MANUEL PUIG

MANUEL PUIG

MARIO VARGAS LLOSA

GUILLERMO CABRERA INFANTE

  disparen sobre el NOVELISTA

A DIEZ AÑOS DE SU MUERTE, CUANDO SU OBRA ES REVALORIZADA A NIVEL MUNDIAL Y DEVORADA POR NUEVAS GENERACIONES DE LECTORES, HAY QUIENES CONSIDERAN A PUIG UN AUTOR SUPERFICIAL Y SIN ESTILO. UNA BIOGRAFÍA CONSAGRATORIA Y ESTE FEROZ ARTICULO REAVIVAN EL DEBATE

Cartas y, revelaciones explosivas tejen Manuel Puig y la mujer araña la biografía aparecida en inglés que consagra como revolucionaria la obra deL autor de "BOQUITAS pintadas". Mario Vargas Llosa y GUILLERMO Cabrera Infante debaten sobre Puig: ¿escritor liviano o autor de obras maestras?  

MARIO VARGAS LLOSA

  De todos los escritores que conocí, el que parecía menos interesado en la literatura fue Manuel Puig (1932‑90). Nunca hablaba de autores o libros y, cuando la literatura se infiltraba en la conversación, se mostraba aburrido y cambiaba de tema. En Manuel Puig y la mujer araña, su biografía muy bien investigada y cuidadosamente documentada, Suzarme Jill Levine afirma que, en ciertos‑momentos de su vida, Puig leía mucho, pero su, propio libro parece contradecirlo cuan recrea el contexto de su sujeto: las referencias más frecuentes son a películas, actrices, actuaciones y, muchas veces, a la música popular. Muy de vez en cuando aparecen algunos autores (por lo general la persona, no la obra). Un joven escritor argentino que lo visitó en Río de Janeiro se sorprendió al descubrir que en el departamento de Puig, donde tenía una videoteca de unas 3.000 películas, sólo había un puñado de libros; aparte de sus propios libros ‑en español y sus versiones traducidas, el resto consistía, casi exclusivamente, en biografías de actrices y productores cinematográficos.  No era un escritor inculto. Era u n hom­bre de cine, o tal vez de imágenes visuales y fantasía, que se descubrió naufragando en la Literatura casi por omisión. Levine relata cómo Puig Regó a su vocación litera­ria en forma gradual y casi por accidente,­ después de sus frustraciones como estu­diante de cine en Italia y sus intentos fallidos porque se produjeran sus guiones y por encontrar trabajo como director, pasó casi imperceptiblemente de escribir para la pantalla esquiva a escribir para sí mis­mo, componiendo un texto autobiográfico basado en sus recuerdos infantiles de las películas que había visto en las salas de General Villegas, una ciudad pequeña de la pampa Argentina. Con los años, el texto evolucionó hasta convertirse en su prime­ra novela, La traición de Rita Hayworth (1968). Con este libro comenzó una carre­ra literaria su genero que, décadas des­pués, lo catapultaría a la fama mundial, gracias al extraordinario éxito de la versión teatral y cinematográfica de su novela más popular, El beso de la mujer araña 1976)._ La obra de Puig  que consiste en en ocho   novelas, es una de las más originales de los últimos años del siglo XX. Su originali­dad no reside en los temas, el estilo o, in­cluso, la estructura de su narrativa, aun­que estos muchas veces ponen de manifiesto una habilidad soberbia y una inteli­gencia sutil, sino en los materiales que uti­liz6 para crearlos, los tipos y estereotipos de la cultura, popular: romances baratos, radioteatros y teleteatros, el melodrama fe­roz de los boleros, los tangos y 'las ranche­ras, las columnas de chismes, los escánda­los publicados por la prensa sensacionalista y sobre todo­  la seudo‑realidad creada por las situaciones, los personajes y los sueños de las películas.. Todo esto fue re­tratado anteriormente en la literatura, de mil maneras diferentes, pero siempre co­mo un elemento mas  en una compleja realidad humana.,La innovación en la obra de Puig es que la versión artificial y carica­turizada de la vida elimina y reemplaza la otra dimensión en la única verdad. Es esto que le transmite a sus novelas su