FERNANDO FADER OTOŅO 1924 OLEO SOBRE TELA 88,5 POR 108CM CLOCCION DIANA JULIO DE MASSOT BUENOS AIRES
FERNANDO FADER EL VIEJO ESTANQUE 1917 OLEO SOBNRE TELA 75X85 CM MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES JUAN B CASTAGNINO ROSARIO SANTA FE
CESAREO BERNARDO DE QUIROS  EN EL TIEMPO DE LOS OROS 1933 OLEO SOBRE HARDBOARD 87X97 CM COLECCION PRIVADA BUENOS AIRES
CESAREO BERNALDO DE QUIROS BAŅADO DE ENTRE RIOS 1944 OLEO SOBR E CARTON 70X80CM COLECCION PRIVAda MENDOZA

CESAREO DE QUIROS PUERTO VIEJO 1944 OLEO SOBRE TELA 112X140 CM MUSEO PROVINCIAL DE BELLAS ARTES  PEDRO E MARTINEZ PARANA ENTRE RIOS
RAMON SILVA PARVAS ALA SOL 1916 OLEO SOBRE TELA 31X39 CM MUSEO PROVINCIAL DE BELLAS ARTES  LA PLATA BUENOS AIRES
ERNESTO DE LA CARCOVA EL BANCO DEL JARDIN 1927 OLEO SOBRE TELA 78X92 CM COLECCION PRIVDA BUENOS AIRES
ANTONIO PEDONE LA HUERTA 1921 OLEO SOBRE TELA 75X95 CM MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES  JUAN B CASTAGNINO ROSARIO SANTA FE
ALJANDRO CHRISTOPHENSEN PLAIN AIIR OLEO SOBRE TELA 100,5X80 CM MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES BUENOS AIRES
FRAY GUILLERMO BUTLER SERRANIAS 1938 OLEO SOBRE TABLA 70X 100 MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES BUENOS AIRES

IMPRESIONISTAS  EN ARGENTINA

 

