"Me asusta el exito .Tener exito es haber trminado
un trabajo en este mundo,como las arañas macho que son asesinadas por
la hembra una vez que han terminado de tejer tela. Prefiero el estado de estar
contínuamentecomenzando triunfo delante no por detrás."
G.B. SHAW
El único hombre que se comporta con sensibilidad conmigo es mi sastre; me toma las medidas cada vez que nos vemos. El resto de la gente viene con sus propias medidas y pretende que yo encaje en ellas." G.B. SHAW
"Soy un clásico. Nunca pretendí
ser otra cosa. Juego el juego en la forma tradicional, en el tablero viejo
y con las piezas ya desgastadas por el uso, como lo hacía Shakespeare!
G.B. SHAW
La lengua incorregible,,
Es un idioma indomable el inglés. A quien enerve sinceramente su lógica
relación entre letras y sonidos, susantirreglas de pronunciación,
sus excepciones y arbitrariedades, comprenderá. Aquel que ademas ás
de lo anterior, crea, como el mismo Bernard Shaw creía que de nohaber
caído al suelo mientras podaba un árbol a sus 94 años,
habría vivido para siempre, comprenderá aún más.Son
las dos condiciones necesarias para no preguntar por qué razón
el escritor irlandés, dueño de gran fortuna y de ideas socialistas,
decidió legar casi todo su dinero en tiempos en que sus compatriotas
sufrían las miserias de la posguerra- a aquel que descubriera la fórmula
para simplificar el maldito alfabeto de la lengua maldita en la que Shakespeare
y él mismo triunfaron. Si su propósito suena descabellado, aún
más lo fueron los aspirantes a cumplir con su deseo.
Profeta en su tierra y en su tiempo
La fortuna confió en sus aires de superioridad y
en su autoproclama: no simpatizo con nadie. Las personas capaces no despiertan
simpatías. No soy un hombre simpático, pero soy indispensable".
Seducida, ya sea por sus dones o por su insolencia, la fortuna se le entregó
en todas sus formas posibles. Entonces, Shaw resultó indispensable
para los lectores, los espectadores, los caneastas que vieron en su teatro
una excelente y taquillera base para sus obras. Fue indispensable para los
críticos y los dueños M prestigio que en 1925 le entregaron
un Premio Nobel. Fue indispensable para los más avaros empresarios
que le pagaron lo que se merecía. Es famosa la réplica con la
que Shaw dejó paralizado en su escritorio de la compañía
cinematográfica al ultracapitalista Samuel Goldwyn mientras negociaban
los derechos de autor: "El problema, Mr. Goldwyn es que usted está
interesado solamente en el arte, y a mí lo único que me importa
es el dinero". El público le fue fiel aun ante sus propuestas
más sacrificadas. En 1929, los productores organizaron un festival
de sus comedias tratando de rivalizar con aquellos interminables festivales
de Wagner. La gente, dice uno de los críticos, "hasta soporta
una comedia suya que necesita tres noches para su representación; ha
lle-
vado a cabo una tarea tan colosal a los sesenta y seis años, sobrepujando
en el drama lo que hiciera Wagner enla música, habiendo escrito una
obra que empieza con Adán y Eva, y termina treinta mil años
después de
nuestros días. Esto basta para asegurar la inmortalidad de Shaw Sagaz
y desafiante, quien dijo que "mi especialidad consiste en tener razón
cuando otros están equivocados", no escribió guiado por
el sentido de la
oportunidad sino por sus propias e inoportunas pasiones. "Si ustedes
estuviesen de acuerdo conmigo, yo no les serviría para nada."
Era parte de su trabajo el provocar a críticos y detractores que por
otra parte lo acompañaron tanto como el séquito amable.
Como pocos escritores en la historia de la humanidad, Shaw ganó fortunas
escribiendo. Y probablemente sacando los discursos
en los mitines fabianos y socialistas- no haya hecho en su vida otra cosa
que escribir. Uno de sus biógrafos, Michael Holroyd,
que se tomó el gran trabajo de recopilar todas las cartas, notas
personales, artículos periodísticos y otro escritos,
se asombraba porque Shaw escribía más rápido de lo que
él podía leer. La crítica de su época lo consideró
en vida el mejor escritor de a lengua inglesa, el primero después de
Shakespeare. 0 10 que lo atormentaba, el segundo, empezando por el insuperable.
Pygmalion, Major Barbara, Arms and the Man, Cándida y Man and Superman,
son tal vez las obras más conocidas y representadas. Sin duda, los
derechos de la primera, especialmente después de que el cine la convirtiera
en My Fair Lady (Mi bella dama) con Audrey Hepburn como protagonista, ha logrado
que la herencia de Shaw fuera cada vez más millonaria. Si se objetara
su originalidad como dramaturgo aun seguiría siendo una figura interesante
en la historia del socialismo. Su elocuencia sobre las injusticias sociales
y la responsabilidad social lo han puesto a rivalizar con Dickens y salir
renovado. Edmund. Wilson dijo una vez alabando su elocuencia: "Impulsa
nuevos intereses intelectuales, provoca nuestro sentido hacia los asuntos
morales, llevando nuestra atención a nuestro lado en las relaciones
sociales en este mundo". Ninguna alabanza ha sido comparable, de todas
formas, con las que el mismo Shaw, que solía citarse "para dar
un poco de aire a la conversación", se prodigó a sí
mismo. Si hubiera muerto como Keats, a sus 26 años, no nos habríamos
enterado de él. Pero vivió más de nueve décadas,
un plazo considerable para cometer todas las equivocaciones necesarias y cumplir
a la perfección con su propia máxima: "Una vida perdida
cometiendo errores es no solamente más honorable sino más útil
que una vida dedicada a hacer nada".Maldita Inglaterra En su obra Getting
Married hay una joven que rechaza el matrimonio porque no puede soportar la
falta de pulcritud masculina. Aunque algunos críticos han considerado
esta imagen como indicio de su escasa afición al sexo, otros han visto
un odio más productivo aún: el odio a Inglaterra, a los ingleses
y a sus hábitos. El marido sucio es el lamento de varias esposas inglesas.