ambientación particular, aun­que  la visión de Puig se basa en una de las experiencias mas  comunes –el vuelo del mundo real a un mundo de sueños utilizando las formas de la imaginación‑, parece distante, adornada, irreal. Sin embargo, sus argumentos in­trincados y sus juegos confusos respiran un aire de humanidad que padece. La explicación es simple : como deja claro la biografía de Levine, Puig aprendió de chico que los seres humanos habían diseñado un método para escapar, por un tiempo, de la crueldad y la miseria de este mundo y él sistemáticamente se apropió de la ficción hasta transformarla en su modo de vida. No la ficción de los libros, sino las películas que iba a ver todos los días con su madre, Malé, la figura más importante en su vida, a los cines de General Villegas. Las películas abrían las puertas de la irrealidad frente a sus ojos; poco a poco, convirtió ese refugio en su residencia privada, casi permanente, un lugar donde podía sentirse protegido y ser él mismo, a salvo de cualquier peligro que él eligiera no enfrentar, rodeado sólo por est1s estrellas de cine sublimes, incitantes, cititantes. Su presencia lo enriquecía y computaba una realidad sórdida. Para todo ¿hico sensible, la vida real tiende a ser una experiencia dura, especialmente' en una pequeña ciudad latinoamericana saturada de machismo y prejuicios salvajes, y mucho más para un chico que, al madurar, descubre su homosexualidad. Era un contexto inhóspito para este muchacho, atacado en la escuela y al que le gustaba vestirse de mujer. Y así, con la ayuda inconsciente de su madre, una fanática devota del cine, desarrolló la capacidad de vivir lo menos posible en la realidad y dedicar la mayor parte de su tiempo, energía e imaginación al mundo del cine. Hasta qué grado Puig se sentía cómodo en el universo de ficción de las imágenes de celuloide queda demostrado en esta maravillosa anécdota: es medianoche en Nueva York en 1978. El cameraman español Néstor Almendros, un amigo íntimo, acaba de llegar de París y Puig lo obliga a ir a su departamento para hablar de películas, aunque Almendros ya está cómodamente instalado para pasar la noche, en la habitación de su hotel. Almen dros acepta y la conversación se prolonga durante horas. A eso de las 2 de la mañana, un Puig apasionado pronuncia elogios de Lana Turrier, a quien llama una «mujer sensible" que intentaba hacer su trabajo. Almendros responde que, para él, es «una mala actriz, una prostituta" y dice que la desprecia. Puig abre la puerta y lo echa a empujones: "Una persona que odia a lana no puede permanecer bajo mi techo. Eres como todas las otras mujeres francesas, desagradable y arnarga". Con sus maletas bajo el brazo, Almendros tiene que irse y encontrar un taxi en las frías calles del Gréenwich Village. La biografía de Levine está llena de anécdotas, algunas divertidas, como la que acabo de contar, otras emotivas, hasta trágicas. Todas ellas le dan forma a un perfil vivo y convincente del autor de The Buenos Aires affaire (en mi opinión, su mejor novela). Una buena parte de su investigación se basa en la correspondencia de Puig con su familia ‑su madre en particular, con quien mantuvo up diálogo continuo y exhaustivo sobre las películas que veía y las vidas y milagros de las actrices de Hollywood, que seguía con úna devoción religiosa‑ y con exhaustivo, sobre las películas que veía y las vidas y milagros de las actrices de hollywood que seguía con una devoción religiosa. En consecuencia, su libro documenta, con una enorme cantidad de detalles, la génesis de cada una de las obras de Puig así como su vida privada, sus.,residencias en la Argentina, Italia Unidos Unidos ,México  y Brasil, y sus viajes constantes por el mundo. Infinidad de  escritores, actores, directores, músicos, editores y aventureros de por lo menos media docena de países aparecen