NAIPAUL
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una casa para el viajero Los viajes y la literatura -asumiéndolos con la profundidad y el
compromiso que merecen- potencian hasta límites impensados el juego de la
identidad. Ese bien tan preciado y a veces esquivo, la identidad, por el que
naciones, pueblos e individuos se vieron envueltos en conflictos muchas
veces irresolubles, encuentra en la travesía propuesta por la palabra
escrita la síntesis de su esencia: "¿Quién soy
yo?" "¿Qué es esto que me rodea?" Al cabo de
más de dos décadas de postergaciones que ya se suponían eternas, el Premio
Nobel de Literatura concedido a V. S.
Naipaul viene a cerrar el largo y complejo
periplo que este autor había comenzado casi
desde su nacimiento, o aún antes. "Mi deseo de ser escritor no está asociado
con la voluntad o necesidad de escribir. Sólo está unido al concepto que yo
tenía de ser escritor: un sueño por alcanzar la exaltación". Esto es lo que
escribía Naipaul en 1984 en un conjunto de ensayos titulado En camino hacia
el centro y esto mismo es lo que escribía casi 30 años antes en cartas
dirigidas a su hermana mayor, Kalma, y otros
miembros de su familia, cuando era poco más que un adolescente abandonado al
mundo abierto y hostil. La posibilidad de alcanzar la redención literaria
era la única manera de llegar a un "territorio" o, al menos, a cierta idea
de pertenencia.Al fin y al cabo, ¿quién se escondía detrás de ese nombre,
Vidiadhar
Surajprasad Naipaul? Un hombre de origen
indio pero arrancado de sus raíces, que nació en el Caribe sin la menor
afinidad con la sensibilidad caribeña, que ambicionó ser europeo y, a pesar
de lograrlo -incluso llegó a ser homenajeado por la reina británica con el
título de Sir en 1990-, en su fuero íntimo
siempre supo que era aceptado como un excelente ejemplo de lo que significa
ser "un buen salvaje" -jamás va a faltar la alusión
"triniteño de origen indio" junto a su
anunciada nacionalidad británica. Ni indio, ni caribeño, ni europeo. Apenas
un escritor que acumula las huellas de su pasado como una carga
indeseada. Trazando una vía paralela con otro
Nobel extraterritorial, Elías
Canetti, se puede conceder que éste al menos
conservaba el perfume del cosmopolitismo balcánico y
centroeuropeo de comienzos del siglo XX, el
sonido lejano del sefardí, la agudeza intelectual y fina de una cultura de
diáspora, una cultura de crisis. En cambio,
Naipaul fue saludado por algunos como un modelo de "escritor
poscolonial", lo que él asimiló más como
insulto que como elogio. Muy pronto y decorosamente,
descubrió que no era otra cosa más que un título de los Beatles: a
nowhere man, un hombre de ninguna parte. Y
enfrentó el mundo desde esa mirada excéntrica, como
fuera de cuadro,
libre de toda atadura. Es allí donde consiguió sus imágenes más penetrantes,
sus enfoques más sutiles e ingeniosos, aun cuando a veces, con la misma
irreverencia, cayó en reduccionismos
caprichosos y arbitrarios. Como pasajero de la nada,
Naipaul se sintió habilitado para verlo todo, contar y criticar todo, desde
un lugar único: aquel que lo situaba en una tierra de nadie, como si viviera
permanentemente en una franja entre dos fronteras. Pero esto tiene una
historia.Vidia o
Vido, como lo conocen sus íntimos, llegó al mundo en 1932 en
Chagua-nas, un pequeño pueblo cercano a Puerto
España, la capital de Trinidad. Su abuelo, oriundo del norte de la India,
llegó a la isla y estableció una plantación de caña de azúcar. Esto sirvió
para dotar al padre de una educación pasable para lo que era el país y fue
así como éste abandonó el azúcar por las letras y se dedicó al periodismo,
aunque con una frustrada vocación por la literatura.Aún perteneciendo a una
segunda generación de inmigrantes, Vidia no se sentía
para nada cómodo en esa isla demasiado estrecha, en la que no lograba
encontrar un marco de pertenencia ni en la población local ni entre la
colonia de ciudadanos de la India.Su padre consiguió gestionarle una beca de
estudios en Oxford, y hacia allí marchó con
apenas 18 años. Al recordar aquella larga jornada que lo llevaría en un