Una de las originalidades de sus obras teatrales consiste justamente en su
repulsión, o su punto de vista irlandés, por decirlo con otras
palabras. Mira Inglaterra y a todas las cosas inglesas desde el norte, su
casa, sus vecinos, sus amigos de Dublín.
Ganancias, impuestos y caridad
"En América gano más de lo que puedo
gastar. Acabo de abrir una cuenta corriente en el banco y mi banquero se ríe
cada vez que me ve llegar, perpetuamente maravillado por todo lo que traigo.
Mi renta profesional está mermando por los impuestos, tanto en los
Estados Unidos como en Inglaterra. Cuando, de vez en cuando, gano unas 20
mil libras, por ejemplo, ¿a qué se reducen si están invertidas
y los impuestos afectan tanto al capital como a la renta que éste produce?
Teniendo en cuenta el capital de mi mujer y el mío, puede considerársenos
comprendidos en la clase de personas que reciben 5 mil y 10 mil libras al
año, y no lo gastamos todo. Soy uno de esos hombres para quienes el
dinero significa la seguridad y la liberación de ciertas tiranías
mezquinas. Si la sociedad quisiera proporcionarme ambas cosas, arrojaría
mi dinero por la ventana, ya que me molesta el tener que cuidarlo y atraer
la envidia y el parasitismo. Detesto la caridad, la protección, la
munificencia y todo lo demás. Repito que cuando presto dinero a ciertas
personas, las odio tan cordialmente como ellas a mí
G.B. SHAW
La diferencia entre Shaw y el resto
"El carácter del hombre y sus variaciones son el tema esencial de la novela de nuestro tiempo; la lírica es la complaciente magni magnificacion de venturas o desventuras amorosas; las filosofías de Heidegger y de jaspers hacen de cada uno de nosotros el interesante interlocutor de un diálogo secreto y continuo con la nada o con la divinidad; estas disciplinas, que formalmente pueden ser admirables, fomentan esa ilusión del yo que el Vedanta reprueba como error capital. Suelen jugar a la desesperación y a la angustia, pero en el fondo halagan la vanidad; son, en tal sentido, inmorales. La obra de Shaw, en cambio, deja un sabor de liberación. El sabor de las doctrinas del Pórtico y el sabor de sus sagas"
El padre de Shaw
"Cuando invitaban a mi padre a una comida o reunión, no siempre Regaba muy sobrio, pero siempre partía abominablemente ebrio. Claro está que un borracho alegre puede resultar agradable entre sus semejantes, e incluso entre personas tolerantes, si no es demasiado camorrista. Pero un borracho resulta insoportable cuando, como mi padre, teóricamente abstemio se muestra avergonzado y lleno de remordimientos después de haber bebido. El talento musical de mi madre lo salvó de la penosa situación en la que podría haber vivido. Por otra parte, mi padre no tuvo otro remedio que llevar su abstinencia teórica a la práctica, desde que un ataque de apoplejía dio con él en tierra en nuestra puerta, un domingo por la tarde. No padeció desilusión alguna. Carecía de ambición y sabía reír de sus infortunios. Nunca se lo vio llorar. Aunque experimentaba fases de melancolía. Uno de sus peores remordimientos estaba causado por el recuerdo de un gato a quien él, por puro juego, le había lanzado un perro que finalmente lo estranguló. Todos los males que le sucedieron no eran, en su opinión, sino el justo castigo por esa atrocidad que ningún hombre con corazón habría cometido
G.B. SHAW
Los prólogos
Tenía el hábito de escribir prefacios a sus
obras. No simplemente para aportar datos y cuestiones referentes a la puesta
en escena sino para fundamentar ideológicamente sus argumentos. En
estos largos prólogos se devela la finalidad esencialmente pedagógica
que de todas maneras siempre es evidente en el transcurso de la obra. Fue
innovador también en las acotaciones escénicas que no consisten
simplemente en indicaciones para actores sino que son explicaciones narrativas
de la situación que se está viviendo. Antes de que se realizara
el casting de actores para sus obras, él mismo se encontraba con los
postulantes y les leía con la entonación que según él
era la correcta para cada rol. El problema de la lengua inglesa y sus arbitrariedades
aparece formulado en Pygmalion, donde la alumna de clase baja debe transformarse
por completo para poder lograr -casi por vía de un milagro- una pronunciación
correcta. En el prólogo de esta ira, Shaw expone su teoría sobre
la relación que los hablantes tienen con este idioma
Un Nobel regalado
Aceptó los honores de la academia Sueca en 1925
pero no quiso el dinero del Premio Nobel Dispuso que esos fondos fueran destinados
a crear una Fundación AngloSueca, que debía encargarse de traducir
obras suecas al inglés. Si su preocupación por el lenguaje y
por la igualdad y la justicia de sus hablantes signó cada página
que escribió en su vida, también atravesó sus gestos
grandilocuentes y sus cuentas. Quienes le reprocharon más tarde que
malgastara su herencia en instituir un premio para aquel que inventara un
nuevo alfabeto, debieron reconocer al menos que se había atrevido,
en vida, a despojarse de una buena suma, sólo para que hubiera más
libros foráneos en su país.