FERNANDO FADER, PINTOR DE UN ÍNTIMO SILENCIO
por Santiago KovadIoff

Lo digo en un sentido sustancial: a Fader no lo encontramos en la serranía cordobesa; lo encontramos en el destino que ese paisaje supo correr en sus cuadros. No son los objetos que contempla lo que sus telas reproducen, sino las respuestas que esos objetos brindan a las preguntas que él les formula. Es que Fader interroga a los seres y las cosas del escenario serrano, y ese interrogar, a medida que se despliega, accede al misterio que esas presencias guardan para quien sepa convocarlo, acogerlo, sustentarlo.Un panteísmo natural, espontáneo, hace de Fernando Fader un artista en renovado estado de comunión, permeable al parentesco que todo lo que mira parece guardar con él. El impulso de su aliento pictórico no emana sino de esa aptitud privilegiada que le da acceso a lo que nos brinda: el alma palpitante que encierra incluso la materia inerte cuando el hombre sabe solicitarla en un acto que es, al unísono, de invocación y de autoinvocación. El mismo Fader llegó a decir que los auténticos solitarios, aun en medio de la apabullante grandeza de la cordillera, lo son porque "no se ven sino a sí mismos, mirando del llano hacia las cumbres heladas que se visten con las nubes en su vuelo y mirando de la cumbre hacia la pampa, que en el horizonte es esposa del cielo". ""Lejos de efectuar una grosera apología del yo, muy lejos de cualquier entrega al narcisismo, este no verse "sino a sí mismo" quiere decir en él, en su pintura, sentir todo lo que circunda al hombre con excepcional intimidad, carnalmente, comul_ gando con el paisaje en una vivencia de pura reciprocidad. Por eso, a la hora de las precisiones, propuso que la pintura era para él "un sentimiento exclusivamente íntimo. ( ... ) Yo no miro sino como pintor. ( ... ) Cuando miro la naturaleza, una piedra, un tronco de árbol, una vaca o un cerdo, lo miro ya pintado, vale decir, tamizado por mi espíritu pictórico" ( ... ). Y luego, lo decisivo: "Dentro de cada forma hay una esfinge, y cuando no la hay, no se puede pintar esa forma. ( ... ) Hay que descubrir esa esfinge; a veces hay que suponerla, deducirla, crearla ......Ver un objeto, para Fernando Fader es, pues, verlo a la luz decisiva de este enigma al que él llama "esfinge". Es la esfinge, el misterio medular de cada ser y cada cosa, lo que convierte su aparente docilidad, su proximidad inofensiva, en inquietante manifestación; su opaca mansedumbre de cosa dada, disponible, en luminosa tensión espiritual, en quebranto de toda obviedad. Accediendo a esa esfinge, rozando ese misterioJader transfigura el paisaje objetivamente expuesto en entrañable figura animada diáfana en lo que tiene de insondable, audible en la elocuencia de su silencio tenaz y envolvente. Transubstqnciación pura, entonces: del hombre en el paisaje, del paisaje en biografía del alma que lo aprehende. De hecho, cuando contemplamos las obras de Fernando Fader, reconocemos una personalísima manera de convertir lo ajeno en propio, lo externo en íntimo, la intimidad en escenario y en formas inéditas. Pero hay algo más: Fader sabe transmitimos la necesidad de aprender a callar frente al paisaje. Su pintura sabe comunicarnos ese mutismo que no es inexpresividad sino todo lo contrario y que se diría que palpita más allá de la mirada humana y que, no obstante, la conciencia puede presentir, adivinar y hasta temer. Con relación a esta dimensión trascendente podría asegurarse que el paisaje, en Fernando Fader, opera como un espejo que esconde o, más bien, preserva de todo trato convencional, de toda mirada ligera,
un fondo sustantivo que se ampara o resguarda en la ausencia de un color hegemónico y en la tendencia a difumar las formas particulares en un continuo.
Fader, en suma, no describe: inscribe cuanto estimula su sensibilidad en el territorio de los símbolos, indiferente a las imposiciones del naturalismo tanto como a las demandas de la abstracción. Pero no por ello cabe creer que es el impresionismo el que entonces le dicta los pasos a seguir. Fader no brinda una impresión del objeto; brinda, en cambio, una radical revelación de la emoción de comprender lo que ve como algo que, ante él, tiene desde siempre la índole de lo plástico, de lo que es pictórico.Por lo demás, su luz, la luz de sus cuadros, es muy otra que la de los impresionistas. Es, la suya, una luz triste, una luz que no refleja deslunbramientos. Nada hay en ella de ese jubiloso y exquisito discernir lo incandescente que es típico de los pintores impresionistas. En Fader hay hondura, hay conmoción, pero no hay alegría. La vida silenciosa y latente que busca en las formas despierta en él, por supuesto, un sentimiento intensísimo. Pero no hay en sus propuestas ninguna exaltación. 'Todo lo grande -escribió- es profundamente triste. Sé -añade- de la tristeza de la plena luz". Quiero, por último, decir que si, a las de Córdoba, Fader las llama "mis montañas" no es porque crea que le pertenecen, en cualquiera de los sentidos que pueda dársele a este verbo. Las llama "mis montaña? como si dijera "mis ojos", "mi mano"; aquello, en fin, con lo que se cuenta para ser sin que ese ser constituya propiedad de quien lo tiene. Fader no celebró nuestros paisajes como si fueran suyos. Si nosotros, en ellos, terminamos por reconocer un semblante inconfundible de la patria no es porque él lo reprodujo sino porque él lo forjó. Magistralmente lo afirma González Carbalho en el texto que le dedicó en 1943: Fader aspira a ser perfecto por fidelidad a lo que ama. Su ciencia le permite plasmar lejanías dentro de la masa inmaterial del aire. El conjunto de sus paisajes podría denominarse historiade un conocimiento".

