focwil
DANIEL FREIDEMBERG

sí como Laguna y El Pollo dialogaban junto al Río de la Plata en el Fausto de Estanislao del Campo, al más de un siglo después, y a orillas del mismo río, dos individuos que mutuamente se llaman "monstro" o "rnostro" conversan y rememoran, ya no la representación de una ópera en el Colón sino un paraíso perdido: el que todos los fines
de semana tenía lugar cuando "los negros" aparecían en camiones entre los recreos de la costa y "locos de contentos,l
veian 1 an ángeles" dibujando letras ves'' en el cielo. Más que aquel tiempo irrecuperable,
sin embargo, el tema de "El antes de los
monstruito" es lo que va de los años del
peronismo clásico a la Argentina de fines
del siglo XX, con río contaminado, Inter-
ack, shoppings, tarjetas plásticas y mene-
mismo. 0 el espesor del transcurso de la
historia y sus efectos sobre las vidas individuales: " Eso también era otra historial La HISTORIA con sufinal derrota de todas las victorias:/ la historia del arrasar del tiempo".Pero tampoco es sólo eso, porque ningún poema de Fogwill habla de algo definido y mucho menos éste, que a lo largo de veinticuatro páginas pone en juego una variada masa de cuestiones, con la alegría salvaje de un aprendiz de brujo lanzado a manipular lenguajes, registros y estilos, sin aspirar a otra coherencia que la que da -el dejarse guiar por una necesidad o un placer de ir derivando y en esa deriva ir asumiendo lo que sale al paso.Desde el chiste grueso y el brochazo costumbrista a la reflexión de orden filosófico, desde un refinado lirismo expectante al realismo y la parodia, en prosa a veces y a veces en verso, y tanto el verso breve inusitado que tan bien trabajó Fogwill en su libro anterior de poemas, Partes del todo, como el versículo, la cancioncita barata y hasta un texto autónomo inserto,GRAN MENEW, en el que sería insuficiente ver sólo una enorme broma. Tanto como los seres y el mundo de que habla, el propio poema es un monstruo, un cambalachesco engendro de un doctor Frankenstein. Muy pocas veces alguien Asumio tan productivamente la imposibilidad de quedarse en un estilo, un punto de vista o un tema,o al menos

FOCWIL
FOCWIL LIBRO
es muy inusual el modo en que esa ligereza quizá posmoderna, esa renuencia a optar, permite aquí un ejercicio gozoso y acaso trágico de la errancia. Trágico por lo que parece tener de fatalidad, de obediencia a mandatos profundos, y también extremadamente lúcido, al igual que todo lo que escribe Fogwill: lejos de cualquier inocencia, tanto como se interroga sobre la realidad argentina o sobre el peso del tiempo, o como celebra la oscura contundencia de la voluntad de vivir, este poema se asume corno una puesta a prueba de saberes relafivos a la práctica llamada literatura.subtitulado "Acto para voces representadas ,"El antes de los monstruito" es el último de los tres poemas que componen Lo dado y es seguramente uno de los textos más importantes que Fogwill produjo, por las posibilidades que abre a la literatura y por las que lleva a reconsiderar; pero, vistos desde otro ángulo, quizá más importantes aun sean los otros dos. Menos
novedosos o audaces, "Contra el cristal de la pecera de Acuario" y "Lo dado" son, puede decirse, más inagotables, suponiendo que haya grados de inagotabilidad.Nunca Fogwill había lleva * do tan lejos o tan a fondo su capacidad de, poner en acción la mente e inducirla a preguntarse sin consuelo y sin fin por cuestiones que pueden calificarse de "esenciales": las que
articulaban una y otra vez palabras como "memoria", "dolor", "vida" o "repetición" en Partes del todo, o, ahora, "azar",
sueños límites "bienestar".Vertiginoso, con el tipo de vértigo que produce pararse ante un abismo, "Contrael cristal de la pecera de Acuario" es francamente una alegoría. Así como Platon pensó su alegoría de la caverna, Fogwill elaboró una alegoría de la pecera: es imposible no identificarse, alarmado, con uno de esos peces que, bañados en una luz tibia, nadan, acariciando el cristal y suponiendo detrás del cristal sombras humanas, "como sí hubiera mundosl/fuera de la pecera", o "efectos/ de nuestros sueños contra el cristal---, y "siempre invocando un ruidos/ de rotos/ cristales/ imaginados". ¿Es la Argentina la prisión o el universo que alegoriza la pecera? ¿Es la sociedad en general? ¿La cultura, la conciencia, el ser? ¿Es la condición humana? El poema se deja leer de todos esos modos y de otros, lo que vale es el encuentro con aquello que toca la conciencia al leer, el placer mental de los hallazgos que el murmurado fluir de la voz entrelaza y alterna, como se suceden los acordes de una pieza musical.
Así también, a partir del título de un poema de Mallarme que cita, "Lo dado" empieza hablando de los poetas, del poema, de la escritura y de la lectura a través de otra alegoría, la de un barroco teatro de sombras, para luego entrar a delirar intelectualmente en tomo del azar, la determinación, lo necesario, el cálculo, el trabajo, el orden, y finalmente arribar a una bella imagen de la decepción o de la esperanza, según corno se la mire, en todo caso cargada de una serena sabiduría: " Yo sé que toda incertidumbre se disuelve en el miedo 0 en la soberbia del trabajo/pero saberlo no me hace mejor ni peor/ sólo me hace: me vuelve/ a lo que somos."Hay que ser muy ambicioso para meterse con cosas como esas, y así se entiende lo que ya hace un par de años sostenía Fogwill al escribir que "todo poeta se reconoce como un mediocre artesano entre miles, pero sin soberbia nadie encontraría fuerzas para escribir o publicar Ambicioso y soberbio, entonces se larga a "decir" quizá más que cualquier otro poeta argentino actual, tal como lo había anunciado en un reportaje: "En narrativa, con destreza se puede zafar y se pueden hacer grandes obras, porque la imaginación se consigue fácil, pero en poesía necesitás, además, como siempre se dice, tener algo que decir'.Nunca como en "El antes de los monstruito", el poeta Fogwill se había acercado tanto al Fogwill que escribió cuentos y novelas (sagacidad, capacidad de observación, humor crítico, interés en los asuntos de la comunidad), pero también el Fogwill de La pecera" y Lo dado" exacerba e interisifica todo aquello que, desde la primera edición de Partes del todo, en 1991, estableció una voz literaria muy diferente a la que aparece en Muchacha punk, Restos diurnos o la reciente La experiencia sensible. En contraposición con la seguridad de un narrador hábil y hasta divertido, irrumpe una poesía hecha más de pensamiento que de imágenes, en la que una voz balbuceante murmura frases que tratan de ir distinguiendo algo que reclama encontrar palabra. Algo tiene que decir el poeta Fogwill, sin duda, pero no sabe qué es, y para saberlo escribe, y a esa tentativa asiste, en',re agradecido y asustado por lo que sepresenta ante sus ojos, el lector

origen de datos :clarin cultura 03/09/2001

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