El sexo de un escritor
Bernard Shaw le responde a Harris, el biógrafo que insiste en conocer sobre su vida amorosa: "Si abriga usted alguna duda con respecto a la normalidad de mi virilidad quítesela de la cabeza. Yo no era impotente ni esteril estéril ni homosexual. Era, en cambio, sumamente susceptible, aunque no sin motivo. Me hallaba también exento de la neurosis del pecado original. Nunca involucré el comercio sexual con la delincuencia. Lo asociaba siempre al placer y no padecía escrúpulos inhibitorios de comprometer a las mujeres o más bien de dejarlas que se comprometieran conmigo. La experiencia sexual me parecía un fin necesario en la formación del hombre. No tenía propensión alguna hacia las vírgenes; prefería las mujeres bien enteradas de lo que estaban haciendo. ( ... ) Como ya le he contado a usted, mis aventuras comenzaron a los 29 años. Sería, sin embargo, un tremendo error el fijar en esa fecha el comienzo de mi vida sexual. Recuerde usted que yo guardaba una perfecta continencia, interrumpida únicamente por las involuntarias y muy raras incontinencias del mundo de los sueños. Entre Oscar Wilde, que daba los dieciséis años como la edad en que se revela el sexo, y Rosseau, que declaraba que su sangre bullía de sensualidad en el momento de nacer (aunque se echó a llorar cuando Madame de Warnes lo inició), mi experiencia confirma a Rosseau y se asombra ante Wilde. Así como no acierto a recordar ninguna edad en que no haya sabido leer y escribir, tampoco acierto a recordar ninguna época en la que no haya ejercitado mi excesiva imaginación contándome historias de mujeres. ( ... )Cuando me casé, tenía yo demasiada experiencia para incurrir en el tremendo error de instalar sencillamente en mi casa a una querida permanente. Mi mujer, por su parte, tampoco incurrió en el error complementario. Nada podía impedirnos el que satisficiéramos nuestras necesidades sexuales sin pagarlas a ese precio, y fueron otras consideraciones las que nos convirtieron en marido y mujer. Mis aventuras amorosas consumadas no cuentan para nada, en duración y seriedad, junto a las que quedaron sin consumar o concluyeron descartando el amor físico."
Por un mundo mejor
Habría estado a la deriva quién sabe por cuanto tiempo más si no hubiese asistido a una disertación de Henry George, el economista americano, autor del libro Progreso ypobreza. Este orador le brindó justificación teórica a su incomodidad. En una sola noche la civilización burguesa salió desenmascarada y al poco tiempo Shaw estaba venciendo su timidez, dando un discurso en el Club Radical, bajo el título 'Tos ladrones", obviamente sobre terratenientes y capitalistas. George proponía la nacionalización de la tierra. Sostenía que la tierra al igual que el agua y el aire constituía un elemento natural cuya privatización por parcelas atenta contra los derechos universales. "Me anonadó, me sacó de la estéril controversia agnóstica para llevarme a la econornía", confesó Shaw. Pero, al poco tiempo, alguien recomendó al joven aprendiz de socialista que leyera a un tal Marx. Desde ese momento, la construcción de su utopía, tuvo a El capital como libro de cabecera, aunque no por eso desechó autores liberales y otras versiones del socialismo. Shaw coincide con el Manifíesto
Los amores de Shaw
Había dicho que la cantidad de amor que una persona común y corriente puede afrontar sin sufrir graves lesiones es aproximadamente una dosis de 10 minutos en 50 años". Con esta premisa, el escritor vegetariano, y tal vez célibe, llevó largos amores epistolares, persiguió a mujeres casadas, fraguó triángulos amorosos y se casó recién a los 40 años con la rica irlandesa Charlotte Payne-Tonwshend, que había aprendido mecanografía para transcribir las obras de su futuro esposo. Tal vez el personaje del profesor Higgins de Pygmalion, que se resiste a caer en el amor melodramático que ronda la pieza desde el comienzo, sea su alter ego. Llevó a cabo una apasionada correspondencia a lo largo de muchos años con Patrick Campbell, una señora viuda, la única que se atrevió a estrenar Pygmalion -las demás se negaban a pronunciar el insulto bloody, palabra que en Inglaterra en aquel entonces era un tabú y que maliciosamente el escritor había puesto en boca de Eliza, la chica sin educación- Aún estaba vivo Shaw cuando la actriz decidió publicar aquellas cartas, y recibió de su autor y amante la siguiente respuesta: %o voy a ser, querida, a esta altura de mi vida el caballo de tu Lady Godiva". Estas cartas y también las que mantuvo con otra admiradora fueron publicadas a pesar o confirmando su ironía: "Estar enamorado significa exagerar ásmesuradamente la diferencia entre una mujer y otra".
El mal carácter
Después del gran éxito obtenido en Broadway con la obra de teatro El discípulo del diablo, le preguntaron al productor Mansfield si se acordaba de agradecer a Dios por haberle puesto en las manos aquella pieza. El respondió: "Sí, cada noche me arrodillo a rezar antes de dormirme y le agradezco a Dios por haberme dado la obra. Y siempre termino mis rezos diciendo: '¿Por qué tenía que escribirla Shaw?-. Tan ciertos habrán sido esos rezos que a pesar del éxito rotundo, el empresario nunca más puso en cartel otra obra del autor tan famoso por sus obras como por su carácter malhumorado y difícil.
