JK ROWLING

 

AVENTURAS DE UN BRUJO ENCANTADOR

ROWLING

HARRY PORTER

ROWLING


POR :STEPHEN KING

eí la primera novela de la serie de Harry Potter, Harry Potter y la piedra filosofaL en abril de 1999 y sólo me impresionó a medias. Pero en abril de 1999 yo estaba bien. Dos meses más tarde, tuve un grave accidente de auto que requirió un período largo y penoso de recuperación. Durante la primera par-te de ese período, leí los Potter 2 y 3 (Harry Potter y la cámara de los secretos y Harry Potter y el prisionero de Azkaban) y quedé mucho más que medianamente entusiasmado. En el verano del 99, en medio de un calor escandaloso, los Harry Potter (y las magníficas novelas policiales de Dennis Lehane) se convirtieron en algo absolutamente vital para mí. Durante julio y agosto mis desagradables días transcurrieron alimentando expectativas hasta la noche, cuando arrastraba a la cocina mi pierna -que quedó muy dañada por el accidente- para comer frutas y helado y leer las aventuras de Harry Potter en Hogwarts, una escuela para jóvenes brujos. Moraleja: "Nunca le hagas cosquillas a un dragón dormido".
Por esa razón, aguardaba la entrega del cuarto libro de la mágica saga de J.K. Rowling casi con igual interés que cualquier chico hechizado por Potter. Había disfrutado los tres primeros, pero había leído los dos últimos mientras tomaba una cantidad de sedantes como para hacer levitar a un caballo. Ahora, no ocurre lo mismo.
Me produce alivio informar que Potter 4 -Harry Potter y el cáliz de fuego- es tan bueno como los Potter de 1 a 3. Aunque es más largo. Cáliz es largo como Cámara y Prisionero juntos. ¿Es más texturado que
los tres primeros? ¿Induce más a la reflexión? Lo lamento, pero no. ¿Son necesarias esas cosas en una aventura imaginaria destinada principalmente a los niños y aparecida en los Estados Unidos en plenas vacaciones de verano? Por supuesto que no. Lo que quieren -y probablemente merecen- los chicos en vacaciones es una diversión simple y sin complicaciones. Harry Potter y el cáliz de fuego trae esa diversión y no en miserables baldecitos. Cáliz trae diversión en camiones.
Lo más asombroso de este libro es que lo recorre un sentido del humor excéntrico y plagado de ingenio. En 600 y pico de páginas, uno al final debería cansarse de los dragones Blast-Ended Skrewts y Swedish Short-Snout y de aparatos como los Quick-Quotes QuiLL (una suerte de grabador mágico Utilizado por Rita Skeeter, la perfectamente repugnante periodista del Profeta Diario), pero eso nunca sucede. Por lo menos no a este lector. Tal vez sea porque Rowling no se demora durante mucho tiempo en invenciones tan divertidas como el QuiLL que flota en el aire y cada tanto irrumpe en floridos trozos de prosa sensacionalista. Le hace un guiño rápido al lector y una sonrisa para arrastrarlo de nuevo, sin parar de contar su relato a f máxima velocidad. Y seguimos adelante con todo gusto, sonriendo admirados y es- perando el codazo, el guiño y la ceja ar- queada que vienen.
Retruécanos y risitas aparte, la historia c es buena. Tal vez nos canse un poco des- cubrir a Harry en su casa con esos horribles tíos (amén de ese aún más horrible primo, Dudley, cuyo juego de PlayStation c favorito es "Mega-Mutilation Parte Y), pero una vez que Harry asiste al partido obligatorio de Quidditch y vuelve a Hogwarts, el relato adquiere velocidad.
En una entrevista con Malcolm Jones publicada en Newsweek, Rowling admitió haber leído a Tolkien bastante tarde, pero ¿ cuesta creer que no haya leído a Agatha s Christie y a Dorothy L. Sayers Aunque 1 contengan todos los elementos de la fan- 1 tasía, y la mezcla del mundo real y el mundo de los brujos y las escobas voladoras sea deliciosa, los libros de Harry Potter son, en esencia, cuentos de misterio sus-  tancialmente astutos. Potter 3 (Azkaban) tenía que ver con los padres de Harry (como todos los chicos que son héroes buenos, Harry es huérfano) y aclaraba los múltiples misterios de sus muertes de una 
forma que probablemente habría complacido a Ross Macdonald, aquel creador de pasados ocultos y complicados árboles genealógicos.
