La historia nunca se queda quieta, es un ir y venir de fuerzas que van modificando el mundo. Este fenómeno se refleja en Oriente durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Japón tuvo sus primeros contactos occidentales y adoptó las armas de fuego europeas, que cumplieron un papel fundamental en las luchas feudales y permitieron la unificación del país bajo India se produjo la decadencia del imperio mongol; pero otras potencias extranjeras (Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra) penetraron su territorio, primero con fines comerciales y luego con objetivos definidamente políticos. La competencia culminó con el dominio británico de la India.