Santa Juana y el N Nobel
Probablemente Santa Juana le ganó el Nobel al incómodo Shaw. Hasta entonces gozaba de mucha popularidad pero de escasa simpatía en olimpos y parnasos. Un irlandés y un protestante rendían culto a la recién canonizada heroína de Francia y de la Iglesia Católica. Desde luego, la ironía de Shaw les jugó malas pasadas a los nacionalismos inglés y francés, al clero y al militarismo, y presentó a Juana de Arco como una mujer de gran inspiración moral, una sensata entre soldados estúpidos, pero arrebatada por una pasión: la rebeldía; que prestaba oídos a extrañas voces interiores o sagradas que la hacían libre, al sugerirle pensamientos opuestos al orden de los reyes y prelados. ( ... ) En el epílogo, una vez condenada por la Inquisición y por los poderosos, y quemada, pero reivindicada luego por el nacionalismo francés y por el Vaticano, en cuanto termina la Primera Guerra mundial regresa en forma de fantasma a hablar con caballeros, soldados, el rey, el inquisidor. Se entera de que el culto a su cadáver ha cundido, que ahora es la heroína nacional y que hasta ha sido canonizada en 1920; y escucha que se han multiplicado tanto sus estatuas en toda Francia que ya son un verdadero obstáculo para el tráfico, por lo que casi pide disculpas.Luigi Pirandello asistió a la premiere en Nueva York, en 1924, y descubrió dos cosas interesantes. La primera, que el público esperaba que Shaw lo mantuviera continuamente muerto de risa: los anglosajones esperaban un festín de ridiculización de la santa france sa; así, el cuarto acto (escena VI), el juicio y la condena de Juana de Arco, lleno de amargura intelectual, que a él le pareció el mejor, no se llevó grandes aplausos. La tragedia del genio moral ante la mezquindad de los poderes establecidos podía ser celebrada ante el público moderno en aforismos o en diálogos brillantes, pero no en todo un acto casi shakespeareano en el sentido de la grandeza y el heroísmo, así fueran aquí principalmente morales e intelectuales. A su irónico modo, había coturnos, había perfil heroico, hasta algo casi parecido al tono sublime, al "sonido y la furia". La segunda: la vocación de tolerancia de Shaw. Escribió Pirandello: "Este mundo, parece decirnos Shaw, no está hecho para que en él vivan los santos. Debemos tomar a la gente que lo habita como lo que son, pues no les ha sido concedido ser ninguna otra cosa". , Muchos críticos pensaron que, por Fin, y por única vez en su larga obra Shaw se acercaba al arte de Shakespeare."
José Joaquín Blanco
Superman
La invención de la palabra "superhombre" se le atribuye al filósofo alemán Friedrich Nietzsche que utilizó el concepto en su idioma übermensch para referirse al ser superior, evolucionado, más allá del bien y del mal. Pero fue Bernard Shaw, en 1903, quien utilizó por primera vez la versión inglesa de esa palabra en el título de su obra Hombrey Superbombre.
El reparto de la herencia
Los derechos de su obra Pygmalion, por la que ganó un Oscar en 1938 y que sigue siendo aún reproducida en infinitas versiones musicales en los teatros del mundo, han acrecentado su fortuna. El premio para cambiar el idioma se puso en marcha a pesar de la renuencia de sus albaceas. Finalmente, y después de cinco años de trabajos infructuosos, fue concedido un porcentaje del premio a las que fueron consideradas las propuestas más coherentes, aunque ninguna cumplía con el ideal que Shaw. Al final se decidió concentrar el flujo de dinero a las otras dos instituciones que Shaw nombraba en su testamento: la National Gallery de Irlanda, el Museo Británico y la Royal Acaderny of Dramatic Art.
TESTAMENTO
DE BERNARD SHAW
(Fragmento dedicado al premio)
Dejo el porcentaje restante (N. de R: aproximadamente un 70 por ciento de su herencia) para la creación de un premio nacional para aquel investigador o grupo de investigadores que presenten un proyecto que logre poner fin al flagelo que atenta contra la enseñanza y uso de la lengua inglesa. Un año después de mi muerte se encontrará a disposición esta suma para quien presente el proyecto que reduzca el alfabeto inglés a la cantidad de signos que se correspondan con sus sonidos y que permita llevar a cabo la modificación del idioma.