IMPRESIONISMO Y PAISAJE NACIONAL
por SyIvia Iparraguirre

En los orígenes de nuestra nación, la generación romántica (Echeverría en La cautiva, Alberdi en Memoria descriptiva sobre Tucumán) abordó el tema del territorio del país donde empezaba a aparecer, tímidamente pero seguro, un arte. A fines del siglo XIX vuelve a darse un fenómeno semejante, esta vez en pintura, con una diferencia: ya no es el territorio propio el que se indaga, sino el paisaje. Sí el romanticismo literario dejó las ruinas europeas para intentar na rrar la pampa, estas palabras de Fernando Fader, luego de su vuelta de Europa, hablan de lo mismo: "el día que me encontré solo frente a las montañas gigantescas de la Cordillerá, terminó toda mi ciencia pictórica"- La misma idea resuena en las palabras programáticas de Martín Malharro publicadas en la revista Ideas (1903): Tara fundamentar la pintura nacional es necesario que olvidemos casi, lo que podamos haber aprendido en las escuelas europeas. Es preciso que, frente a frente de la naturaleza de nuestro país, imaginemos sus misterios, explorando, buscando el signo, el medio apropiado a su representación En la preocupación por encontrar un "arte nacional" que manifestara lo "característico argentino", el paisaje se constituye en el género clave,
El propósito no escapa al contexto de la "Argentina aluvial". Se acuñan giros como: "ideal nacional" y "genio nativo'. No hay lugar para discutir los ambiguos componentes de estos programas, sólo diremos que el campo intelectual yartístico elaboraba la formación ideológica de una cultura nacional. No sin conflicto, se rompían viejos moldes y se entraba, definitivamente, en otra
etapa. Estas cuestiones se hacen evidentes alrededor del Grupo Nexus, la figura de Martín Malharro y la Exposición delCentenario.
La primera exposición de Malharro a su vuelta de Europa, en Witcomb en 1902, marca el desembarco de "los esplendores del impresionismo" en Buenos Aires. Con la llegada de Fader, en 1904, están haciendo su obra en el país los dos grandes maestros "impresionistas" argentinos. No se trató de la mera adopción de un lenguaje que, por otra parte, no fue ortodoxo. Fue la adaptación que, según condiciones y sensibilidades, cada uno de ellos hizo de él. El impresionismo produjo un cambio radical en la pintura al relacionarla con los conceptos de duración y subjetividad. Duración porque la idea es captar un instante determinado en el cual la luz produce variaciones irrepetibles sobre el paisaje. Subjetividad porque lo que importa es la mirada del que pinta. A esta tendencia se integrarían, desde perspectivas diversas, Ramón Silva, Fray Guillermo ButIer, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Ernesto de la Cárcova, Walter de Navazio y Alejandro Christophersen, entre otros. En la propuesta impresionista argentina, la incomprensión pareció rodear al visionario y libre Malharro, mientras que el salto hacia la apreciación del público de un paisaje nacional en la pintura lo daría Fader.
Martín Malharro fue un rebelde por naturaleza 0, como metafóricamente lo presenta Ángel Nessi, "un abatidor de sistemas caducos, un devorador de tinieblas... todo contra viento y marea", visión romántica que él mismo forjó a través de sus conferencias y sus escritos polémicos. Nacido en Azul en 1865, al a los catorce años se escapa a Buenos Aires siguiendo su vocación. Trabajó como ilustrador haciendo litografías para las crónicas policiales de los diarios y diseñó etiquetas comerciales. Su primera formación fue en la escuela de la Sociedad Estímulo, con Francesco Romero. Defensor a ultranza del modelo natural, su infancia en Azul le dio contacto directo con la pampa y la sierra.Pero no se conforma y viaja a Tierra