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La
naturaleza es aquello que el hombre no ha creado pero que ha disparado en él
una compleja trama de su propia creatividad. El paisaje en el arte es el
vehículo que nos lleva a reflexionar sobre los misterios más profundos de
ese mundo exterior que nos rodea y la forma en que lo abordamos. También, a
la propia recreación de nuestras imágenes o paisajes del subconsciente.
EL MUNDO ANTIGUO: EL PAISAJE EN
SEGUNDO PLANO
Conservamos pocas representaciones de la naturaleza en nuestro arte
occidental de herencia grecorromana. El sentido griego, tan consustanciado
con los valores humanos, la relegó a un segundo plano. Esto explica por qué
en Roma y en Pompeya -de los pocos ejemplos que aún podemos apreciar- las
escenas mitológicas o pastorales presentan al paisaje solo como fondo.
En las catacumbas cristianas las referencias a la naturaleza son escasas,
asumen características simplemente referenciales y están también al servicio
del personaje o de la historia narrada.
De
este modo, junto a Hércules se ve "una especie de árbol" que representa al
jardín de las Hespérides, y la figura de Jesús con sus ovejas es acompañada
por sólo algunas líneas que nos refieren el paisaje. Entonces, en esta
primera etapa del arte occidental (siglos I y II de nuestra era, momento en
que el cristianismo vive aún en la clandestinidad y el Imperio Romano ha
entrado en decadencia), observamos un alejamiento e incluso cierto rechazo
del mundo exterior.
Esto marcará el punto de partida de una compleja iconografía que dominará
todo el mundo medieval.
Pero, ¿por qué el arte de las catacumbas nos deja ver tan poco de la
naturaleza? Porque la atención puesta en la idea trascendente, en la
enseñanza de la religión, no da lugar a ningún elemento que pueda distraer
del mensaje central. Los personajes de la Historia Sagrada, por otro lado,
denotan la influencia griega (Cristo sin barba y rubio), la influencia de
temas paganos (Hércules = héroe = Cristo) y el aporte de la tradición
judaica (decoraciones encontradas en DURA EUROPOS, cerca de Damasco).
EL MUNDO MEDIEVAL
El arte medieval, expresión del mundo cristiano, recorre un largo camino
hasta crear un estilo que podemos considerar como el primer estilo
occidental: el románico. En los manuscritos ilustrados -Biblias, Evangelios,
salterios, etc.- que se producen en los monasterios desde el siglo V al XV,
nos encontramos con representaciones de características formales más
"abstractas" y esquemáticas hasta las últimas -próximas al Renacimiento-, en
las que la descripción y aproximación al modelo real sorprende,
fundamentalmente en las personas.
De los individuos estereotipados, a veces sin volumen, con cuerpos reducidos
casi a formas geométricas del primer arte medieval, no podemos esperar que
el espacio en el cual aparecen sea uno real. Si la enseñanza nos dice que
este mundo engañoso e irreal, lleno de peligros y tentaciones, es un
tránsito necesario para llegar al verdadero mundo o reino celestial, la
naturaleza sólo implica para el hombre el lugar donde trabaja y obtiene los
frutos para su supervivencia. Ninguna imagen nos lleva a pensar que en esta
época significase atractivo el mundo natural.
La sociedad medieval, en medio de tanta turbulencia provocada por las
sucesivas invasiones de los pueblos, no ha encontrado una relación de
tranquilidad -mucho menos de placer- en la contemplación del paisaje. Al
llegar el año 1000, la alianza entre la Iglesia y el poder Imperial (desde
Carlomagno en adelante) se traduce en la construcción de un importantísimo
número de monasterios, en los cuales se ejecutan cantidades de libros
ilustrados.
También las Cruzadas y el intercambio de productos van a transformar la
economía. Las ciudades irán así concentrando actividades de todo tipo. En el
siglo XII se fundan las primeras Universidades y cada ciudad importante
construye su iglesia Catedral, consagrada a Nuestra Señora.
