Los años que van de 1941 a 1946 resultaron especialmente creativos para la actividad poética de
Manzi; varios de sus tangos más notables fueron escritos en ese período: desde Manoblanca a Malena y desde Fuimos y Fruta amarga a Barrio de tango, Fueye Mañana zarpa un barco, De barro, Tal vez será su voz o Mi taza de
cafe. En ese momento se da una serie de circunstancias que contribuyeron a que su obra alcanzara gran difusión y popularidad, haciendo abstracción de sus intrínsecos valores poéticos. Es el momento histórico de mayor esplendor de la historia del tango; por otra parte, también contribuyeron al exito la acertada elección de los compositores; su amistad con Aníbal Troilo, cuya orquesta convirtió en
éxito cada uno de los tangos de Homero; su madurez creativa, el saber que cada una de sus creaciones podría constituir un nuevo suceso, lo cual funcionaba como un desafio consigo mismo y por último, aunque no menos importante, la más o menos clandestina relación sentimental que anuda con la cantante Nelly Omar, la cual, con altibajos, separaciones y reencuentros, perduraría hasta su muerte y cuyas pistas
pueden leerse en las entrelíneas de varios poemas.
Entre los tangos escritos en 1941 se destaca claramente Malena, con música de Lucio Demare; a lo largo de los años se han tejido varias versiones sobre quién habría sido la real destinataria de los versos.
La obra fue estrenada entre fines de ese año y comienzos del 42 en la boite Novelty por la orquesta de Demare con la voz de luan Carlos Miranda, quien también entonaría los versos de Manzi en la película El viejo Hucha estrenada en la sala del cine Broadway de la avenida Corrientes el 29 de abril. Pero como la primera en grabar el disco fue Azucena Maizani, con acompañamiento de piano y guitarras, mucha gente pensó que la obra le había sido destinada. Otra versión sostiene que la letra
surgió cuando durante un viaje por Brasil, Manzi escuchó cantara Elena Torterolo, esposa del cantante melódico Genaro Salinas, que se presentaba con el nombre de "Malena"; las palabras del tango habrían sido escritas en Brasil y enviadas por correo a Nelly Omar para que se las acercase a Lucio Demare, a fin de que éste les pusiera música. A poco
del regreso, ambos amigos se habr an reunido en el guindado ubicad en la actual esquina de Libertador República de la India. Un bar al qu Homero, debido a la proximidad f isica con su casa de la calle Oro, se ll egaba con mucha frecuencia, dond escribió varias de sus canciones y s alía encontrarse con amigos. Al parecer, sobre una de sus mesas Dem are y Manzi ajustaron los versos con
la música. Francisco García jiménez, en su L
bro Memorias y fanasmas de buenos Aires, relata que Elena Torterolo estaba en gira; que después de Brasil
había pasado por Cuba y Venezuela la, para llegar a finalmente a México. "Oye allí su tango y se entera de,
las circunstancias que incidieron su concepción. Impresionada por vigor de la estampa que surge de es
tas estrofas, teme no estar a su altura y deja de cantar." Y agrega: "Es una resolución que en el ámbito del arte menor asombra por la extremada conciencia que la dicta..."
José Gobello, en un artículo publicado en la revista Qué, anota convencido: " Homero Manzi volvía de México en 1941. Había viajado con Discépolo y Tania. De regreso pasó por San Pablo, en el Brasil. Recalada nochera en un peringundín y una voz extraña desafina tangos. Es la de Malena de Toledo, esposa del cantor mexicano Genaro Salinas que encontró trágica muerte en Venezuela. Un tango, aunque desafinado, si se lo escucha de fronteras afuera, es siempre un estiletazo. Manzi vuelve al hotel con aquella voz de sombra golpeándole los oídos y transfiere su emoción a los versos de malena
póngase Malena. Yo voy a hacer un tango al que le pondré ese nombre'. Tiempo después, ya terminado el contrato de Gloria Argentina, la cantante salió de gira y en Rosario empezó a usar el nuevo apelativo."