del Fuego. De su estadía trajo la coloración del Sur y una indagación del paisaje marino que presentó en 1894 enuna exposicion en la que se destacan obras como El corsario La Argentina. Paraeste momento, Malharro había tomado una distancia mental irreversible con el siglo XIX italiano, pilar de la Academia, y necesitaba buscar otros medios para ver y pintar la naturaleza. En 1895 viaja a París, donde conoce el impresionismo -Renoir, Monet pero, según su discípulo Carlos Giambiagi, admira a Millet y a Corot. Y más significativamente, "est:aba poseído por el patetismo de Millet". De este último le vienen la melancolía y las tonalidades bajas. Los años que separan la producción de Malharro de la de Fader son significativos en cuanto a la aceptación de sus obras por parte de un público al que había que «educarle el ojo". Sin embargo, sus exposiciones (1902-1908) son bien recibidas y lo acompaña el éxito en las ventas. Según consta en los diarios dela época, el presidente julio Argentino Roca es uno de los coleccionistas de sus obras. A diferencia de algunos intelectuales de su generacion a quienes socialismo y anarquismo seducen mientras son retóricas, Malharro mantuvo su compromiso anarquista hasta el final. Esto le valió no pocas incomprensiones. Participó del Grupo Nexus (Malharro, Fader, Collivadino, Quirós, Ripamonte, Rossi, Lynch y Dresco) que, sin duda, no fue homogéneo. El grupo no llevó adelante sus propuestas renovadoras, aunque las disensiones parecen ser más ideológicas que estéticas. Algunos de sus miembros ocupaban cargos oficiales ydeterminaban "políticas de arte", con inclinación a un nacionalismo tradicionalista. Con todo esto rompe Malharro y queda aislado. El maestro natural que había en él se refugia en un grupo de discípulos. Cuando muere, en 1911, serán ellos los que proyectarán su tendencia. Los más cercanos a Malharro fueron Ramón Silva y Walter de Navazio.Lector y, en la adolescencia, ilustrador espontáneo de Rocambole, el héroe folletinesco, Ramón Silva tuvo una vida breve y de tinte romántico. Muerto a los veintinueve años minado por la tuberculosis, fue un intuitivo y un imaginativo. En su primera formación impresionista está la influencia decisiva de su maestro. En 1911 viajó a París, El encuentro con la pintura de Van Gogh resultó capital para su comprensión del color, pero fueron Cézanne y Sisley los que dejaron en él la huella más profunda. El acercamiento al post impres ionis mo, incluso al fauvismo, le da un notable dominio de la materia que combina con su sensibilidad particular para el color (Alrededores de París, Bosque, El pavo azul) y con un manejo transparente de la luz (Parvas doradas). En 1915 realiza su única exposición en la Comisión Nacional de Bellas Artes. Nadie supo ver su maravillosa pintura, que sólo obtuvo indiferencia. Giambiagi lo recuerda así: "amaba los troncos leprosos y las nubes cautelosas. Nunca supo defenderse de los mercaderes de la crítica adocenada''. Por edad (los separan dieciocho años), Fader pudo haber sido discípulo de Malharro. Sin embargo, el que vuelve a la Argentina en 1904 es casi un pintor hecho. Si Fader no comparte el temperamento de homme révolté de Malharro, tiene su misma energía. Pertenece a la raza de los pioneros. Arquitecto, industrial, escultor, poeta, dramaturgo, ejecutante de piano, pero sobre todo pintor, nació en Burdeos, Francia, en 1882. A los tres años ya vive en Mendoza donde su padre, inmigrante alemán, instala diversas empresas. Su aprendizaje como pintor lo realiza en Munich. La influencia de su maestro Heinrich von Zügel, animalista famoso que lo inicia en la pintura al aire libre, sería duradera en su obra. En 1904 ganó el Primer Premio de la Academia de Munich