avión de juguete a Puerto Rico, de ahí a Nueva York y desde allí a
Inglaterra, Naipaul afirma: "Ese día había experimentado la aventura y la
libertad, el viaje y el descubrimiento, el hombre y el escritor estaban
unidos en un intenso "MI DESEO DE SER ESCRITOR ESTA UNIDO AL SUEÑO DE ALCANZAR LA EXALTACION." Esta educación del joven Vidia no resultaría sencilla. En cartas a su madre, primero dice no querer volver nunca más a Trinidad, "demasiado pequeña, sin valores, con una población formada mayoritaria-mente por maleantes", pero tampoco se lo ve demasiado entusiasmado con Inglaterra, "una olla de prejuicios racistas, en donde no creo que pueda aguantar demasiado". A la carta siguiente dirá que Inglaterra "es la cuna simbólica de la civilización" y en la otra, que sólo ansia volver a ver el Caribe. En otra carta se queja por un nuevo rasgo que su familia parece haberle descubierto: "Si Manan insiste en que adopté el acento de Oxford -suponiendo que exista tal cosa- sólo está demostrando su soberana ignorancia" (Between Father and Son. Family Letters. Vintage, 2000).No obstante, a su modo, Inglaterra vencerá. El imperativo del proyecto civilizador era simple: "Si deseas ser un hombre, sé uno de nosotros". Naipaul duda, pero no sabe qué otra cosa puede hacer para "ser un hombre". Acepta la conversión (y no es el único caso de escritor fuera de sus fronteras que pasa por semejante proceso), en nombre de su familia y ese colectivo extraño que habita una pequeña isla perdida, que "en Inglaterra ni siquiera saben que existe." Asumiendo su nuevo rol, está convencido, ya no tendrá obstáculos en la literatura. En 1987, en El enigma de la llegada, uno de sus mejores libros, Naipaul escribirá que "el escritor y el hombre son una sola y única persona". El ser humano había sido educado.Si no la redención, Vidia obtuvo el reconocimiento literario de forma bastante rápida gracias a su novela Una casa para Mr. Biswas (1961). Allí no hizo otra cosa que volver sobre sus raíces y narrar la historia de su padre. Lo hace con un estilo simple, despojado, pero a la vez irónico y distante. Hacia el final de su vida, el protagonista escribe una novela cuyo título es Escape, que no alcanza a terminar. La misión del hijo, Anand, parece ser acabar lo que su padre no pudo: recibe una beca para Oxford.Una vez graduado, trabaja un tiempo como periodista, pero teme quedar atrapado en las mismas redes que su padre. Aun con el reconocimiento obtenido por Una casa, el autor se siente aún fuera de contexto. Entonces desea ver el mundo. Comienza a viajar por Africa, el sudeste asiático, América latina. Y escribe sobre lo que ve. Naipaul, sin duda, la pasa bien mientras viaja. Sus crónicas abundan en descripciones tan detalladas como divertidas y adopta una mirada atenta pero a la vez acida, que puede llevarlo a decir las mayores barbaridades junto a perspectivas sorprendentes sobre la realidad de un país. Sus crónicas sobre Africa, en A Bend in the River (1979), que algunos compararon con Conrad, o India: A Million Muti-nies Now (1990), le depararon tantos elogios como críticas duras.En 1972 y por primera vez en Argentina, escribió una serie de artículos para The New York Review ofBooks que más tarde fueron recogidas en el libro The retum ofEva Perón (hay una edición española de Seix Barral de 1983, que nunca llegó a la Argentina) . En un primer momento, no fueron pocos los argentinos que llegaron a conocer estos textos que se sintieron indignados con su contenido.Por otra parte, no debe dejar de sorprender la sorpresa que debe haberse llevado un personaje como Naipaul. Llega a un país latinoamericano, en el fin del mundo, se encuentra con un momento político más que especial, rodeado por caos y una violencia musitada (también estuvo en Tucumán), donde el poder quedaría en manos de un astrólogo y la viuda de un general mítico que no contaba con antecedentes en la política, y los argentinos proclamándose "europeos".