Ahora, al regresar a Hogwarts después de asistir al Campeonato mundial de Quidditch, Harry y sus amigos se entusiasman al enterarse de que van a introducir nuevamente el torneo Triwizard después de una pausa de aproximadamente 100 años (al parecer, muchos de los jóvenes participantes terminaban muertos). Los aspirantes a brujos de otras dos escuelas (Beauxbatons y la graciosamente fascista Academia Durinstrang, posición geográfica desconocida) fueron invitados a pasar el año en Hogwarts y competir en el concurso, que se compone de tres tareas muy bien imaginadas. Estas sólo pueden ser bien ejecutadas por los participantes capaces de resolver los acertijos que les corresponden; tanto los chicos como los estudiantes de mitología griega disfrutarán este aspecto del cuento de RowIing.
Como el Sombrero Seleccionador, uno de los primeros inventos ingeniosos de Rowling, el Cáliz de Fuego es esencialmente un mecanismo de selección. Se supone que escupe tres trozos de pergamino en llamas que contienen los nombres de los tres participantes en el torneo, uno de cada escuela. En una escena vívida y maravillosamente tensa, el Cáliz de Fuego escupe cuatro fragmentos de pergamino en vez de tres. El cuarto, naturalmente, lleva el nombre de nuestro héroe. Si bien Harry es en principio demasiado joven para competir en una serie de justas tan peligrosas, el Cáliz habló, y por supuesto Harry debe entrar en la competencia. Si le parece que los lectores jóvenes no van a tragarse esto, nunca tuvo uno en su casa (o no lo fue usted). Los adultos son propensos a interesarse más en cómo llegó el nombre de Harry al Cáliz, en primer lugar. Es un misterio que Rowling elabora con gracia y soltura. Y, a diferencia de los desenlaces que recuerdo de los misterios de Nancy Drew y Hardy Boys de mi juventud, donde el culpable en general resultaba ser algún vil vagabundo de las clases más bajas, la solución al misterio del Cáliz, como las respuestas a los acertijos del Triwizard, me parecieron correctas.
En un momento, Rowiing nos presenta la primera cita de Harry (lamentablemente, no con la atractiva y adorable Cho Chang un subargumento, al menos, que lleva a la reflexión (en el que participan elfos de la casa que más bien disfrutan de su nivel de esclavos de cocina) y una dosis extremadamente grande de humor adolescente (un chiste levemente escabroso, que juega con la palabra Urano, probablemente se subirá a la cabeza de la mayoría de los lectores de primaria y divertirá al grupo más brillante de los primeros años del secundario). También aparece una cantídad medianamente agotadora de bromas adolescentes. Los adultos pueden acelerar la lectura sin remordimiento en estas partes; es cosa de chiquilines.
¿El fabuloso éxito de ventas de estos libros puede sorprender a alguien? La serie de Harry Potter es una versión sobrenatural de Tom Brown's Schooldays, actualizada y con un lustre publicitario de " los chi- Y Harry es el chico que la mayoría de los chicos creen que son, a la deriva en un mundo de adultos poco imaginativos y muchas veces desagradables -muggIes, los llama Rowlingque ni los comprenden ni se preocupan por comprenderlos. Harry es, en realidad, una Cenicienta en versión masculina, a la espera de que alguien lo invite al baile. En Potter 1, la invitación le llega primero por búho (en el mágico mundo de I.K. Rowling, los búhos entregan el correo) y luego por el Sombrero Seleccionador; en este tomo, le llega por el Cáliz de Fuego que despide chispas fascinantes. ¡Qué lindo es ser invitado al baile! Hasta para un tipo relativamente viejo como yo, es lindo que lo inviten al baile.
Sería deprimente anunciar que el libro más vendido en la historia del mundo, posición que este libro probablemente ostentará hasta que salga Potter 5, es espantoso. Harry Potter y el cáliz de fuego dista de serlo. Antes de que Harry saliera a escena, los chicos sedientos de evasión debían contentarse con R. L. Stine, el poco inspirado pero increíblemente exitoso oficial que generó el fenómeno de los Goosebumps. Los libros de Rowling son más llevaderos, tienen mejor argumento y están mejor escritos. Están llenos del tipo de detalles divertidos de los que sólo parecen u, vvrt(jrriping wittow (sauce goipeador), que destroza autos (y a sus ocupantes) si se acercan mucho a él, aperitivos como las Cauldron Cakes (tortas de caldera) y Licoríce Wands (varitas de regaliz) y el perfecto malvado Lord Voldemort (tan malo, en realidad, que la mayoría de los personajes de Rowling lo llaman simplemente "Ya sabes quién"). Los Dursley, desagradables custodios de Harry, explican las largas ausencias del muchacho diciendo a sus amigos que Harry va al Centro de Seguridad St. Brutus para Niños Críminales Incurables. Y el libro se inicia con el homicidio (fuera de escena, no se preocupe) de una bruja llamada Bertha Jorkins. Rowling no llega a decir exactamente que es lo que la desdichada Bertha se merece por tomarse sus vacaciones en Albania, pero sin duda lo da a entender.