en sus páginas, dándole al libro el aire de un fresco, en~e y entretenido, de las ¡das y venidas, las Intrigas, los fracasos y los logros de la fauna literaria  y artística a ambos lados del Atlántico en  los  años 70 y 80. La intensa vida homosexual de la época aparece retratada, plena de anécdotas, ya que Puig se entregó a esa vida casi con la misma pasión, que le dedicó a las películas. Tuvo infinidad  de relaciones, desde encuentros casuales ‑la retirada perspicaz de Levine descubrió que entre las «muchas conquistas de Puig estaban Stanley Baker y Yu1 Brynner‑ hasta relaciones de varios meses. Pero nunca pudo formar una relación estable, aunque siempre la anheló. (En sus últimos años se quejaba amargamente de haber pasado su vida "en una búsqueda infructuosa de un buen marido"). Estas circunstancias contribuyeron a la sensación de soledad que parece haberlo rodeado en su juventud, intensificada con el tiempo y devenida en neurosis al final de su vida. Este libro fascinante es indispensable para cualquiera que esté interesado en la obra de Puig (que Levine, la traductora de varías de sus novelas al inglés, conoce a la perfección) y en la estrecha conexión que existe entre el cine y la literatura, una característica definitoria de la vida cultural a fines del siglo XX. Sin embargo, una vez reconocidas estas virtudes, me pregunto si la escritura de Puig tiene la trascendencia revolucionaria que le atribuyen Levine y otros críticos. Me temo que no. Creo que es más ingeniosa y brillante que profunda, más artificial que innovadora, y demasiado dependiente de las modas y los mitos de su época como para alcanzar, alguna vez, la permanencia de las andes obras literarias Como las de Borges  o Faulkner. grandes libros, a diferencia de las grandes películas, no están hechos de imágenes sino de palabras ‑es decir, ideas que surgen de una serie de imágenes y, finalmente, constituyen una visión del mundo, de la condición humana, del flujo de la historia‑. Esta visión florece en el espíritu del lector, gracias a la riqueza y efectividad de un lenguaje y un estilo, y produce la fascinación de una obra literaria. En la escritura de Puig hay imágenes cuidadosas, hábilmente construidas, pero no ideas, ni una visión central que organice y le dé significado al mundo ficcional, ni un estilo personal. Hay fantasmas y manifestaciones de ingenio, algunos títeres de las sombras a los que la destreza formal del escritor ocasionalmente otorga una semblanza de realidad, pero, unas páginas después, desaparecen como espejismos. La vida. en realidad, nunca se abre paso: está recortada por la superficialidad, una actitud que,'funde sustancia con apariencia y, en una, inversión de valores, le da priodad al parecer y no al ser. Por estas características, la obra de Manual Puig tal vez sea la más representativa de lo que se llamó "literatura liviana", tan emblemática de nuestro tiempo: una literatura placentera que no exige ni tiene otro fin que el de entretener. Esta literatura rechaza como arrogante y estúpido el esfuerza de los autores que creían que escribir podía cambiar el mundo, revolucionar la vida, transformar los valores, enseñar a sentir y a vivir. Nada de eso. La literatura debe aceptar que los libros que no son importantes ahora forman parte de la vida de la gente. Aceptar que el entretenimiento ‑que le ayuda a una persona a pasar el tiempo de una manera placentera, absorbente, comprometida, como lo hacen los programas de telvisión más populares‑ cumple una función honrosa y respetable, que es la tarea de la literatura en un tiempo de ritmos veloces y preocupaciones como el nuestro. Con tanto trabajo, tantas preocupaciones agobiantes, tantos placeres y diversiones, nuestros ciudadanos casi no tienen tiempo de ponerse serios y reflexionar, o de leer novelas que puedan darles un dolor de cabeza.