con su cuadro La comida de los cerdos. Ese año vuelve a Mendoza. Hacia fines de 1905 presentó en el Salón Costa de Buenos Aires cincuenta y cuatro obras que recibieron elogiosos comentarios del crítico de La Nación, Cupertino del Campo. Alentado, expone al año siguiente en el mismo salón. Casi todas son obras ejecutadas al aire libre. Desde el primer momento la crítica advierte en él la tendencia bien marcada y los medios expresivos resueltos". En 1907 Fader forma parte del Grupo Nexus y participa en sus exposiciones colectivas de 1907 y 1908. En 1907 da una conferencia en la Sociedad Científica Alemana bajo el título bien sugestivo de Posibilidad de un arte argentino y sus probables caracteres". En 1914 gana el Premio Adquisición del Salón Nacional con Los mantones de Manila, pero lo rechaza por considerar que el monto no alcanza el valor del cuadro (la historia le dará la razón) Desde ese momento expondrá solo, en galerías particulares. De estos años data su amistad con el galerista Federico Müller, que seguirá hasta su muerte. En
1916 se va a vivir a Córdoba por problemas de salud. Fader se sumerge en un paisaje que llegará a comprender en profundidad y que no abandonará nunca.
Corrales de cabras, ranchitos de adobe, parejas de animales, árboles, su fiel modelo Laura Ochoa (Blancos, Al solcito), quedarían en múltiples obras de madurez en las que se percibe una importante transformación: las telas adquieren gran vibración de luz; la paleta se aclara hasta el blanco luminoso,las sombras son coloreadas, las escenas abarcan grandes espacios. Se compró un auto, el mítico "fordcito", taller ambulante con el que hacía lo que él llamaba sus "campañas". En Ojo de Agua pintó, siguiendo el leitmotiv impresionista, La vida de un día, ocho estupendos cuadros con el mismo motivo desde la mañana al anochecer.
Al reconocimiento de los años veinte (Pagano lo llama, en 1924, "maestro de la pintura contemporánea") sigue el olvido después de su muerte. Su obra resurge intacta, valorada, en los años sesenta. A partir de entonces, coleccionistas y museos buscarán con avidez sus cuadros en los que el paisaje argentino se vuelve, indiscutiblemente, "un Fader'. Si Nexus proponía el paisaje nacional y el requerido rescate de nuestra herencia hispano -criolla, Cesáreo-Bernaldo de Quirós fue su miembro más consecuente.
Nacido en Entre Ríos, desde la infancia observó minuciosamente las costumbres y condiciones de vida del que sería el protagonista excluyente de su serie
Los gauchos, a la que le dedica todo un período (1923-1928). Si bien sus comienzos están marcados por una paleta luminosa y la libertad en el uso del color y los empastes (a la manera de los pintores impresionistas), no renunciaal detalle para crear sus personajes. "Soy y seré postimpresionista", afirmaba en
1956. Desde su maestro valenciano Vicente Nicolás Cotanda, hasta Zuloaga, de quien fue amigo personal, se advierte en su pintura la influencia del regionalismo español que lo conduce, a veces, a una tipificación del modelo, a rasgos de pintoresquismo. Si Malharro queda aislado, si Silva es valorado mucho después,
si Fader siguió su propio camino, Quirós logra en la época una posición central.
En la Exposición del Centenario se le dedica una sala y obtiene la medalla de oro. Lugones, a quien Quirós admiraba, dijo de sus cuadros: "cada figura sería un cuadro por sí sola; de tal modo es cada cual la explicación de un temperamento". Corcova Iturburu, por el contrario, opina que sus "gauchos, montoneros, patrones de estancia están pintados con un espíritu grandilocuente y una visión convencionalmente ideslizadera''. De su primera época vinculada con el impresionismo, nos quedan cuadros notables como La hamaca (1913).