El arte define su nuevo estilo: el gótico. Aquí empezamos a encontrar
representaciones de la naturaleza que van lentamente apoyándose en una
observación del modelo real. Así como los personajes de la Historia Sagrada
van definiendo y diferenciando sus rasgos fisonómicos y sus cuerpos marcando
volúmenes, los árboles, las plantas y las referencias arquitectónicas
adquieren también características similares. En un proceso de afirmación del
individuo en la sociedad, los siglos XIII y XIV ya nos dan los nombres de
artistas importantes: Duccio, Giotto, Los Lorenzetti y Simone Martini, entre
otros.
Ellos nos introducirán en el camino hacia el realismo del Renacimiento.
Conocemos la historia cristiana; también aparecen protagonistas no sagrados
en medio de un paisaje con referencias reales. Sin embargo, todavía el
artista no se somete a lo que ve, sino que compone a su arbitrio ese fondo
que acompaña a los personajes. Por último, hay una especie de naturaleza
ideal que surge en los tapices medievales, fundamentalmente vinculada al
arte cortesano (gótico internacional). En ella la seguridad va unida a la
representación de los jardines cerrados y los peligros a la de los bosques.
Buenos ejemplos para cuando uno viaja:
·
Manuscritos
de los siglos VII y VIII con representaciones de escenas bíblicas, como El
Diluvio, El Génesis y El Sermón de la Montaña.
·
Duccio y su
obra "La Maestá".
·
Giotto y los
ciclos de frescos dedicados a San Francisco en Asís.
·
Tapices de
distinto origen (franco flamencos) con escenas religiosas o señoriales.
·
Miniaturas de los hermanos de Limburgo ilustrando el Libro de Horas del
Duque de Berry.
LOS
SIGLOS XV Y XVI
El
hombre en el Siglo XV no abandona su sentido religioso ni es menos creyente
que en el siglo anterior.
Sin embargo, cambia su relación con el mundo exterior, que durante siglos lo
había limitado y que ahora se presenta como un desafío y una aventura
apasionante -al punto de llevarlo a la conquista de un nuevo continente-.
Si nos ubicamos en Italia -y, más concretamente, en Florencia- en los
inicios del siglo XV, cuando Brunelleschi construye la cúpula de Santa María
de la Flor, y concluimos con la llegada de Colón en 1492 a América, tenemos
la impresión de que el hombre del Renacimiento se siente dueño del espacio.
Y no sólo de ese espacio en el que transcurre su vida -representado
por una arquitectura puesta y pensada para su uso y servicio y técnicamente
resuelta con la teoría y las enseñanzas de los tratados que la Antigüedad
Clásica le ha legado-, sino también del espacio natural, que parece abrirse
ante sus ojos y su curiosidad, dando nacimiento a la ciencia moderna. Los
nuevos horizontes (la navegación, la descripción topográfica, etc.)
traducidos a formas artísticas, convierten a la pintura en una ventana
abierta a un mundo tan real como el del artista.
El rol adjudicado a la naturaleza, ahora objeto de estudio y
contemplación, es en muchos ejemplos (venecianos y flamencos) aun más
importante que el de las figuras humanas. Toma entidad cada árbol, cada
montaña, cada nube, cada llanura. Sin embargo, la mayoría de estas imágenes
son paisajes de fantasía: el artista no ha copiado los lugares observados;
todavía el paisaje como tema autónomo no ha nacido.
Además, no se abandona el concepto que asocia a la naturaleza con la
representación simbólica, donde el tema central -fuertemente cargado de
elementos simbólicos- penetra en el paisaje, haciendo de él el complemento
necesario del mensaje. Podríamos tomar ejemplos de la pintura flamenca o la
italiana, y nos encontraríamos con obras pletóricas de misticismo y otras
que superan el límite de lo fantástico. Cabe decir entonces que en toda
época, y más aún en el Renacimiento, el arte no se expresa por una vía
única; y que la forma que adopta la naturaleza en la obra traduce no sólo el
genio de un artista sino también el espíritu y la cosmovisión de su tiempo.
Al llegar el Siglo XVI la crisis se manifiesta artísticamente en el
manierismo: el espacio y el mundo exterior pasan a ser muchas veces sitios
inhóspitos, desagradables, caóticos o fantasmagóricos. El equilibrio se ha
roto y la crisis se hace evidente. Se necesitará un tiempo de grandes
cambios para que Europa pueda sentirse fortalecida políticamente y continuar
con su tarea de conquistar el mundo y colonizar nuevas tierras.