origen de datos: legados de pag 12
La hipocresía, el formalismo, la crueldad y el convencionalismo británicos lo exasperan. "No son respetables; sólo van vestidos elegantemente. No son gente moral; sólo viven bajo normas convencionales." No iba a dejarse enganar por el amor a la libertad que pregonan los déspotas ni por el amor a la libertad de opinión de que se jactan siempre los británicos. Había tenido la oportunidad, como extranjero en las islas, de sufrir la tradición inglesa que defiende el pluralismo mientras ajusta con su flema una perfecta maquinaria represiva. Sabía muy bien que el sentido de justicia social es bastante rudimentario en Inglaterra, y él mismo solía decir que cada cuatro ingleses uno va a dar en la fosa común. Otros grandes autores como Cunninghame-Graham y John Burns habían sido detenidos por tratar de utilizar su derecho a la libre expresión. Cuando, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, Shaw escribió unos artículos periodísticos titulados "Cornmon Sense About the War" ("El sentido común sobre la guerra"), fue amenazado con un juicio por alta traición y se les cerraron las puertas de la gloria por un tiempo considerable. Exponía allí con gran inteligencia lo que estaba pensando un gran número de gente en ese mismo momento: la guerra como el último manotazo de ahogado del sistema capitalista, de los grandes imperios, y la guerra como una pérdida insensata de vidas. El juicio nunca ocurrió, pero Shaw dejó de escribir teatro para concentrarse en la política, convertido en un paria por la misma sociedad que lo había celebrado como su pensador esclarecido y gracioso. Cuando Frank Harris, uno de sus biógrafos, insistía en recabar datos sobre su vida íntima, Shaw le respondió en una carta que, simplemente, no la tenía: él, como Shakespeare, era todas las cosas y todos los hombres."Soy nada y soy nadie. He sido todas las cosas y todos los hombres y, a su vez, no soy nadie, no soy nada." Con la fuerza que sólo puede tener la nada, en cuanto encontró en el socialismo las ideas que lo despertaron, empezó la guerra contra todo lo que pensó equivocado o ficticio. Fue violento, corrosivo y petulante. Pero a su vez cumplía, como corresponde a un escritor y como Borges también lo ha hecho con gran maestría, con el culto a la falta de coraje. Le gustaba bombardear verbo- rrágicamente, pero se ocupaba de aclarar' que no habría muertes ni heri-das mientras el estuviera en una discusión, y que de ninguna manera había necesidad de revolución violenta ni de masas alzadas para llegar al mundo socialmente justo que tenía en mente. "El valor intelectual es el coraje di mi profesión, y yo lo poseo en el más alto grado; pero cuando empiezan los disparos, exijo el derecho a meterme debajo de la cama y a dejar la pelea a las personas cuyas vidas, por carecer de valor, no están providenciámente protegidas por una sensata cobardía. " Nadie como él ha seguido con tanta fidelidad el viejo precepto griego de que "el arte debe instruir y deleita?. Shaw detestaba la idea del arte por el arte que circulaba con entusiasmo cerca suyo. Ante las críticas que lo acusaban de excesivamente pedagógico, respondía: %o pienso mover un dedo en producir una obra de arte si pienso que no hay más que arte en ello". Todas sus obras tienen por debajo o por arriba una convicción política, la demostración de la determinación del medio en que justifican para él su razón de ser. Paradójicamente, pocos autores han sido considerados tan 11 entretenidos" como él. Si no se puede negar que en muchos casos construyó verdaderos tratados sociológicos, tampoco que han seguido siendo representados por el mundo aun cuando hasta las ideas de base resulten ingenuas o perimidas. "¿Por qué hay que excomulgar a la risa y al humor?", es la pregunta que Shaw le hizo sinceramente a Tolstoi. "Supongamos que el mundo fuera solamente una broma de Dios; ¿no querrías trabajar para que al menos resultara un buen chiste?" Estaba convencido de que el teatro tenía en las sociedades modernas una función análoga a la que había tenido la Iglesia en la Edad Media. Era, entonces, un monje fanático que escribía sin cesar y que encontraba la manera de provocar a la gente, de hacerla pensar y padecer. "Lo que se toma por racionalismo en mis obras es, en realidad, un vigoroso ejercicio del poder de razonamiento que había desarrollado en mi rol de sociólogo y economista. Puedo razonar problemas que la mayoría de los autores de ficción sólo pueden resolver refugiándose en el sentimentalismo. Pero la razón es solamente un instrumento y no encontrarán otra definición en mis obras. Lo que encontrarán, por otro lado, es el convencimiento de que el intelecto es, en esencia, una pasión. Y que la búsqueda de la sabiduría en cualquiera de sus formas es un emprendimiento más perdurable e infinitamente más interesante que, digamos, la conquista de una mujer."
Pygmalion
Todas las biografías mienten. Nadie es lo suficientemente bueno ni lo suficientemente malo como para decir la verdad sobre sí mismo. Esto pensaba Shaw, aún después de haber accedido a entrevistarse con sus biógrafos más autorizados. Prueba de estos razonamientos son todas las declaraciones equívocas que hizo sobre su pasado. A pesar de su incredulidad, acordaba en que la infancia de una persona es donde puede hallarse el relato más interesante y más de una vez señaló con el dedo en qué párrafos y en qué personajes de sus ficciones había que encontrar momentos de su propia vida. Dicen que el personaje del señor Doolittle en Pygmalion era lo más parecido, aunque en una versión perdonada, a su propio padre. Esto es decir que George Carr Shaw era, un vagabundo, borracho y aprovechador sin límites del trabajo de los otros, que gastó en vino y cerveza lo que nunca ganó y que jamás modificó sus costumbres. Bernard pasó por varias escuelas públicas tanto protestantes como católicas y terminó odiando a ambas. Más tarde en diversos reportajes se refería a una de ellas como la inútil prisión de jóvenes". Había nacido el 26 de julio de 1856 en Dublín en una familia perteneciente a la burguesía protestante irlandesa, que muy pronto se disolvió con la huida de la esposa. Sería injusto terminar con el retrato del viejo Shaw, sin aludir a los cuentos de los vecinos de su cuadra que veían en él al hombre más afable, más graciosamente estrábico y simpático del mundo, y por sobre todas las cosas el más hábil para blasfemar. Todo su humor co rrosivo y subido de tono se lo entregó en herencia a su hijo. Pasó a la historia también por haber sido uno de los pocos pacientes a quienes el prestigioso oculista, padre de Oscar Wilde no sólo no pudo curar sino que empeoró co nsiderab le m ente. La madre de Shaw, Lucinda Elízabeth Gurly Shaw, cantante lírica e hija de un terrateniente empobrecido, dejó la casa matrirnonial y se llevó a Londres a sus dos hijas mujeres, Lucy y Agnés. Quería probar suerte lejos de su marido y con sus clases de canto. Mientras tanto, Bernard antes de cumplir los 16 había tenido que abandonar sus estudios para conseguir algo de plata trabajando en una oficina pública de la ciudad. Las leyendas biográficas se concentran en el dolor irlandés, en el niño solitario que su madre ignoró en pos de una enfermiza predilección por sus hijas mujeres. Pero no es la primera vez que una conjunción por el estilo da como resultado un escritor brillante. En todo caso, la originalidad está en la versión ejemplar que el
Shaw armó con este asunto:
Yo era como todos los jóvenes deberían serlo
un devoto de la Venus Ucrania Estaba embebido desde la infancia en la música
romántica. Me sabía de memoria todos los cuadros y todas las
estatuas de la Galería Nacional de Irlanda (un museo bas tante bueno).