IDENTIDAD Y PAISAJE
por Diana B. Wechsler

Hacia finales del siglo XIX y frente al creciente aluvión inmigratorio que llegó a la Argentina, emerge el debate en torno de la constitución de la identidad nacional. Las artes plásticas se involucran tempranamente en este debate que recorre -con distintas alternativas- las primeras décadas del siglo XX. El tema del paisaje nacional se presenta como un espacio donde desarrollar una estética vinculada con este propósito de delinear una identidad.En 1902 Martín Malharro abre la cuestión sobre el arte nacional desde varios frentes: por un lado escribe notas en El Diario, donde estimula a los artistas a mirar el paisaje de los diferentes rincones del país y toma como ejemplo el caso de Augusto Bellerini quien recorriera diferentes regiones tratando de capturar con su paleta nuestra naturaleza. También en sus notas afirma: "pensamos con el filósofo y crítico francés Proudhon, que el arte debe ser nacional, concreto, hablar la lengua del país, participar de sus emociones ( ... )". Por otro lado, expone en la galería Witcomb ochenta trabajos realizados durante su estancia en París, que imponen una nueva mirada, la del impresionismo. La crítica lo recibe como un artista lleno de bríos revolucionarios en materia pictórica" que "acentúa nuevos rumbos en el arte, hasta ahora poco conocidos -¿Ntre nosotros Lejos del estereotipo que la historiografía tradicional ha querido establecer con Malharro como "artista maldito", hoy sabemos que fue muy bien recibido a su regreso de París, logró vender toda su obra en la primera exposición de 1902, y su campaña por sostener una posición de artista profesional fue quizá la primera de un camino que recorrerán luego con éxito creciente otros artistas. Por otra parte, la propuesta que incorpora Malharro de una pintura luminosa, al aire libre, siguiendo los postulados del impresionismo francés, se convierte en poco tiempo en la norma para tratar el paisaje.La consigna sostenida por Malharro acerca del paisaje nacional, que lo lleva a polemizar hasta su muerte, en 1911, es revisada por los artistas integrantes del Grupo Nexus: Quirós, Ripamonte, Rossi, Lunch, Dresco, Collivadino y Fader.Es Fernando Fader quien, en 1907, en una conferencia, exhorta a los artistas diciendo: "Las raíces y vuestras fuerzas, están en el cultivo de lo propio. Abrid vuestros ojos y ved vuestra patria". Estas palabras sintetizan las intenciones y la acción de numerosos artistas, poetas e intelectuales que buscaron desarrollar a comienzos del siglo XX una identidad nacional.Se suman a esta propuesta de tina pintura clara, donde el tema esté reducido a la observación de un momento fugaz de la naturaleza, artistas de la generación anterior como Ernesto de la Cárcova y Alejandro Christophersen.El tema del paisaje y la descripción de momentos de la naturaleza y del hombre en ella sigue un recorrido de intensificación de la gestualidad y explotación del valor expresivo de los colores, que trazan los discípulos de Malharro: Walter de Navazio y Ramón Silva. Fuertes contrastes de colores, en una naturaleza plasmada en sus formas más expresivas, son la nota distintiva de las obras de estos artistas que cierran la década del 10 con un conjunto de paisajes que prometen un desarrollo expresionista que quedó trunco por la muerte de estos dos jóvenes artistas. Otro camino es el que continúa trazando Fernando Fader, que se convierte en artista de la Galería Mülle'r -a partir de 1915- y se dedica a trabajar en Córdoba y enviar anualmente sus obras para exponerlas, con mucho éxito por cierto, en Buenos Aires. Personas, animales, vegetación constituyen un todo armónico en .la mirada de Fader, que los integra con una paleta clara, con una personal combinación de verdes, azules, lilas y amarillos, con toques de blancos que atenúan la composición. Varias obras de los años veinte despliegan una indagación nueva sobre el color. Blancos sobre blancos, sutiles incidencias de la luz, caracterizan muchos de sus trabajos revelando el despliegue de nuevas búsquedas que quedaron sin desarrollar, posiblemente ante la demanda de un público que deseaba ver en cada nueva exposición al Fader de los lilas y los azules.Entre tanto Quirós, a partir de la década del 20, irá pulsando además del paisaje otras cuerdas dentro de la temática de lo nacional en arte. Sus series de gauchos federales y escenas de campo incorporan un eje histórico como elemento de construcción de la identidad.Un planteo diferente es el que propone Fray Guillermo ButIer. "El arte no es una simple distracción ( ... ) sino una necesidad imperiosa de nuestro espíritu." Estas palabras de Fray ButIer sintetizan su perspectiva de la pintura. En sus obras el paisaje se espiritualiza. Organiza el espacio ordenándolo por medio de formas simples, volúmenes netos y colores engamados. Espacios iluminados por una mágica luz clara y pareja evitando todo tipo de contrastes fuertes, dan al conjunto de sus obras un carácter muy homogéneo.Estos artistas, cada uno a su manera, operan dentro del amplio movimiento encaminado a delimitar las características de la nacionalidad argentina, que se despliega con intensidad ya desde los primeros años del siglo XX. La pintura adquiere el lugar de un recurso más entre discursos políticos, propuestas educativas, escritos, publicidad y literatura. Desde cada uno de ellos se busca modelar el perfil de una identidad nacional, que se afirma en el papel de "granero del mundo" como lugar establecido para nuestro país en el esquema de la división internacional del trabajo

origen de datos:arte para todos impresionismo y paisaje

Fernando Fader (1882-1935) Sendero florido, 1918

LIlas, celestes,azules y violetas de la paleta de fader organizan esta obra en consonancia con verdes y amarillos colocados en pequeños toque sobre la tela Los arboles y sus frondosas copas pueblan la superficie compitiendo con la densidad de millones de flores que recortan el sendero.

