París va a convertirse durante el siglo xix en el centro de los movimientos artísticos, principalmente pictóricos, que se sucederán cíclicamente a lo largo de la centuria, aunque con ftecuencia la vida y actividad de sus principales representantes sobrepasen la vigencia estricta de la tendencia. Tras el neoclasicismo de David e Ingres y el romanticismo de Géricault v Delacroix, otras corrientes y arlistas, en la segunda mitad del siglo, el . ercerán una in.fluencia más poderosa, quese eVenderá ampliamente Juera de lasfronterasfrancesas.

Gustave Courbet (1819-1877) Principal creador del realismo, denominación que él mismo aceptó y colocó a la puerta del barracón en que expuso sus obras en 1855, realiza sus principales creaciones a partir de la revolución de 1848 en un período de tiempo relativamente breve. Desde entonces sus motivaciones ideológicas aparecen claras proclamando sus convicciones republicanas y socialistas y provocando a la clase burguesa y a los críticos conservadores; la participación en la Comuna de París en 1871 le llevaría a la cárcel y, luego, al exilio. Su pintura se dirige al pueblo, al proletariado campesino y urbano, que es a la vez destinatario y modelo, en ocasiones entusiasta como en el Entierro en Ornans, retrato colectivo de los hombres y mujeres de su lugar natal. Realista en los temas -por lo general de costumbres, algunas veces de estricta crítica social, con retratos abundantes y también desnudos, paisajes y naturalezas inertes*-, descubre en`,todos ellos aspectos insospechados como material pletórico. No 'faltan, sin embargo, alegorías* y simbolismos* que enriquecen con profundo sentido la visión aparente inteligible por todos. La grandeza de sus pretensiones tiene un adecuado tratamiento pictórico: formas poderosas, composición compacta, cromatismo austero, efectos sobrios de claroscuro*, técnica densa y pastosa. Pintura de síntesis, fuerte y sólida.

La oposición al realisrno El realismo de Courbet y de los de as artistas y literatos postrománticos no agradó a la burguesía francesa ' del Se- gundo Imperio. Su enorme poder eco- nómico le permitía todo tipo de lujos, pero no lograba hacerle olvidar la mo- destia de su origen (frente a la anterior «buena sociedad» aristocrática, cuyo abolengo envidiaba), de modo que, para poder brillar, necesitaba acentuar al máximo el boato y las apariencias ex- ternas. La hostilidad que manifestó hacia el realismo fue radical. La critica conservadora opinaba que lo feo, lo vulgar y lo obsceno, fruto de la imitación servil de la realidad, era absolutamente reprobable en arte. Los realistas, en cambio, pensaban que todo arte que re- presentase la vida cruda e imparcial- mente era, en si, algo revolucionario.

Alegorías: representaciones simbólicas de ideas, mediante figuras u objetos.
Claroscuro: contraste de luces y sombras. Modo de destacar figuras iluminadas sobre un fondo oscuro. Naturalezas inertes: representaciones de objetos sin figuración humana ni animal; vulgarmente, bodegón o naturaleza muerta.
Simbolismos: figuras u objetos que se toman como tipos para representar una idea, por existir entre ambos alguna relación.

ir a couberet1

 

Courbet

entierro en ornans

1 /Entierro en Ornans Frag. 1849 (Museo del Louvre, París). Una galería de tipos campesinos, auténticos y rudos, sorprenden París por su lenguaje vulgar. Evidentemente, el realismo de Courbet tenía un destinatario, el proletariado rural o urbano, no el público exquisito de la capital. Los tonos pesados y compactos contribuyen a crear un efecto matérico, de consistente realidad.
encuentro

 2/El encuentro. 1854 (Museo Fabre, Montpellier). El realismo en la pintura de 50 Courbet representa una faceta más de su postura filosófica ante la vida, sin que quepa una valoración de aquélla prescindiendo de su bagaje de motivaciones. Aquíse autorretrata como el perpetuo caminante a la búsqueda de la verdad, saludado por su amigo Bruyas como prototipo de la inteligencia y la sensibilidad. 
la hilandera dormida

3-5/La hilandera dormida. 1853 (Museo Fabre, Montpellier). El pintor eleva aquí un canto al trabajo, representado en la fatiga que rinde a la hilandera, como una manifestación constructiva, delicada y moralizante del realismo, otras veces demoledor en Courbet.