Leía todo lo que caía en mis manos. Dumas padre me contaba la
historia de Francia como una ópera de Meyerbeer. Desde nuestro cottage
de Dalkey Hill contemplaba una eterna visión shelleyana del mar, los
cielos y las montañas. La vida real era sólo un sórdido
paréntesis en un paraíso imaginario. Me hallaba colmado de melifluo
rocío. La Venus Urania era hermosa". Más allá de
los lamentos es muy cierto que aparte de la madre cantante, no había
ningún estímulo para que este joven se interesara por el arte
como lo hizo. En su casa jamás hubo biblioteca y algunos agregan que
no sólo en su casa sino que "nadie leía en Hatch street
Después de haber trabajado durante algunos meses, Shaw también
decidió dejar la ciudad para no volver, cuanto menos, en los siguientes
30 años. En busca de una mejor vida se embarcó rumbo a Londres
en marzo de 1876 y se reunió con su madre, quien había logrado
cierta estabilidad con sus clases de música. Sin plata y sin ropa elegante
se alojó en una callecita muy próxima al British Museum a cuya
sala de lectura en gran medida se le debe lo que hoy conocemos corno Bernard
Shaw. Uno de sus amigos intenta resumir aquellos días con un retrato:
«Se sentaba a leer El Capital de Marx, alternando esta lectura con la
partitura musical de Tristan e Isolda, del crítico musical William
Archer, además de consultar cada tanto unas obras de lbsen desparramadas
en ese universo propio". Cuando llegó a Londres, de todas formas,
era un joven capaz de leer música, de reconocer estilos y movimientos
artísticos y que en poco tiempo se convirtió en un audaz, pero
no por eso menos respetable crítico de arte, teatro y de música.
Se enseñó a sí mismo todo lo que necesitaba saber. Y
más tarde alguien leerá este ejercicio de transformación
como una epopeya desde lo más abyecto a lo más admirado, mientras
otros verán su historia como el perfecto resultado del ímpetu
que sólo poseen los que buscan revancha. Tenía que vengarse
de todos. "Afortunadamente -dijo sobre esta hipótesis- yo tenía
un corazón de acero, si no, mis relaciones habrían terminado
muy mal con ellos hace mucho tiempo."Buen
fin y mal principio El camino de este Pygmalion no está guiado como
lo estuvo el de la protagonista de su obra por una relación amorosa.
No fue el amor sino el espanto, digamos también para este caso. En
esta ruta moral que emprendió consigo mismo y que luego intentó
emprender con todos los espectadores de sus obras, Shaw fue acusado de impotente,
puritano o al menos célibe. "Y usted, como biógrafo, tendrá
que aceptar el hecho de que yo viví de la pintura y de la música,
de la ópera y la novela, escapando así a la seducción
hasta que tuve 29 años y una viuda emprendedora, alumna de mi madre,
apeló con éxito a mi curiosidad. Si quieren saber cómo
ocurrió todo ello lean Philanderes y júzguenla a ella por el
papel de Julia y a mí por el de Charlteris.'' En el casamiento de Bernard
Shaw se dan finalmente las condiciones económicas necesarias para el
gran paso de Pygmalion. Una relación casi contractual y la dote de
su consorte le permiten liberarse de las preocupaciones económicas,
dedicarse entonces a escribir y ahora sí a ganar dinero. Tardó
unos nueve años en lograrlo, vagó por Londres, escribiendo notas
periodísticas y dando discursos elocuentes sin ganar más que
9 libras al mes. El trabajo de oficinista público y administrativo
que tenía en Dublín le había dado seguridad: hacía
el rol de un hombre con traje de niño y lo hacía bien. Pero
al llegar a Londres se puso a trabajar en una compañía telefónica.
En el puesto más inapropiado para su mal humor y su timidez. Tenía
que vender líneas telefónicas casa por casa. justamente en Inglaterra
donde se cree tal vez, aun hoy, que el hogar es una fortaleza contra las invasiones
públicas, él debía convencer de que " dejaran instalar
un poste de teléfono en cada jardín. Más tarde, Shaw
se iba a demostrar como uno de los mejores oradores en contra del determinismo
social y las injusticias del capitalismo, pero mientras tanto, de casa en
casa, tardando veinte minutos antes de animarse a entrevistarse con sus clientes,
demostraba cuan inepto podía ser para ciertas cosas. En cuanto lo admitió,
se dedicó a lo que sabía: mentir. Escribir. Se hizo periodista
de arte, de música y de espectáculos. En cada una de las revistas
donde leían sus pruebas lo tomaban. Si bien algunos le han crit~ ¡cado
falta de superioridad, nadie pudo criticarle la osadía y el interés
de aquellas notas. Sabía a estas alturas que tenía que ser escritor
y produjo en el término de cinco años cinco novelas. Tenía
una rutina: cada día pasara lo que pasara escribía veinte páginas
con letra redonda y pequeña' preocupándose de corregir con círculos
obsesivos sobre cada letra para que nadie adivinara cuál había
sido su primera versión. Los editores, también tenían
su rutina: le rechazaron todas. Dijeron que el estilo llegaba con 150 años
de retraso. Blackwood, ha dicho Shaw, le aceptó una, sólo que
a los pocos días lo llamó para decirle que se trataba de un
error. Una vez convertido en comediógrafo estrella y después
de 50 años de haberlas escrito, Shaw consiguió publicarlas.