¡Con lo que le costaba a él llegar a ser uno! Se entrevistó con Borges en busca de ayuda, y la conclusión a la que llegó fue que "Borges dio tantas entrevistas a lo largo de su vida que habla como si fuera el personaje de sus propias entrevistas". En un articulo de 1974, sin embargo, Naipaul habría de presagiar lo que llegaría poco después: la falta de una auténtica memoria histórica, "la Argentina posee el aparato de una sociedad culta, abierta. Hay periódicos y revistas y universidades y editoriales. Hay, incluso, una industria cinematografíca. Pero el país todavía no tiene idea de si mismo. Calles y avenidas se con nombres de presidentes y generales, pero no existe el arte del análisis historico; no existe el arte de la biografia y leyenda y romance antiguo, pero no historia verdadera. Sólo hay anales listas de gobernantes, crónicas de muertes. () El fracaso de Argéntina ten -rica, tan poco poblada, con veintitres de personas en poco menos tres millones de kilómetros cuadrados, es uno de los grandes misterios de nuestro tiempo. Comentaristas como Mariano la desenmarañando el caos, líandose-las etapas, tratarán de encontrar a actos irracionales y acontecmientos-sin trascendencia diciendo que ¡no tiene una historia estilo . Otros ofrecerán explicaciones y sugerirán remedios de la miste. Pero la política tiene que ver con la naturaleza de la asociación huma-citrato de hombres con hombres. ^ de un país solo puede entender-una extensión de su idea de las relaciones humanas."Las observaciones de Naipaul, no por ;, dejan de ser sagaces, lo que las e en doblemente dolorosas. Musan a las crónicas viajeras de Naipaul de ser demasiado arrogantes respecto que describen. Si bien se trata de un > manifiesto que ya parece incorporado <a-su estilo, no por ello muchas de observaciones distan de ser irreales, como ocurre con "Los cocodrilos de Yamaussokro", una apasionada descripción de la costa de Marfil y que, sin embargo, en un inevitable nojuture respecto al destino del país. Pareciera como si sufriese un desengaño personal en cada país que visita: su casa tampoco tiene lugar alli .Y entonces responde con una mezcla de•furia. En otro de sus artículos o sobre la Argentina - afirman muchas cosas de las que ocurren en el país "están puestas en sordina por un periodismo libre pero inadecuado, que parece incapaz de descubrir un sentido en los acontecimientos de los que informa. Y quizás el periodismo esté en lo cierto. Quizá muy poco de lo que pasa en la Argentina sea realmente noticia, porque no hay un movimiento hacia delante, nada está siendo resuelto. La nación parece estar desplegando un juego consigo misma. La vida pública en Argentina es como la vida de una comunidad de hormigas o la de una tribu en la jungla africana: llena de acontecimientos, llena de crisis y de muertes, pero en la cual la vida es meramente cíclica y el año siempre termina como comenzó." Esto, vale la pena recordarlo, fue escrito hace casi tres décadas. Una semana antes de recibir el Nobel, la figura de V.S. Naipaul volvía a ocupar importantes espacios en la prensa británica. Consultado sobre los acontecimientos bélicos de la actualidad, tuvo la frescura de comparar los "lamentables efectos del Islam sobre el mundo" con la política colonialista de las potencias occidentales. Y aclaró que para acabar de una vez con el Islam, "no queda más remedio que destruir su pasado, destruir su historia". El ejemplo concreto entregado por Naipaul es Pakistán, que debe enfrentarse a un dilema que, en lo personal, le resulta bastante conocido: responde a su raíz cultural solidarizándose de algún modo con el pueblo afgano, o pierde toda identidad entregándose de brazos abiertos a los Estados Unidos. Las opiniones de Naipaul sobre el tema no son nuevas, ya que había planteado su abierta disidencia con el fúndamentalismo islámico en sus libros Entre los creyentes (1981) y Beyond Belief(1998), que despertaron oleadas de protestas. En ellos, Naipaul ejerce una fuerte crítica sobre el rol de los musulmanes en países no árabes, como Indonesia, Irán, Malasia y, justa-' mente, Pakistán (a pesar de su encendido encono contra el fúndamentalismo, cuando se dictaminó \a.fatwa o pena de muerte contra Salman Rushdie, una suerte de negativo en el espejo, Naipaul se limitó a comentar que le parecía a lo sumo "una crítica literaria excesivamente dura, aunque tal vez no tan injusta".El Premio Nobel de Literatura este año está festejando su centenario, y en cuanto se supo que el nombre de V.S. Naipaulque se sorprendieron. No porque resultara una figura oculta, como lo fue el chino Gao Xingjian el año anterior, sino por todo lo contrario: desde hace más de veinte años, Naipaul es el primer nombre que viene a la mente de cualquiera cada vez que llega octubre con su lista de candidatos. Ni siquiera el propio Naipaul podía creerlo cuando el jueves 11 le avisaron a su esposa por teléfono que lo había ganado, ya que se había resignado a no recibirlo y pensó que se trataba de una broma. Aun cuando el secretario permanente de la Academia Sueca asegura que "no hubo ninguna motivación política en la concesión del Premio", el Nobel ya sabe de este tipo de manejos. La pregunta que sobrevoló Estocolmo y otras capitales europeas era obvia: ¿por qué ahora? Los méritos de Naipaul son los mismos en la actualidad que hace cinco o diez años atrás. La cuestión admite sus complejidades.Por supuesto, había otros candidatos, como los norteamericanos Joyce Carol Gates o Philip Roth, la neocelandesa Janet Frame (autora de Un ángel en mi mesa), el peruano Vargas Llosa, el sudafricano J.M. Coetzee, o incluso el excelente poeta sueco Tomas Transtrómmer, entre una legión de rezagados de siempre. Todos estos nombres tienen un excelente perfil, y son autores de obras que más allá del lógicodisenso al que obligan los gustos, mantienen un alto nivel de calidad. Sin embargo, faltaba algo más. El Nobel se le venía negando a Naipaul por su alto nivel de exposición pública, que lo llevó a tener fuertes enfrentamientos con gente que participa dentro y fuera del mundo cultural. El último verano boreal, llegó a hacerle saber al propio Tony Blair que lo consideraba un "vándalo cultural por haber destruido la idea de civilización de este país" y "haber creado una cultura plebeya".También este verano, en una entrevista aparecida en el Literary Review, acusó al escritor E. M. Forster y al economista John Maynard Keynes, ambos homosexuales, de haber "aprovechado su posición para recibir favores sexuales, el primero en sus viajes a India y el otro en la Universidad de Oxford". Naipaul podrá ser muchas cosas, pero hay algo que definitivamente no es: políticamente correcto. El tenor de sus declaraciones hacía temer en los miembros de la Academia un escándalo tan innecesario como deseado. Pero la política exterior sueca, siempre dubitativa (el precio de la neutralidad), decidió en esta ocasión que además de los méritos literarios remarcados en las razones del Premio, también el marcado "antifundamentalismo" de V.S. Naipaul podía ser de alguna ayuda. Finalmente, el viejo Vidia llegó a casa luego de su largo camino. Alcanzó la soñada "redención literaria". Lo paradójico es que fue gracias a la ayuda de los talibán (fuentes consultadas en Estocolmo estiman poco probable que le hubiese sido otorgado el galardón en otro escenario). No importa, ahora podrá calmar a sus fantasmas y descansar. Vidia llegó a casa. www.clarin.com Para leer a Naipaul Autor de una treintena de libros y visitante de la Argentina en tres oportunidades -1972,1977 y 1991-, V.S. Naipaul escribió sobre Buenos Aires en The return ofEva Perón: "es una metrópoli tan abrumadora, que toma su tiempo entender que es nueva y que ha sido importada casi en su totalidad". Tres de sus artículos están incluidos en La Buenos Aires ajena, testimonios de extranjeros compilados por Jorge Fon-debrider. The return, publicado en 1980, reúne varios ensayos acerca de sus dos primeros viajes a la Argentina, "el más complejo de los paisajes de Naipaul", según la crítica de The New York Times. Aquí, una breve selección de sus libros más importantes: •Miguel Street (1959) •Una casa para el señor Biswas (1961) •La pérdida de El Dorado (1969) •Guerrillas (1975) •El enigma de la llegada (1987) •Un camino en el mundo (1995) •Between Father and Son: Family Letters(2000) •Reading & Writing: A Personal Ac-count (2000)
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