Fernando Fader
Otoño, 1924

El paisaje aparece como tema priviligiado dentro de su producción. Muchas veces retoma los mismos rincones ,senderos, sierras y enramadas Este motivo por ejemplo, fue varias veces pintado por Fader como excusa para volver a plantear el protaginismio de los árboles en el paisaje solitario y sereno

Fernando Fader
El estanque viejo, 1917

El estanque solitario es el elemento pregnante de esta composicion. En ella la naturaleza ,tierra ,vegetacion, árboles, cielo- se enlaza en un una trama organica caracteristica de muchas de de lasobras de, Fader

Cesáreo Bernaldo de Quirós (1881-1968)
En el tiempo de los oros, 1933

Cielo y nubes,cerranias profusas de vegetacion casas y suelo sembrado se integran armoniosamente en el plano a través de la vibracion de los colores luminosos
de una paleta limitada a los verdes y tierras con toques
de naranjas y amarillos de g,ran inensidad.

Cesáreo Bernaldo de Quirós
Bañado de Entre Rios, 1944

El paisaje Como representacion de la identidad nacional aparece en esta obra ,señalado con la singularidad de un horizonte bajo y extendido. Unas tierras llanas atravesadas por manchas de aguate y los verdes de diferente intensidad de una vegetacion natural que estallan denotando la fertilidad de estas tierras

Cesáreo Bernaldo de Quirós
Puerto -Viejo, 1944

Desde un punto de vista muy alto, Quiros relata en obra el encuentroentre una potente naturaleza y la arquitectura del Puerto Viejo .Los volumenes netos y el ritmo de las fachadas con arcos Y recovas contrastan con una naturaleza que con su poder organico disputa el protagonismo.

Martín Malharro (1865-1911
Las parvas, 1911

El protagonista de la obra es el color, la pincelada agil y fugaz .el motivo representado es solo una excusa para desplegar una vez más la mirada sobre la atmosfera, la incidencia de la luz sobre los objetos,los cambios de color y las vibraciones opticas

Ramon Silva, (1890, 19 19)
Parva, al sol, en. 1916

Silva desarrolla en sus parvas leit motiv del impresionismo )un acertado ejercicio de aproximacion a la luz luz calido del camnpo argentino Intensos amarillos impregnan los verdes y celestes con su luminasidad Los Parvas aparecen en el plano como elementos constructivos que guian el recorido visual

Ernesto de la Cárcova (1866-1927) El banco del jardín, 1927

La luz es la protagonista principal de esta naturaleza muerta El ritmo regular de la balaustrada en contraste con las flores y frutas percibidas como vibrantes esferas esta uravesado por una luz muy sutil filtrada por ramas y arquitectura. Elementos que contribuyen al clima del silencio de esta obra

Antonio Pedone (1899-1973)
La huerta, 1921

Un impresionismo cristalizado en formula academica es el
que Pedone presenta en esta obra temprana La composicion arquitectonica construida a traves de un juego de diagonales que entran en el plano,y un ritmo de verticales dado por los arboles construyen este espacio natural intervenido por el hombre.

Alejandro Christophersen (1866-1946)
Plein air, s. f

El título de la obra funciona como referente de la intención de su autor de adscribirse a una escuela: la de la pintura al aire libre. Reflejos logrados , con empastes blancos; que recorren como acentos a las figuras y un sutil juego de color, producen el efecto plenairista de esta obra.

Fray Guillermo Butler (1880- 1961)Serranías, 1938

Paisaje en verdes seria un título posible para esta obra en la que se despliega este color en una gama desde los mas claros hasta los mas profundas.pinceladas cortas y sistemasticas hacen vibrar el plano construido en registros ' ascendentes que por suposicion crean el espacio