylvia ofrenda constantemente
sus éxitos literarios y su felicidad ("es el momento más feliz de mi vida" es la frase que se va repitiendo, casi como un mantra, a medida que se acerca el final) se va sin embargo revistiendo poco a poco, en la
sensibilidad del lector, de resonancias menos luminosas. "No tengo valor para verte... no puedo volver a ver-te hasta que haya emprendido una nueva vida", le escribe Sylvia, siempre necesitada, en estas
cartas, de mostrarle Su mejor lado'. Otra trunca esta vez, es la que cuentan Los D de Sylvia Plath, también de 1950-1963. Trunca, en este caso, porque su marido Ted Hughes destruyó los correspondientes a los últimos meses, 'para
proteger a los niños' -lo cual no ha hecho mucho para atenuar su demonizacion por parte de la crítica feminista, que ve en Sylvía a una mártir, y en Ted a su patriarcal verdugo. El argumento de Ted hace suponer que los niños, que en las Cartas son siempre la mayor alegría de la vida" de Sylvia, estaban presentados, en los diarios destruidos, con otro color. De hecho, la frustración que emana de su dedicación a los niños es otro de los relatos que vertebran las lectura de las Cartas: "he perdido toda identidad... durante estos últimos seis meses, con los niños exigiendo constante atención." Sylvía Plath da testimonio una y otra vez de cómo la práctica de la literatura y la crianza de los niños son actividades absolutamente antagónicas. De todos los relatos de sus últimos días, quizás el más compasivo sea el de A. Alvarez, su amigo personal y autor de El dios salvaje, un estudio del suicidio en la literatura que se abre con la historia del de Sylvia Plath y se cierra con la del intento fallido del propio Alvarez. En él, quizás siguiendo las pautas trazadas por Sylvia en su poema Lady Lazaro (Morir/es un arte como cualquier otro/yo lo hago más que bien... Cada diez años/lo logro"), Alvarez lo interpreta como un ritual de muerte y resurrección, en el cual hubo una falla de cálculo -si de algo nos convence es que el intento de 1953, que fracasó, iba bien en serio, y en cambio el de 1963 parecía armado para que la salvaran a tiempo. El comienzo de la novela que publicó semanas antes de su muerte, La campana de cristal, por últirno, anticípa el tema de la muerte emblemática (Sylvia Plath como mártir de la generación "destruida por la locura" del macartismo, la Guerra Fría y la represión de la sociedad norteamericana de los 5O Fue un verano tranquilo, pegajoso, el verano en que electrocutaron a los Rosenberg". Las Cartas de Sylvia Plath, leídas a la par de sus poemas (un ejercicio facilitado 1 por el hecho de que en la edición de sus Collected Poems éstos llevan la fecha pres cisa de su composición), proveen una de 1 las experiencias estéticas y ernotivas más a intensas que la literatura contemporánea - puede ofrecer. Así, lo que escribe en su úla tima carta, del 4 de febrero de 1963, intene tando decir a su madre lo que suponía 1 que ésta querría oír: "Ahora los niños me e necesitan más que nunca, así que durante - algunos años más intentaré seguir escria biendo por las mañanas y dedicándome a a ellos por las tardes, e iré a ver a mis amis gos o leeré y estudiaré por las noches" a contrasta con lo que su voz interior le sue surró al oído en "Edge" ("Borde") su últi- rno poema, escrito al día siguiente: "La s mujer se ha perfeccionado. / Su muerta /fia gura ostenta la sonrisa del triunfo... Cada niño muerto se enrosca, una blanca serpiene te/ cada uno prendido a su jarrito de leche, e vacío ahora. / Los ha plegado / como pétalos, - han vuelto a su cuerpo1"

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