Pero con los lectores, las cinco obras (Precocidad, El nudo irracional, La
profesión de Cashel Byron y El amor entre los artistas) corrieron la
misma suerte que habían corrido con aquellos primeros editores. Cerca
de cumplir sus 94 años, Shaw definió su trayectoria diciendo
todo lo contrario de lo que podría concluirse a partir del relato anterior:
"Yo nunca luché, ascendí por propia gravitación".comunista
en la abolición de las empresas privadas y su absorción por
el Estado, la supresión de clases y la obligación de trabajar.
Pero, en cuanto a la distribución del salario, tenía una propuesta
personal. Estaba a favor de una absoluta igualdad de ingresos. El que trabajara
menos de lo que le correspondía estaría cometiendo un robo,
mientras que el que trabajara más estaría haciendo un despliegue
de energías que por innecesario no merecía retribución.
Sin comprender la razón de la plusvalía en la definición
de los precios de cada producto, Shaw se inclinaba por la ley de la oferta
y la demanda. En su Manual, llamado The Intelligent Woman's Guide to Socialism
and Capitalism, concluye que el valor de un producto se debe regular por su
escasez o abundancia en el mercado. El valor que adquiere un vaso de agua
en el desierto no tiene relación con la fuerza de trabajo que llevó
su elaboración. Durante doce años predicó el socialismo
desde la tribuna, en las plazas, en los mercados, en las esquinas y en los
salones. La timidez había desaparecido por completo, hablaba frente
a un público heterogéneo que deliraba con su voz. Al hábito
de escribir todos los días se le sumó el de salir a
hablar todos los domingos y feriados. El mismo calcula haber pronunciado tres
discursos cada quince días lo que suma unos mil en doce años.
El día en el que iba a afiliarse a la Federación Social Demócrata
se encontró con un folleto titulado "¿Por qué hay
tantos pobres?". Líneas más abajo se anunciaba que era
la primera publicación de la Sociedad Fabiana. Un buen nombre. Aludía
a literatura, cultura, desinterés. El nombre del grupo estaba inspirado
en el general romano Quintus Fabius Maximus, famoso por enfrentar al adversario
mediante estrategias inteligentes sin recurrir jamás a la
batalla. Hagamos teoría y no la revolución
En muchos sentidos era un amante del orden y la tradición. Estaba a
favor de abolir el capital privado, pero consideraba que no era necesario
que para lograrlo se tuvieran que levantar
las miserables masas. Admiraba a Lenin, pero atribuía su fracaso al
haber intentado implantar sus ideasde manera violenta. En su obra Evolución
de la sociedad hacia el socialismo, expone la teoría de que naturalmente
la sociedad moderna evoluciona hacia el socialismo sin necesidad de revueltas
sangrientas. El acaparamiento de la tierra en unas pocas manos no puede evitar
la socialización creciente de los servicios públicos, sus regulaciones,
la administración repartida en consejos, instituciones municipalidades,
etcétera.
La sociedad fabiana era justamente lo que Shaw estaba necesitando para desarrollar
sus ideas y para completar la formación que luego abundaría
en sus obras: un reducido grupo de hombres que pensaba
igual, altos burócratas, profesionales, rentistas
que se reunían en los salones de uno
o de otro. No cobraban cuota fija ni contaron jamás con más
de 2 mil miembros, de los cuales unos cien participaban
activamente y entre ellos, pocos nombres sintetizaban
susideas: Sydney Webb, Graham Wallas, Keir Hardie. Las sociedades proletarias
los llamaban "socialistas de salón", "socialistas apoltronados"
o "socialistas con gas y agua caliente". Aun así, lograron
mantenerse cohesionados y sostuvieron esta sociedad que produjo un partido
Laborista en la Cámara de los Comunes y un movimiento revisionista
en Alemania. Shaw, aun para los que criticaban al movimiento por educado y
burgués, era una excepción. Es cierto, cobarde y con sentido
aristocrático, jamás mostró predisposición para
el martirio ni confió en que los pobres enfervorizados, sin buenas
armas y en desorden, pudieran vencer a policías y a los recaudos del
sistema. Pero participó en manifestaciones callejeras sin evitar jamás
el trato con la gente. Así como definía al anarquismo como "un
juego en el que la policía te puede ganar", definía a la
democracia capitalista como "un sistema por el que se asegura que no
seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos" o "una forma de
gobierno que sustituye a la mayoría incompetente por una minoría
corrupta". Los fabianos produjeron una serie de folletos sobre diversos
temas y llevan siempre la mano de Shaw, entre ellos: "El manifiesto Fabiano
(1884), "el verdadero programa radical" (1887), "Socialismo
para millonarios" (1901).