También se dijo en su momento que la destinataria de Malena era una ignota corista del teatro Maipo que de tanto en tanto entonaba tangos. Pero existe una versión que entre todas completa la imagen: Nelly Omar asegura que Manzi le contó queunanoche estando deviaje (ella sostiene que se trataba de un lugar llamado "El Pafio", en la ciudad de México) escuchó cantar a una mujer cuyo tipo físico, gestos y timbre de voz se asemejaban a los suyos. Que Francisco Petrone, que lo acompañaba, le dijo: "¿A quién te hace acordar?" Y Manzi respondió sin dudar: "A Nelly". Y sobre esa base, pensando en la cantante, habría escrito las estrofas de esa Malena con voz de sombra. Versión que parece la más creíble (salvo el hecho de que haya sido en México) entre las muchas leyendas surgidas a lo largo del tiempo. Cualquiera que escuche un disco de Nelly Omar, cuya permanencia artística se mantuvo a lo largo de los años, más allá de largas temporadas de silencio debidas a causas políticas, advertirá que esa hipótesis puede resultar la más cercana a la realidad, teniendo en cuenta su tipo de voz y el ocultamiento de la relación Manzi-omar, que por diversos motivos (familiares y de discreción) perduró incluso después de la muerte del poeta.
El 8 de enero de 1942, Troilo grabó Malena cantado por Francisco Fiorentino. Rápidamente, el tema se convirtió en éxito y con los años se transformó en una de las más recordadas y reiteradas creaciones del cantor, un clásico. Vale recordar que a pesar del éxito, y como siempre ha ocurrido a lo largo de la biografía del
tango cada vez que aparece una novedad, los más ortodoxos tradicionalistas, tomaron las metáforas de Manzi con reservas y rechinando los dientes, cuando no con directo rechazo.
No es una novedad sostener que con Malena el tango ingresa en una nueva etapa. La formación de Manzi, como más tarde la de Homero Expósito, Cátulo Castillo y más cerca Horacio Ferrer, les permitió incursionar en metáforas, que hacia los cuarenta reconocían un linaje entroncado en Federico García Lorca, Pablo Neruda, los surrealistas franceses y el martinfierrismo nativo. Manzi aporta la imagen sorpresiva, la comparación inesperada, para lo cual busca palabras no habituadas a estar en contacto, vocablos que al tocarse producen una descarga y dislocan los cauces esperados
produciendo nuevos reflejos capaces de impulsar el surgimiento de viejos recuerdos en la mente de quien escucha. Dicho de otra manera, Manzi aporta poesía.
Pocos meses después de la instalación del gobierno militar, el 15 de enero de 1944, a las veinte y cuarenta y cinco, un terremoto destruyó la ciudad cuyana de San Juan. En pocos minutos, el noventa por ciento de los edificios se derrumbaron o quedaron grave e irrecuperablemente dañados. Nunca se sabría el número exacto de víctimas, pero los cálculos más aceptados indicaron más de siete mil muertos y doce mil heridos.
El entonces secretario de Trabajo y Previsión, coronel Peron organizó inmediatamente un movimiento de solidaridad, y el Gobierno Nacional votó diez millones de pesos para ayudar a las víctimas de la catástrofe. También se organizaron actos multitudinarios, entre ellos uno que aunque fue imperceptible para los testigos, alcanzó una enorme trascendencia en la historia argentina y en el que, por un hecho casual, Manzi tuvo una participación protagonica Narra Fermín Chávez: "La noche de ese 22 de enero, poco después de las 22.30, llegaron al recinto del Luna Park el presidente Ramírez y el coronel Peron según las crónicas de la época. junto al secretario de Trabajo y Previsión y a Imbert habían quedado dos asientos vacíos. Esto es muy extrano, si no pensamos que fueron dejados así ex profeso. De todos modos, Arturo Jauretche sostuvo haberle oído relatar a Homero Manzi detalles sobre la forma como Evita
y una amiga suya pudieron ingr sar al recinto con su intervención. Manzi las hizo pasar. Subieron 1 escalerita del escenario y allí fuero presentadas a Peron que estaba con Imbert. Perón se quedó con 1 otra e Imbert con Eva y se pusiero a conversar animadamente. Al f nalizar el festival, los artistas pez saban agasajar a Peron pero él ll mó a Manzi y le dijo: Dígales a le muchachos que me perdonen per nos vamos a ir a comer con esta chicas. Que me disculpen, les ah rramos la copa'.