EJEMPLOS:
·
Varias
imágenes del cortejo de los Reyes Magos por Gentile da Fabriano (1370 -
1427), Sassetta (+ 1450), Benozzo Gozzoli (1420 - 1498).
·
P. Ucello
"Cacería nocturna" y "Batalla de San Romano"; Ghirlandaio "Natividad";
Pollaiolo "San Sebastián"; Pierro della Francesca "Triunfo de Federico de
Montefeltro"; Leonardo da Vinci "Virgen de las rocas" y "Santa Ana, la
Virgen y el Niño".
·
Maestro de
Flemalle "Natividad"; Jan Van Eyck "El Cordero Místico"; Vander Goes
"Adoración de los Reyes"; Memling "La Pasión"; El Bosco "El jardín de las
delicias"; J. Patinit "La huida a Egipto".
·
Gentilli
Bellini "Milagro de la Santa Cruz"; Giovanni Bellini "Oración en el huerto";
Carpaccio "Llanto sobre Cristo muerto"; Giorgione "La Tempestad".
Grünewald "Retablo Insenheim"; P. Brueghel "La loca Margarita", "Subida al
Calvario", "Juego de niños", "Vuelta del ganado" y "Cazadores en la nieve".
El Greco "Crucifixión", "Asunción de la Virgen" y "Vista de Toledo hacia el
1600".
SIGLOS xv y xvI
El
hombre en el Siglo XV no abandona su sentido religioso ni es menos creyente
que en el siglo anterior. Sin embargo, cambia su relación con el mundo
exterior, que durante siglos lo había limitado y que ahora se presenta como
un desafío y una aventura apasionante -al punto de llevarlo a la conquista
de un nuevo continente-.
Si nos ubicamos en Italia -y, más concretamente, en Florencia- en los
inicios del siglo XV, cuando Brunelleschi construye la cúpula de Santa María
de la Flor, y concluimos con la llegada de Colón en 1492 a América, tenemos
la impresión de que el hombre del Renacimiento se siente dueño del espacio.
Y no sólo de ese espacio en el que transcurre su vida -representado
por una arquitectura puesta y pensada para su uso y servicio y técnicamente
resuelta con la teoría y las enseñanzas de los tratados que la Antigüedad
Clásica le ha legado-, sino también del espacio natural, que parece abrirse
ante sus ojos y su curiosidad, dando nacimiento a la ciencia moderna. Los
nuevos horizontes (la navegación, la descripción topográfica, etc.)
traducidos a formas artísticas, convierten a la pintura en una ventana
abierta a un mundo tan real como el del artista.
El rol adjudicado a la naturaleza, ahora objeto de estudio y
contemplación, es en muchos ejemplos (venecianos y flamencos) aun más
importante que el de las figuras humanas. Toma entidad cada árbol, cada
montaña, cada nube, cada llanura. Sin embargo, la mayoría de estas imágenes
son paisajes de fantasía: el artista no ha copiado los lugares observados;
todavía el paisaje como tema autónomo no ha nacido.
Además, no se abandona el concepto que asocia a la naturaleza con la
representación simbólica, donde el tema central -fuertemente cargado de
elementos simbólicos- penetra en el paisaje, haciendo de él el complemento
necesario del mensaje. Podríamos tomar ejemplos de la pintura flamenca o la
italiana, y nos encontraríamos con obras pletóricas de misticismo y otras
que superan el límite de lo fantástico. Cabe decir entonces que en toda
época, y más aún en el Renacimiento, el arte no se expresa por una vía
única; y que la forma que adopta la naturaleza en la obra traduce no sólo el
genio de un artista sino también el espíritu y la cosmovisión de su tiempo.
Al llegar el Siglo XVI la crisis se manifiesta artísticamente en el
manierismo: el espacio y el mundo exterior pasan a ser muchas veces sitios
inhóspitos, desagradables, caóticos o fantasmagóricos. El equilibrio se ha
roto y la crisis se hace evidente. Se necesitará un tiempo de grandes
cambios para que Europa pueda sentirse fortalecida políticamente y continuar
con su tarea de conquistar el mundo y colonizar nuevas tierras.