¿Hay algo más que diversión aquí? Una vez más, no demasiado. En mucha de la ficción de fantasía británica, las invenciones divertidas se equilibran con temas de una oscuridad cada vez mayor -la trilogía de los Anillos de Tolkien por ejemplo, donde el fascismo de Mordor comienza como un olor desagradable distante en la brisa y crece hasta convertirse en una atmósfera penetrante de temor, o los libros de Narnia de C. S. Lewis, donde las preocupaciones religiosas del escritor pueblan lo que comienza como inofensivas aventuras de mentirillas con un significado que al final pasa a ser casi insoportable (para este lector, más bien agotador). Llevada a su extremo, la esencia de la fantasía británica produce a un Richard Adams, donde los pobres perros parlantes Snitter y Rowf sufren penurias casi inenarrables y el dios oso Shardik pasa a representar to das las promesas que la religión hizo y luego rompió; donde cada campo de conejos que retozan bajo el sol,oculta el hilo brillante de la muerte.
En la obra de Rowling, pueden percibirse esas sombras, pero son sombras leves, que se desvanecen rápidamente. Las aventuras de Harry son en su mayor parte animadas y luminosas, pese a los ocasionales focos sombríos; más Lewis Carroll que George Orwell. Al que más puede acercarse la fantasía británica es en realidad a Peter Pan de J.M. Barrie. Como cualquier escuela, donde la clientela es eternamente joven y hasta los maestros comienzan a adoptar las características psicológicas inmaduras de sus alumnos, Hogwarts es una suerte de País del Nunca jamás. Sin embargo, Harry y sus amigos muestran a la larga algunos signos tranquilizadores de crecimiento. En el presente volumen, aparece algún besuqueo discreto y por lo menos algunas penas y decepciones que deben ser enfrentadas.
El trabajo del escritor de fantasía consiste en conducir al lector dispuesto de lo mundano a lo mágico. Es una proeza de la que sólo una imaginación superior es capaz, y Rowling posee dicho atributo. En
varias ocasiones dijo que las novelas de Potter no están destinadas conscientemente a un público o una edad particulares. El lector puede albergar alguna duda razonable sobre dicha afirmación después de leer el primer libro de la serie, pero para cuando llega a Harry Potter y el cáliz de fuego, es evidente que la mujer habla en serio. Tampoco puede dudarse de que su negativa manifiesta a "americanizar" el lenguaje de los libros (el actual aparece con términos británicos como petrol y pub sin modificar) prestó a las historias un atractivo para los adultos que la mayoría de las novelas para chicos sencillamente no tienen.
No todas las noticias son buena s. Pronto podrá ver a harry Potter en un cine cerca de su casa. El proyecto inicial es tinoneado por Chris Columbus, un realizador de ingenio no demostrado; no es para nada seguro que el director de The Goonies, una de las películas para chicos más estridente, tonta y decididamente aburrida que se ha hecho hasta el momento, sea capaz de llevar el ingenio ágil y la imaginación vibrante de Rowling a la pantalla. (Espero, en nombre de los millones de niños que
aman a Harry, Hermione y Ron Wasley, que Columbus me demuestre que estoy equivocado). La fantasía, aun cuando estan lozana y simple como la de este Progreso de] joven Brujo, resulta dificil de llevar al cine, donde los prodigios en general tienden a encogerse y resultar banales
Quizás el lugar de Harry Porter esté en la imaginación de sus lectores. Y sí esos millones de lectores abren los ojos a los prodigios y las gratificaciones de la fantasía a los 11 o 12 años... bueno, para cuando lleguen más o inenos a los 16, está ese tipo...un tal Stephen King E:].