Un primo hermano de Manzi, A naldo Manzione, operador del Notdero Panamericano esa noche y tetigo del ingreso, expresa que Evita
Duarte y Rita Molina (tal era su amiga) le rogaron que las hiciese pasar
'Me pidieron que les hiciera franquear la entrada, pero no podía;
me hicieron caso los cuidadores, Entonces le pedí a Homero Manzi primo, que también se encortraba ahí, a ver si él con más autoridad conseguía la entrada para estas
dos figuras artísticas; entonces fue que Evita al entrar le dijo a Homerc
'Manzi, qué lleno está, ¿dónde nos sentamos?' Y Homero les señalo
'Miren, en esas dos butacas que están allá, en el centro, son las única
que están vacías'. En una estaba el
coronel Perón y en otra estaba Imbect. No sé como hizo Evita que llegó hasta ahí junto con Rita Molina
Evita se sentó al lado del coronel Perón y Rita Molina al lado de ella"
UN NOTABLE RETRATO DE MANZI Barri o Y LA
BIBLIOTECA
por:SERGIO A. PUJOL
Pregunte1e a un amante del tango "¡en fue el
letrista más grande del género. A no dudarlo,
la respuesta
será: Hornero Manzi. El sitial fue conquistado con talento y una voz
poética que sa a rescatar, desde la elegía de las cosas
perdidas, los puntos axiales del repertorio
de la canción porteña: el barrio de la infan-
cía, los guapos y el malevaje, el Buenos Aires
de criollos y mulatos, las novias de antaño
(nadie como Manzi para referirse a la mujer en
el tango) y toda una constelación de objetos que portan las señales de
un pasado específico. subjetivo. A poco de
transitar por los mejores tangos y milongas de Manzi, la nostalgia se
desnuda: "Ese piano, esa mesa y esos cuadros/ guardanecos del eco de
tu voz".
Horacio Salas retorna y analiza cuidadosamente esta relación de Manzi
con la memoria y el pasado, dos ejes fundamentales del tango-canción y
sus especies aledañas (el capítulo dedicado a las milongas que el
poeta escribió junto al músico Sebastián Piana es uno de los puntos
altos del libro), pero no se queda en la típica estampa de los libros
tangueros El Manzi que emerge del texto de Salas -un libro con grandes
chances de ser la biografia definitiva del autor de Sur- es un hombre
de palabra y acción; de evocaciones poéticas y militancia política.
Figura central pero a la vez de. transición, Manzi escribe sus grandes
letras entre el modernismo tardío y el surrealismo en puerta (habrá
que esperar a Homero Expósito para este irrumpa definitivamente) y
hace política entre el radicalismo yrigoyenista y el peronismo, con
escala decisiva en FORJA. Salas reconstruye estas modulaciones de una
obra y una vida, pero evita sabiamente los clisés de nuestra
historiografia. No se recuesta en la demonizacion de los años 30 para
entender las inquietudes de Manzi, ya claramente presentes en el
reformismo universitario y en criollismo vanguardista, si bien la
década de la mishiadura encontrará a Homero en toda su creatividad.