El ESTÍLO PUIG SUEÑOS DE CINE

HISTORIAS DE NOVELA

GUILLERMO CABRERA INFANTE

  Las biografías no son chocolates con churros para los escritores españoles ni tortillas o arepas o mate cebado para los hispanoamericanos. Hasta el más eminente de los escritores del idioma, Miguel de Cervantes, tiene sus mejores biógrafos en las letras anglosajonas. Las biografías de Cervantes han sido ‑¿pergeñadas?‑ por filósofos eminentes como Unamuno y Ortega y Gasset. Pero son disquisiciones (o inquisiciones) sobre los dos protagonistas, el Caballero de la Triste Figura y su escudero. Son de hecho versiones del hombre de la Mancha después de leer a Spengler o a Kierkegaard. En cambio, y aunque fue Oscar Wilde quien dijo que "la biografía añade un nuevo terror a la muerte", Manuel Puig y la mujer araña, de Suzarme Jill Levine trae a colación, en todos los sentidos, al autor de sus libros, el mismo Manuel. No hay en este libro terror, horror o error. Nacido en un pequeño pueblo de la pampa en 1932, Manuel murió en Cuernavaca, México, en 1990. Su muerte súbita añadió misterio a las circunstancias extrañas en que ocurrió. Tenía 58 años cumplidos, no 57 como él quería. Aunque había nacido el día de los inocentes ese año, fue bautizado días después en 1933. Coqueto como era: Manuel decía siempre que tenía un año menos, como cualquier estrella de cine dispuesta a entrar en carácter. Al revés de muchos de sus contemporáneos Manuel escribió un considerable número de cartas que son, corno fue su escritor, sexualmente descaradas, informativas y realmente cómicas: Manuel, como todo el mundo, lloraba pero prefería hacer reír. Las primeras cartas de Manuel que leí me las dio en La Habana su íntimo amigo, que también lo fue mío, el eminente fotógrafo Néstor Almendros. Manuel firmaba esas cartas con su seudónimo para un alter ego, Sally, el nombre que tomó prestado de su ídolo, Rita Hayworth, en My Gal Sal (1942), una película menor para un mito mayor. Para Manuel no había películas menores o no ésta en todo caso. Néstor había regresado a La Habana de Italia con un criterio nuevo para un joven crítico: eran las estrellas las que hacían las películas en que aparecían. Era un ideología contraria a la de la polítique des auteurs antes de que la enunciaran Truffaut y compañía dos años más tarde. Pero ya era la filosofa del cine según Manuel: Puig era un profeta y Néstor su primer apóstol. Aunque Néstor nunca fue, como lo fue Manuel, un mesiánico metódico.
Pasaron algunos años. Néstor se había ido de Cuba y yo también. Néstor vivía en París, donde se hizo ellotógrafo de la última nueva ola. Yo vivía en Madrid pero había viajado a Barcelona a entregar el manuscrito de Tres tristes tigres a Carlos Barral, el director literario de la editorial
Seix‑Barral y jefe de1 jefe del jurado que me habia otorgado el primer premio dos años antes. Invité ‑mas bien forcé‑ a Carlos a venir al cine conmigo a ver Dr. ShmWelove. Carlos era famoso por detestar el cine y llamar al inglés idioma de bárbaros. El filme, como todos entonces en España,,estaba doblado al español, pero no al catalán ‑todavía. Íbamos hacia el cine ahora. Por el camino recogeríamos al poeta Gil de Biedrna en su aguada favorita que también lo era de Carlos. Fue entonces, por el camino de Jaime Gil, que le pregunté a Carlos por. el posible ganador del Premio Biblioteca Breve ese año. Carlos me dijo que había dos novelas favoritas, una de ellas se llamaba la traición de Rita Hayworth. Hoy hasta Stephen King, el rey del horror, tiene una novelita que se llama Rita Hayworth y la redención .de Shawshank, pero entonces él título de La traición era tan inusitado, inaudito que salté ante su mera mención y dije ‑vehemente‑ que debía ganar el premio solamente por su título. El remordimiento (o la culpa o las dos cosas juntas) hizo que Barral detestara la novela de Puig y así se ganó un puesto de honor en el diccionario de las malas de‑1 cisiones el mismo editor que en quince! meses había rechazado tres novelas inédita tas: La traición de Rita HáYwórth. en primer término, De donde son los cantantes de Severo Sarduy y Cien años de soledad, de García Márquez. (¿Es éste un récord» . Manuel habia nacido  en una pequeña ciudad llamada General Villegas, que él volvió a ­bautizar para la literatura como Coronel Vallejos. Pero en realidad había nacido dentro de un cine, es decir en una casa de sueños. Estaba siempre tan cerca de la pantalla que hubiera querida estar dentro de ella, como‑muchos años des‑, pues soñó Woody Allen en la rosa púrpura del Cairo, donde hasta el título parece concebido por Manuel. Según su biógrafa, Suzarme jíll Levine, Manuel "tenía la esperanza de despertar para hallar que la vida real era la película diaria que vela, importada de Hollywood" Vivir y amar en el cine era el mismo sueño para Manuel que siempre quiso ser no un héroe del cine