Arte Latinoamericano

  Emilio Pettoruti -en las antípodas de lo pintoresco o lo folklórico- con su obra "Mi arlequín" (1927) define, después de sus años de formación europea, lo que sería su lenguaje particular donde el cubismo y el futurismo conforman los rasgos más notables. bastan dos obras del brasileño CándidoPortinari -"Os retirantes

Pedro Figari con su "Lamento" (sin fecha) apela a un recurso técnico, el de sus trabajos al óleo sobre cartón, para devolvernos con generosidad los recuerdos de una tierra que combina lo colonial con el paisaje y sus personajes pintorescos

 

y "El gran árbol" (1959)- para confirmar los cambios que muchas veces nuestros artistas evidenciaron en sus trayectorias.  
 

Una descripción de las variadas corrientes artísticas de  América Latina y sus mayores exponentes

Durante varias décadas se discutió acerca de la existencia de un arte propio de Latinoamérica, con una identidad concreta, como la que se atribuye al "arte europeo" o al "arte americano" (referido a los EEUU).Latinoamérica no se define por una sola imagen. Desde México a la Argentina, durante las primeras décadas del siglo XX, cuando ya existía una situación histórica que nos desvinculaba políticamente del continente europeo, también nos encontramos frente a un hito que marcaría el desarrollo de una de las vanguardias más importantes de América Latina: la revolución mexicana. Durante la década del 20 aparecen dos grandes corrientes. En México, nacen los "muralistas", cuyos mayores exponentes son José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Siqueiros y en el Río de la Plata, tres artistas exponen (entre 1924 y 1925) sus obras con críticas encontradas: Pedro Figari, Emilio Pettoruti y Xul Solar.En el trascurso de las décadas del 20, 30 y 40 madura en América Latina una extraordinaria gama de artistas y movimientos que la ubica entre las vanguardias del mundo. Incluso la influencia de algunos latinoamericanos se hace sentir en el arte de vanguardia europeo y americano.No se puede dudar entonces de la existencia de un lenguaje propio, de una imagen particular. Sin embargo, es necesario tener presente que ésta no es única ya que, si se toma como ejemplo a los artistas que significaron hitos en la historia del arte, se confirma su disparidad de propuestas estéticas.Así, el uruguayo Pedro Figari con su "Lamento" (sin fecha) apela a un recurso técnico, el de sus trabajos al óleo sobre cartón, para devolvernos con generosidad los recuerdos de una tierra que combina lo colonial con el paisaje y sus personajes pintorescos.El argentino Emilio Pettoruti -en las antípodas de lo pintoresco o lo folklórico- con su obra "Mi arlequín" (1927) define, después de sus años de formación europea, lo que sería su lenguaje particular donde el cubismo y el futurismo conforman los rasgos más notables.Wilfredo Lam, el artista cubano que desarrollaría una carrera importante también en Europa, marca desde el surrealismo un acontecimiento importante. Sus protagonistas siempre están vinculados a los mitos e historias caribeñas, donde el encuentro de la cultura europea y la africana brindó a este artista su principal fuente de inspiración.Rufino Tamayo, el mexicano que no pertenece al grupo de los muralistas, se destacó por sus exquisitos óleos, cuyos temas simples cautivaron siempre a los amantes de la buena pintura. Su obra más representativa es del año 1951 y se titula "Melones".Por último, bastan dos obras del brasileño CándidoPortinari -"Os retirantes" (1954) y "El gran árbol" (1959)- para confirmar los cambios que muchas veces nuestros artistas evidenciaron en sus trayectorias. El arte latinoamericano tiene su historia, su desarrollo y sus protagonistas. Abordar su estudio es apasionante, ya que el recorrido país por país enriquece la visión y la comprensión de un continente fértil en expresiones culturales. Su riqueza no sólo pasa por una cantidad de buenas obras, sino por el descubrimiento de un universo complejo donde se unen los aportes de diferentes culturas: la aborigen, la europea y la africana.