EJEMPLOS:
·
Varias
imágenes del cortejo de los Reyes Magos por Gentile da Fabriano (1370 -
1427), Sassetta (+ 1450), Benozzo Gozzoli (1420 - 1498).
·
P. Ucello
"Cacería nocturna" y "Batalla de San Romano"; Ghirlandaio "Natividad";
Pollaiolo "San Sebastián"; Pierro della Francesca "Triunfo de Federico de
Montefeltro"; Leonardo da Vinci "Virgen de las rocas" y "Santa Ana, la
Virgen y el Niño".
·
Maestro de
Flemalle "Natividad"; Jan Van Eyck "El Cordero Místico"; Vander Goes
"Adoración de los Reyes"; Memling "La Pasión"; El Bosco "El jardín de las
delicias"; J. Patinit "La huida a Egipto".
·
Gentilli
Bellini "Milagro de la Santa Cruz"; Giovanni Bellini "Oración en el huerto";
Carpaccio "Llanto sobre Cristo muerto"; Giorgione "La Tempestad".
Grünewald "Retablo Insenheim"; P. Brueghel "La loca Margarita", "Subida al
Calvario", "Juego de niños", "Vuelta del ganado" y "Cazadores en la nieve".
El Greco "Crucifixión", "Asunción de la Virgen" y "Vista de Toledo hacia el
1600".
El Siglo
XVII
El
Siglo XVII es llamado por la mayoría de los historiadores como el siglo del
Barroco. En la diversidad de modos que asume este estilo, vemos que Holanda
es el país donde surge el paisaje como tema autónomo en el arte de la
pintura. El paisaje acompañó hasta ahora al tema principal de un cuadro, el
cual siempre se focalizaba en la figura humana (tema religioso, retrato
mitológico, etc.). Desde este momento, la imagen de la naturaleza y la del
paisaje urbano dan lugar a lo que K. Clark llama "paisaje de hechos", es
decir, aquel cuya existencia real y concreta el artista va a reflejar con
exactitud. No es casual que fuesen los holandeses
quienes, independizados de las provincias católicas y gozando de una
prosperidad económica que les permitirá movilizar un mercado ávido de
objetos de lujo, se anticipara creando esos bellos cuadros con vistas de sus
ciudades más importantes, de sus puertos y también de sus campos trabajados.
El comercio realizado a través de una poderosa flota de mar, se refleja en
muchos cuadros donde los barcos, el mar y un amplio cielo, dan cuenta del
peso de esa actividad. Pero también podemos conocer la sencillez de pequeñas
escenas callejeras y vistas de edificios significativos, que nos describen
los paisajes urbanos.
La placidez, la mesura, el tiempo como detenido y la acción de
las pocas personas que allí aparecen, realizados con mucha calma, dan a
estos paisajes holandeses una característica general que es la de una imagen
ordenada de la naturaleza.
Parece que la mano del hombre no sólo actúa sobre los espacios
urbanos sino también en las vistas de mar, en el curso de los ríos y sobre
todo, en los cielos, que ocupan a veces hasta tres cuartas partes de las
telas. Allí, en las nubes, el pincel parece jugar libremente, como dejándose
llevar por el mismo movimiento generado por el viento. Hay amplios
horizontes, aguas calmas, campos fértiles, envueltos en una luz pareja y
sutil acorde con una paleta de tonos medios.
En el siglo XVIII, el aporte original que continúa con esta visión
del paisaje lo dan los venecianos: Canaletto y Guardi, sin duda, son los
mejores ejemplos. Venecia nos enseñó su amor por la naturaleza y por la
propia ciudad desde muy temprano iniciando el Renacimiento. El paisaje
siempre ocupó un lugar más importante en el cuadro en comparación con el
resto del arte italiano fuera de Venecia. En el resto de Europa, continúa la
modalidad de presentar la naturaleza en el arte como marco del tema
principal y recién a fines del siglo XVIII aparecerá una actitud diferente
de la mano de los paisajistas ingleses y del Romanticismo.