sino una heroína: una diva «como Norma Shearer». También se metería dentro de las revistas de cine. «Llegué inclusive", confesaba Manuel, "a cortar los anuncios de los avances de nuevas película?. Las revistas de cine y los periódicos venían de Buenos Aires, aunque Manuel y su familia inmediata "vivían a doce horas de tren" de la capital. De sus sueños de cine y sus anhelos de la vi4a real brotó su primera novela, La la autobiográfica». Sigue, por supuesto, la línea erótica de las novelitas, galantes o no, pero para algunos críticos es peor que la "literatura barata", que Manuel exalta. Para algunos lectores, con mayoría entre las lectoras, en cambio, está hecha del material de que están hechos los sueños. La narración se divide entre confesiones, cartas y decenas de aspiraciones humildes y siempre fracasadas al tratar de realizarse. Su protagonista es un mujenego tuberculoso que muere de esa enfermedad, favorita de las novelas románticas. En Boquitas, el donjuán muere temprano. Es, sin embargo, una novela conmovedora y junto a La traición de Rita Hayworth su obra mejor escrita. Después de muchas novelas (The Buenos Aires Affair, Maldición eterna a quien lea estas páginas, Sangre de amor correspondido, Pubis angelical, y su última obra maestra, Cae la noche tropical) muere el autor. Es la tarea de su biógrafa devolverlo a la vida. Y aquí está Manuel Puig completo: el escritor pero también su alter ego privado, Sally. Manuel solía decir que nunca sería un esqueleto salido de su armario ‑frase favorita de los gays cuando hacen pública su homosexualidad‑, porque estuvo allí mucho antes de que el armario se construyera. Nació hombre pero todo lo que quería era ser hembra. Para él la mujer no sólo era superior al hombre sino también depositaria de la belleza y del alma: un ser humano que no quería realismo, como la Blanche Dubois de Tennes ee williams, sino fantasía. Manuel tenia mucho en común con Williams como escritor y como hombre: ambos eran en ex tremo sensibles y para colmo sus personajes femeninos favoritos vivían y sufrían y morían. Todo lo que quería saber sobre Manuel Puig y Sally, y el Manuel secreto está en esta, su primera biografia. Algunos gays han criticado el uso que Puig hacía del artículo «la» para anunciar a hombres famosos ("la" Hurt, «la" Babenco) sin ser infamante y sin desprecio pero con su sentido del humor de siempre, aunque el blanco de sus "las" fuera él mismo en todas sus encamaciones. Una vez, después de volverse famoso, le aconsejé que condujera sus negocios de manera profesional contratando un agente y me desarmó diciendo: "No necésito ningún  agente. Soy una mujer de carrera». Aseguraba que con sus buenos oficios su ángel guardián le ayudaba a leer la letra menuda en los contratos. Manuel le apasionaban las listas y hay muchas en sus libros. Pero su mejor lista, mi favorita, era toda de escritores. Aquí va su metamorfosis como meta, que me envió una vez como regalo de Navidad un 28 de diciembre:
"Metro Goldwyn Mayer Presenta a Sus Estrellas Favoritas
  1) Norma Shearer (Borges) ¡Tan refinada!
2) Joan Crawford (Carpentier) ¡Tan fiera y esquinada!
3) Greta Garbo (Asturias) ¡Todo lo que tienen en común es ese Nobel!
  4) Jeanette MacDonald (Marechal) ¡Tan lírica y aburrida!
  5) Luise Rainer (Onetti) ¡Tan, tan triste!
6) Hedy Lamarr (Cortázar) Bella pero fría y remota.
7) Greer Garson (Rulfo) ¡Oh qué cálida!
  8) Lana Turner (Lezama) Tiene rizos por todas partes.
9) Vivien Leigh (Sábato) Temperamental y enferma, enferma.
10) Ava Gardner (Fuentes) El glamour la rodea, pero ¿puede actuar
11) Esther Williams (Vargas Llosa) Tan disciplinada (y aburrida).
12) Deborah Kerr (Donos o) Nunca consiguió un Oscar pero espera, espera.
13) Liz Taylor (García Márquez) Bella pero con las patas cortas.
14) Kay Kendall (Cabrera Infante) Vivaz, ingeniosa y con glamour. Espero grandes cosas de ella.
15) Vanessa Redgrave (Sarduy) ¡Es divina!
16) julie Christie (Puig) Una gran actriz pero al encontrar el hombre de sus sueños (Warren Beatty) no actúa más. Su suerte en el amor ¡es la envidia de todas las estrellas de la Metro!
17) Connie Francis (Néstor Sánchez) Los contratos de la Metro no admiten a estrellitas de menos de treinta años firmar contratos.
18) Paula Prentiss (Gustavo Sairiz) ¡No más estrellitas de menos de treinta ¡"
  Estas listas maliciosas pero no malvadas, con sus valoraciones y apariciones hi­cieron resaltar al gran crítico literario que siempre fue Manuel. Esta excelente biografia, por su parte, contraria al dictum de Wilde, hace entrar a Manuel Puig en la historia y, aún con mayor validez, en la historia de la literatura.             

 origen de datos :clarin cultura  del 07/01/2001

volver

 

 

manuel Puig

manuel puig

manuel Puig

DE ENTRE LAS TURBAS TURÍSTICAS SALIÓ UNA DE LAS  NOVELAS MAS ORIGINALES EN EN ESPAÑOL

 

dos versiones