Consultando cartas y otros textos personales facilitados por el hijo
del poeta, Acho Manzi, Salas logra situar con precisión a su
biografiado en una Argentina turbulenta pero a la vez llena de
expectativas, en la que un chico nacido en Añatuya, Santiago del
Estero, termina militando en la facultad de Derecho de Buenos Aires,
para reunir luego sus fervores en torno a dos activídades acaso
complementarias: la actuacion política en diversos frentes (no sólo la
fundación de FORJA es política; también lo será el trabajo en SADAIC
en defensa de los derechos de autores y compositores y la producción
cultural, que va de la poesía al periodismo de espectáculos y al mundo
del cine. Libretista y guionista de infrecuente calidad, Manzi quedará
inscripto, junto a Ulyses Petit de Murat, en las fichas técnicas de
algunas de las películas más significativas del cine nacional: la
Guerra gaucha, Pampa Bárbara, Su mejor alumno.
Esta doble relación de quien escribe Romance de barrio, Malena y
Fuimos con la vida cultural y la vida política invita, desde el libro
de Salas, a una serie de reflexiones. Está claro que la política es
para Manzi la forma más directa y comprometida de intervención en la
realidad; una intervencion que lo encuentra, en un comienzo, en
compañía de Borges, con quien Manzi parece tener una afinidad tanto
literaria como ideológica. Como se sabe, los caminos se bifurcarán
después del 45, o quizás un poco antes. Sobre esta relación casi
secreta y a la vez muy significativa para la historia de la literatura
argentina, Salas ilumina diversos aspectos, Su libro trata la materia
del tango y sus hacedores desde un ángulo diferente, como quien
descubre redes secretas que vinculan a los hombres y las obras más
allá de las facciones y los casilleros estipulados.
La cultura es para Manzi la manera sutil de hacer política por otros
medios, desviando la acción sin que por ello se dispersen fuerzas ni,
el otro riesgo, se caiga en el panfleto o el brulote.
¿Qué es entonces lo político en Manzi, cuando no hace política Sin
duda, su apasionada reinvidicación de las formas artísticas "menores»
en el contexto de una cultura popular en expansión.
El Manzi yrigoyenista y forjsta sufrirá los reveses a los que está
expuesto todo militante en épocas duras: cárcel, silencio,
proscripción. En ese sentido, Manzi construye su sitio en la cultura
argentina desde la estrategia de un expulsado de la política. No es
casual que su intensa labor periodística y literaria a lo largo de los
30 y comienzos de los 40 funcione como paliativo frente a la
imposibilidad de cambiar la realidad. Tango, cine, periodismo, poesía
y ensayo: su ejercicio crítico supone una determinada concepción de lo
social desde lo cultural. Y esa concepción supera toda llaneza
populista. Manzi no cree en las bondades inmanentes de la cultura
popular. Por el contrario, su misión, tanto antes como durante el
peronismo, parece ser la de, un permanente cuestionador. Al igual que
Discépolo, Manzi llega a la cultura popular desde un cierto iluminismo
de intelectual de clase media, formado en bibliotecas y peñas, en
cafés libertarios y lecturas de los clásicos.
Salas decidió buscar al Manzi completo. Los cortes transversales que
practica aquí y allá no sólo contextualizan a Manzi y su obra, sino
que localizan al tango en relación con la historia de las ideas en
nuestro país. 0 mejor aún: con la historia de la sensibilidad
argentina. Cuando Salas se detiene en la exégesis de un poema lo hace
cruzando todo el territorio de la poesía. Pone a su biografiado cara a
cara con Girondo, Borges o Carriego. 0 incluso con César Vallejo.
Cuando sobre el final del libro leernos que Manzi dejó una biblioteca
de dos mil volúmenes, comprobarnos que las referencias señaladas por
Salas no son caprichosas. Que sus cruces y asociaciones no son
recursos tácticos para introducir a Manzi en el mundo de las letras:
él va estaba ahí, consciente de su talento y en pennanente movimiento.
origen de datos :clarin cultura 22/07/2001 |