EL
SIGLO XIX
Paisajistas ingleses y Escuela de Barbizon
Hay
varios aspectos fundamentales del arte del siglo XIX en lo que hace a la
visión del artista de la naturaleza y a su aparición como tema fundamental
en la pintura. Uno de ellos es el "naturalismo"; otro, la visión
"científica", que hace del tema de la naturaleza la excusa para experimentar
con los descubrimientos en el campo de las ciencias (física y química). Pero
en el camino que recorre el artista del siglo XIX hay otro aspecto que lo va
a vincular desde lo emocional al paisaje natural: la actitud del artista
romántico, que encuentra en la naturaleza el refugio y a veces hasta la
identidad con su propio ser interior. Trasladará al espacio exterior sus
sufrimientos y su calma, su tragedia y hasta su sentido místico del existir,
pero siempre ajustándose a una descripción del criterio realista.
Dos paisajistas ingleses, John Constable y William Turner, son los que
inician un tiempo distinto en el arte del paisaje, con sus imágenes
inspiradas desde el amor profesado al terruño o desde el desafío provocado
por las fuerzas naturales desatadas. Lo cierto es que estos dos artistas
dejarán sus huellas en el arte francés del siglo XIX, principalmente en la
Escuela de Barbizon (Constable) y en los Impresionistas (Turner).
Constable se inspiró en la vida apacible de la campiña, Turner tomó de
la naturaleza la energía y la fuerza que genera. Así tenemos dos productos
distintos: mientras Constable se deleitaba pintando verdes prados, árboles y
exquisitos estudios de nubes, Turner buceaba por atmósferas surgidas a
través de los rojos, naranjas o amarillos y los cuadros se poblaban de un
juego muy libre de pinceladas que sólo encontraríamos de la mano de los
impresionistas treinta años después.
La influencia de Constable se deja ver en los paisajistas de Barbizon
(Francia), donde se puede decir que conjugan cierto espíritu romántico con
el realismo dominante a mediados del siglo pasado en la pintura francesa.
Barbizon fue el primer intento por comprender la luz y la atmósfera en
contacto con la naturaleza. Su paleta, sin embargo, es limitada: no emplean
más de dos o tres tonos para componer sus cuadros. Salieron al encuentro de
la naturaleza, la vivieron, la pintaron allí, al aire libre, pero no
avanzaron en el terreno "científico" que haría de la siguiente generación el
leit motiv de sus lienzos: el estudio de la luz y sus efectos sobre los
colores.
Ejemplos:
·
Ingleses:
Gainsborough "Robert Andrews y Sra."; Constable "Dedham Vale", "Valle del
Stour", "Osmington Bay", "El Trigal", "Hampstead Heath", "Playa de Brighton",
"Estudio de nubes", etc.; Turner "Naufragio", "A orillas del arroyo", "Petworth
Park", "Tormenta", "Lluvia, vapor y velocidad", "Northam Castille,
amanecer", etc.
·
Barbizon: T.
Rousseau "Arboles en Fontainebleau", "Crepúsculo en Chailly" y "Ruta en el
Bosque de F."; Narciso Díaz de la Peña "Rocas en Fontainebleau"; J. Dupré
"Camino en Fontainebleau"; Constant Troyon "El abrevadero"; Camille Corot
"Artista en las rocas", "Ville D'Abeay", "Souvenir de Montefontaine", etc.
Otros: G. Courbet "Valle de la Loue", "Bosque", "Le mer, dit La vague",
etc.; J.F. Millet "Las cosechadoras", "El angelus"; E. Manet "Desayuno sobre
la hierba" y "En la playa".
DEL
IMPRESIONISMO AL SURREALISMO
El último
tercio del siglo XIX marca el comienzo de una nueva etapa en lo que hace a
la pintura de paisajes. La relación del artista con su propio oficio de
pintor, con su propio mundo creador parece ser ahora el tema central; y la
naturaleza, el tema elegido para experimentar todo aquello que las
investigaciones científicas le ofrecen como posibilidad concreta. Si la
preocupación por los problemas de la luz había comenzado ya con los
paisajistas de Barbizon, la exploración de estos fenómenos será lo que ocupe
a estos hombres, en particular a Claude Monet. El hombre elige como tema la
naturaleza y, a través del color, del libre juego de relación de tonos, de
la luminosidad y los efectos atmosféricos cambiantes y en permanente
movimiento, busca poder traducir, dar su sello de identidad al propio ritmo
de vida de una sociedad activa e industrializada, progresista y a la vez
conflictiva. Casi podemos arriesgar a decir que la naturaleza, cada vez más
modificada por la mano del hombre, será también para el artista
paradójicamente la tierra virgen donde proyectará su propia idea de aquella.