Los trajes raros
La caricatura de Bernard Shaw lo muestra desaliñado,
flaco, anguloso, con una exagerada barba pelirroja o plateada cumpliendo su
función de cubrir las marcas de una viruela que lo asaltó a
los 40 años. El asunto de su vestuario fue objeto de comentarios en
su época. La rutina aquella de sus cinco novelas incluía cortarse
las hilachas de sus puños del traje y entonces durante sus primeros
años de periodista y novelista se paseaba por las redacciones y los
mitines políticos con trapos rotos. De este estilo descuidado y harapiento
de. pronto pasó a modelos brillantes multicolores, de cortes excéntricos.Lo
primero que hizo en cuanto ganó sus primeros dineros fue comprarse
ropa. Pero para esta elección no siguió sus conocimientos de
arte ni su aguda observación del medio sino, otra vez, el hechizo de
los oradores. Admiraba a Andreas Scheu, orador austríaco exilado en
Londres a causa de sus ideas políticas y que en ese momento estaba
empeñado en fundar en la capital inglesa la compañía
Jaeger. Jaeger se llamaba el médico alemán que quería
modificar los males de este mundo haciendo que sus habitantes vistieran trajes
saludables, confeccionados completamente con lana. Los principios científicos
y filosóficos de esta teoría convencieron al escritor, que en
cuanto Scheu cumplió con su cometido y abrió la primera casa
de la firma, invirtió allí su dinero. Con gran asombro de su
amigos, el hombre gris se había convertido en technicolor. Chaquetas,
pantalones y sacos tenían siempre un tono fuera de lo posible y alguna
particularidad. Mientras tanto, la manía del médico diseñador
fue aun más lejos, inventó un traje de una sola pieza a base
de lana elástica, ajustado al cuerpo. El cliente fiel, probablemente
el único, en cuanto supo de la novedad pidió un traje a medida
y dio un paseo por las avenidas más elegantes de Londres. Quedan todavía
algunas fotografías. Y aunque durante aquel trayecto nadie se burló
de él -tal vez la altura y la barba resultaran intimidatorios- no se
lo puso nunca más. La fama de excéntrico se completó
con otro modelo. El día del estreno de su primera comedia Casa de Viudos
en el Royalty Thattre en 1892, salió a responder a los gritos dealgunos
disconformes y a los aplausos de sus amigos fabianos con un traje de lana
plateado. Deslumbrante. "¿Les gustó?", preguntó
ambiguo refiriéndose tal vez a la obra o a su atuendo. Luego se fue
entre las risas de la gente. Después se dijo que odiaba la etiqueta
y que había creado una moda Shaw. Parece más cierta la versión
de que en todo caso, después de estas travesuras de un hombre que vivió
mal vestido durante casi treinta años, luego se haya dedicado a dormir
sobre los laureles de las habladurías. Las leyendas, cuenta Harris,
"le atribuían el haberse negado a usar trajes de etiqueta, su
expulsión de la ópera en paños menores y la prohibición
de su entrada a los teatros, añadiendo toda clase de detalles sobre
sus respuestas en tales ocasiones, sus ofrecimientos a quitarse el traje del
escándalo, etcétera".para
todos Cuando cayó del árbol de su jardín supo que la
muerte vendría pronto. "No caí de un árbol, caí
del estado de gracia", anunció para que los periódicos
empezaran a preparar las necrológicas. Efectivamente, a los pocos días
y por culpa de aquel
golpe, Shaw murió el 2 de noviembre de 1950 en su casa de campo de
Ayot St. Lawrence. Hasta sus últimos días, continuó escribiendo
prefacios a sus propias obras teatrales y cartas a los diarios, amigos y editores
quejándose o corrigiendo siempre algún error. Shaw realmente
deseaba
cambiar el mundo. Y sin dudas creía en que él era la persona
indicada
para hacerlo. La idea de modificar elalfabeto inglés no apareció
como un desplante de viejo loco a la hora de redactar su testamento. El problema
de este lenguaje irracional, cornplicado, con letras de más, había
sido su obsesión durante años. Argumentaba que el abecedario,
tal como lo conocemos, es incapaz de reflejar los sonidos que producimos al
hablar; en muchos casos un sonido corresponde a dos letras. Lo mismo ocurre
con el francés, donde se escriben letras que no se pronuncian. "Nada
ha sido dicho sobre la colosal pérdida de tiempo que implica escribir
letras de más, equivocarse en ortografía y dudar entre una palabra
y otra. El idioma tal cual está planteado, es costoso, impopular y
antieconómico, mucho más de lo que implicaría tomar la
decisión de modificar el alfabeto", decía Shaw Prestaba
atención a la población cada vez más bilingüe que
constituía a Inglaterra y a la humillación que significaba para
los padres inmigrantes que sus hijos tuvieran que corregirles las faltas de
ortografía. Por otro lado, señalaba algo que se mantiene en
las escuelas de hoy; los niños ingleses tardan un año más
en el proceso de lecto escritura que aquellos que tienen un alfabeto sin tantas
trampas. El mismo había sug~ erido una solución: desarrolló
un proyecto de 42 caracteres basándose en que el inglés posee
42 sonidos. Lo imagino en caracteres no románicos para evitar confusión
con el alfabeto que hemos usado durante todo este tiempo. Publicó su
idea en el London Times y en alguna que otra revista especializada, antes
de dejar su fortuna a quien lo completara. En cuanto los diarios publicaron
su testamento, la ira cayó sobre él. Mientras el país
se hallaba empobrecido por los efectos de la Segunda Guerra Mundial, Shaw
seguía malgastando artillería, para un trabajo inútil.
Aunque hubieran logrado inventar un alfabeto que reflejara las buenas intenciones
que también tuvo el esperanto, habría sido imposible o injusto,
impartir la orden de modificar el hábito de la escritura en una población
entera. Varios jóvenes presentaron proyectos y después de unos
cuantos años de infructuosa búsqueda, los albaceas decidieron
dar por terminado el asunto, otorgaron un premio compartido a las mejores
intenciones, se publicó la obra de teatro Androclesy el león
en el alfabeto ideal y el inglés siguió corno era entonces.