Breve historía de la "harrymania"

Ediciones en 28 idiomas y 40 millones de ejemplares vendidos en los EE.UU. le garantizan a J.K.Row1ing, algo más que un sitio en la historia de la literatura infantil. En menos de tres años, sus libros se convirtieron en bestsellers mundiales y desafiaron la imaginación de los críticos ansiosos por explicar cómo Harry Potter, un mago soñado para chicos, despierta fanatismos multicolores en señores de traje y corbata.
En la Argentina, desde 1998, se vendieron 400.000 copias de los prirneros tres títulos -La piedra Filosofal 1,a cámara secreta y El prisionero de Azkaban- y el nuevo fue lanzado con una tirada de 100 mil, Pura magia, para un mercado donde vender diez mil copias es un éxito,
Pero, no siempre fue así: Rowling empezó a imaginar la historia después de su separación, pobre y con una hija que mantener. Así diseñó la saga: 7 libros, uno por cada año de Harry en Hogwarts. En 1997, luego de varios rechazos, Bloorrisbury, le compró el proyecto y su nombre comenzó a asociarse a un boom que hoy se mide en tiradas kilométricas, miles de sitios en Internet, un filme inmimnente y 35 millones de dólares anuales para la autora. En- El cáliz de fuego, por primera vez Rowling toca temas como el compromiso político y la muerte. Tua Agarra, la inocencia quedó atrás", dijo. Habrá que ver que piensan los fans. 