El impresionismo nos une a la naturaleza y al paisaje a partir del puro
goce de los sentidos, y, sin poner en tela de juicio el valor que esto
representa, nos priva de una proyección más profunda en la relación con la
misma. Serán los post-impresionistas, de la mano de Van Gogh, Gauguin y
Cézanne, los que indiquen el rumbo que tomará el vínculo con lo natural. Lo
harán a partir de una insatisfacción -muy marcada obviamente por estas tres
personalidades- que se hace presente en la sociedad europea finisecular,
donde el ingrediente espiritual está faltando y la respuesta del "progreso
industrial" no alcanza para responder a las grandes contradicciones
planteadas al hombre. Estos tres artistas actúan como puentes en el paso de
un siglo al otro -el nuestro- que deja atrás la "belle époque" y enfrenta en
la Primera Guerra Mundial, también llamada "la Gran Guerra", a toda la
sociedad con una cruel realidad, la más cruel quizás, como es la destrucción
del ser humano y de su hábitat.¿Qué mundo o qué paisaje veremos ahora? ¿Qué
mostraremos a través del arte? La respuesta no señala una única lectura.
Mostraremos lo trágico y lo esperanzado, lo real y lo imaginado, lo soñado y
lo racional. Mostraremos que mucho se perdió pero también que somos capaces
de construir algo mejor.
Los sucesivos intentos por aproximarnos al conocimiento de nuestra
propia idea del mundo a través del arte, ofrecen en nuestro siglo la
posibilidad de meternos en múltiples formas: desde el Fauvismo o la
Abstracción, el Expresionismo y el Futurismo, hasta el Surrealismo. Aquí
entonces, el deseo del artista unido al del hombre de su tiempo por
reconstruir una realidad afectada hasta lo más profundo de su abismo,
conjuga una especie de apuesta al futuro tomando como premisa el cambio
interior para poder producir el cambio exterior. La proyección del
complicado paisaje interior de los surrealistas sería en algún sentido una
forma de reordenar el caos sacado desde nosotros, los seres humanos,
aquellos monstruos que nos han apartado de la vida, del equilibrio y del
respeto por todo lo que nos rodea: los otros, la naturaleza, el espacio,
etc.
EJEMPLOS:· Impresionistas: C. Monet "Calle de la Bacolle, Honfleur",
"Barcos en Harbor", "Regatas en Argenteuil", "Amapolas", "Pino en Antibes",
"Brazo del sena en Giverny", "Nenúfares", etc. Obras de Pissarro y
Renoir.Van Gogh "Puente de los Ingleses", "Jardines públicos en Arlés",
"Casas en Auvers", "Jardín del Dr. Gachet", "Campo de trigo con cuervos",
etc.Gauguin "Patinadores", "Mujeres en Arlés", "Paisaje de la Bretaña", "¿De
dónde venimos, qué somos, a dónde vamos?", etc.Cézanne "L'Estaque", "Figuras
descansando en el parque" y "Puente de Maincy".· Fauvistas, Abstractos
y otros: Derain "Puente de Westminster"; Vlaminck "Calle Marly Le Roy";
Braque "La Ciotat"; Kandinsky "Casas en Murnau", "Paisaje romántico",
"Paraíso", etc.; P. Klee "Teatro botánico", "El Castillo", etc.; Picasso
"Paisaje de Horta del Ebro".· Surrealistas: Magritte "El falso
espejo"; J. Tanguy "Paisaje"; Obras de Miró, M. Ernst y Dalí.R. Matta
"Morfología psicológica", "Invasión de la Noche", etc.A. Gorky "Cascada"; J.
Pollock "Ritmo de Otoño".
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