MAGIA PERO DE ESTE MUNDO

por: LAURA RAMOS

0liver Twist, niño expósito que debe su nombre a los rigores del orden alfabético inglés escogido para los pupilos del Hospicio por Mr. Bumble, celador parroquial fue introducido en este mundo de pesares e inquietudes desde que una vieja enfermera y el propio Mr. Bumble robaron a su madre moribunda la medalla y el anillo de oro que podían atestiguar sobre su verdadera identidad. A los pocos días de que su madre se casara con el caballero Eduardo Murdstone, el pequeño David Coóperfield, huérfano póstumo de padre, fue castigado con el látigo y después recluido en su cuarto durante cinco días por el padrastro cuyo solo nombre convoca a los más tenebrosos fantasmas infantiles. La huérfana Jane Eyre fue encerrada en las penumbras del saloncito rojo de su tía Reed con la cabeza ensangrentada merced a los tormentos de su primo lohn, sin saber que su tía había destruido la carta que daba cuenta de su herencia.
Una noche en que llovieron lechuzas y estrellas fugaces desde la salida del sol sobre toda la Gran Bretaña, un bebé envuelto en mantas fue depositado en el umbral de la puerta del número 4 de Priver Drive. Al encontrarlo sus tíos Dursley, fabricantes de taladros y padres del horroroso primo Dudley, hicieron desaparecer la carta que revelaba su condición de mago. Por 11 años Harry Potter, bolsa de boxeo favorita del primo Dudley y sus amigos, durmió en la oscura alacena de la cocina. El día de su cumpleaños número 11 le fue develada la verdad por un mago fallido, quien le entregó la convocatoria del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería que lo invitaba a incorporarse a sus claustros.
Para ingresar al colegio pupilo Harry debió comprar, con la herencia que le dejaron sus padres en el Banco Gringotts -regenteado por gnomos y custodiado por dragones- una lista de útiles, a saber: tres túnicas negras, un sombrero puntiagudo negro, una varita para realizar encantamientos, un caldero para hacer pociones y una lechuza para llevar y traer el correo. Los libros de texto incluían una Guía de Transformación, pero el libro que más fascinó a Harry, quien abrigaba el secreto propósito de practicar sus enseñanzas con el primo Dudley, fue Hechizos y Contrahechizos ("Encante a sus amigos y confunda a sus enemigos con las más recientes venganzas: Pérdida de Cabello, Piernas de Jalea, Lengua Atada y más").
Los tres protagonistas bordean la categoría de antihéroes: Harry es delgado y de pequeña complexión, con unos desordenados cabellos negros que caen sobre sus anteojos; su amigo Ron, miembro de una familia de brujos bohemios, es pelirrojo y también menudo, frecuente objeto de burlas por parte de sus adversarios a cuenta de sus cabellos y de sus penurias financieras; Hermione es un ratón de biblioteca, una muchachita vivaz y poco agraciada que se oculta tras grandes anteojos.
Con su extraordinaria saga J.K. Rowling practica una operación que borda cierto espíritu de las novelas por entregas de Dickens con los melodrarnas bronteanos, con Romain Rol] and y Emilio Salgari, con la bellísima nouvelle Argentina La escuela de las hadas de Conrado Nale Roxlo y fundamentalmente, empapa los viejos folletines en las pociones mágicas del contemporáneo galés Roald Dahl, para sumergirse en sus familias disfuncionales con padres y madres pérfidos y abrevar de las fabulosas historias galesas. Si en la Argentina los chicos aún no acuden a las librerías disfrazados con capas y sombreros de mago, corno hacen los estadounidenses, probablemente sea porque el merchandísing multimillonario aún no clavó sus colmillos en Sudamérica. Pero la poción mágica de la serie ya corre por sus venas; el único antídoto reside en el talento de su autora.
1.K.RowIing tuerce el destino de los huérfanos literarios cuando permite que quien en el hogar de sus tíos recibía bastonazos durante su día de cumpleaños, desde su llegada a la Escuela de Magia deba aceptar obsequios del linaje de una capa que otorga invisibilidad o de una escoba voladora, sin contar con decenas de golosinas mágicas. Pero los filtros cocidos en el caldero de Rowling no pudieron transformar las más viejas concepciones del mundo y de los hombres. La lucha de clases, la economía y la moral del sistema capitalista permanecen, aunque en el cuarto volumen Rowling haya advertido la complacencia política de los anteriores y haya dejado crecer en la pequeña Hérmione una cándida Rosa Luxemburgo que hace huelga de hambre en favor de los elfos domésticos que limpian la escuela.
En el mismo cuarto volumen, sin embargo, la madre de Ron cocina con una varita mágica que pela las papas mientras ella, como cualquier mujer oprimida muggle (no mágica), refunfuña por las travesuras cometidas por sus hijos varones. La saga se empeña en reproducir con agudeza las desigualdades de la ideología y el consumo del postcapitalismo en el país de los hechiceros, lo cual no deja de brindar una lóbrega moraleja: es más posible que exista un mundo de magos secretos a que cambien las pequeñas y grandes miserias y perversidades del mundo rnuggIe, pese a la acción de la más efectiva de las varillas Ollivander, hecha de pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y fibras del corazón de dragones agitándose bajo el con

juro: "¡Expecto patronum!". 


Copyright The New York Times y Clarín, 2001. Traducción de Cristina Sardoy